Principios y finales
ULISES EN AGUAS DE ÍTACA
Vas llegando a la isla y ahora sabes
qué es el azar. Vivir, qué significa.
Tu arco será polvo en un estante.
Polvo será el telar y la pieza que teje.
Los pretendientes, que en el patio acampan,
son sombras de los sueños de Penélope.
Vas llegando a la isla mientras rompe
el mar contra las rocas de la costa,
como hace el tiempo contra la Odisea.
Nadie ha tejido alguna vez tu ausencia
ni, sin rumores, destejió el olvido.
Por más que, a veces, la razón lo ignore,
Penélope es la sombra de tu sueño.
Vas llegando a la isla: las gaviotas
cubren la playa y no se moverán
cuando al pasar no dejes huella alguna,
porque no has existido: tan sólo eres leyenda.
Quizá un lejano Ulises murió en Troya,
y quizá lo lloró alguna mujer,
pero en el sueño de un poeta ciego
continúas salvándote:
en la frente de Homero, riguroso
y eterno, cada vez que rompe el día,
un solitario Ulises desembarca.
AL LECTOR
Tuyas serán las mujeres que amé
y que nunca he perdido, pese al viento
cruel de los años, y tuyo el enigma
de la isla del tesoro.
Tus ojos serán míos un instante
y, a cambio de dejarte oír en los cristales
la lluvia que ahora escucho, y hacerte cómplice
de mi futuro, que tú podrás conocer,
impedirás que muera y, una tarde,
me dejarás ser tú en otra lluvia.
PRINCIPIOS Y FINALES
Una vez fui una chica con futuro.
Leía en latín a Horacio y a Virgilio
y recitaba a Keats completo de memoria.
Al entrar en sus cuevas, los adultos
me capturaron: comencé a parir
hijos de un hombre necio y vanidoso.
Ahora cuando puedo lleno el vaso
y lloro al recordar algún verso de Keats.
Una mujer ignora, cuando es joven,
que no hay lugar alguno
donde poder quedarse para siempre.
Y no comprende por qué nunca llega
aquel o aquella donde hallar descanso.
Las muchachas lo ignoran: los principios
no se parecen nunca a los finales.
EL INFIERNO DE DON JUAN
Tanto si son de amor como de guerra,
las heridas nos vuelven a doler
en las noches de lluvia.
Por ello tengo espejos en torno de la cama,
porque he aprendido a hallar en todas las mujeres
tu espalda y a escuchar, al sentir cómo goza,
tu voz junto a mi oído.
Y he aprendido que en la desnudez
de otro cuerpo me está abrazando el tuyo.
Vives siempre callada, para mí, en los espejos:
nos veo en la distancia igual que a dos extraños
en una habitación, y reivindico
el placer solitario de los ojos
para poder estar contigo cuando enlazas
a otro en el espejo frente a mí, y eres mi tacto.
NO TIRES LAS CARTAS DE AMOR
Ellas no te abandonarán.
El tiempo pasará, se borrará el deseo
—esta flecha de sombra—
y los sensuales rostros, bellos e inteligentes,
se ocultarán en ti, al fondo de un espejo.
Caerán los años. Te cansarán los libros.
Descenderás aún más
e, incluso, perderás la poesía.
Un frío ruido de ciudad
en los cristales
acabará por ser tu única música,
y las cartas de amor que habrás guardado
serán tu última literatura.
-Joan Margarit
La libertad es un extraño viaje
Selección y prólogo de Marisa Martínez Pérsico
Valparaíso ediciones, 2018
http://valparaisoediciones.es/tienda/206_margarit-joan