Lengua de nuestra tierra
(Versiones al español de Birutė Ciplijauskaitė)
Selección y presentación biográfica de Albert Lázaro-Tinaut.
Poemas tomados del libro Entre el sol y la desposesión. Edición y traducción de Birutė Ciplijauskaitė. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 2002.
Ilusión de cielo septentrional
Un día
dejaré caer como el árbol en noviembre
todas mis hojas:
el odio y la alegría,
el pesar y los espejismos,
el miedo y la fuerza de voluntad.
Y con nostalgia pura
como el primer grito
que lanza la criatura al venir al mundo
haré un dibujo
en el discreto cielo septentrional
gris como el granito primordial…
Dibujaré
un pájaro el vuelo,
y con mis ramas y ramitas mil
punzantes y agrietadas,
me abrazaré,
como el viento de noviembre,
a mi vida.
Campanarios de azúcar
Qué blanca la ciudad en diciembre:
altos campanarios de azúcar,
ventanas con pájaros de plata,
y los árboles, ajenjos con nieve
elevándose hacia las altas nubes.
Festiva la ciudad: parece irreal
tan blanca
como si nunca pasaran por ella
sangre
ni hollín.
Todo lavado y justificado.
Ninguna inscripción.
Como si todo fuera aún por acontecer.
Por acontecer aún.
Madre lituana
Llegaste al pueblo arrasado
y arrodillándote cogiste un puñado de ceniza caliente,
la envolviste en un pañuelo de lino
y lo guardaste en el seno.
Un buitre negro se puso a golpear contra tu corazón.
Te encaminaste a casa.
Tus pies tocaban hierba, piedra, agua del arroyo,
manzanos silvestres te invitaban a su sombra
y rubias espigas de centeno se apretaban a tus manos.
En tu seno se estremecía la criatura por nacer
cuando te dirigiste a tu casa sobre la alta colina.
Sobre la colina alta
hiciste inclinación hacia el este y el oeste, norte y sur,
desataste tu pañuelo de lino
y una alondra roja voló hacia el cielo.
Pero tú te fuiste
a recoger lino,
amasar pan
y arrullar al hijo.
Retrato de la abuela
¿Dónde estás?
No sé cómo alcanzarte.
Cuántos océanos nos separan, cuántas estrellas…
Tu voz ronca ondulante…
La oigo en las noches
cuando no puedo escuchar música
(a veces hiriente como un cuchillo
en la mano del verdugo inexperto).
Tu voz ronca ondulante…
Volvería a peinarte el pelo largo, hasta el suelo,
negro y reluciente
(aún a la luz de las últimas velas,
intactas frente al tiempo tus trenzas).
Siempre gris tu vestido,
con lo que te gustaba el color de miel o violeta.
Los labios firmemente cerrados,
con tantas ganas de sonreír.
Y esos grandes ojos grises
con nubes de otoño, aguaceros, mar septentrional.
El peso de ocho cruces
(la novena era yo)
ha aguantado tu frágil espalda de niña:
las vidas de tus hijos.
Tu perfil, cual un camafeo
sobre mi pecho,
blanco y lleno de dignidad.
Y la voz ondulante
desde la profundidad
que solo ahora percibo.
Lengua de nuestra tierra
Respiro en ti
como si fueras lluvia de verano.
Tus palabras
tocan mi cuerpo
con agua vivificante.
Penetran en la sangre,
echan raíces en los tejidos,
vibran en las puntas de los dedos
y en el cielo del silencio
se agrupan
como pájaros
ante el largo viaje desconocido.
O brotan de cicatrices ennegrecidas
como rosas silvestres…
… Cántaro, canasta, ajenjo,
sombra dorada… Enumerar
lo que quedó olvidado
en un rincón de aquel granero,
qué dulce letanía.
El espacio suena, campana azul,
cuando me miro en ti
como en un espejo,
donde
encuentro
mi origen.
Entre el sol y la desposesión
Entre el pan y el beso
se desvanecen nuestros días
entre el canto del pájaro
y el fuego de cohetes
madura nuestro destino
oscuro ondear de sangre
ligereza de nube
cortante luz de volcán
paisaje de árboles
a la espalda banderas muertas
dolor con nombre de historia
patria cuyo nombre es tierra
insustituible
imposible
único
destino
débil latir del corazón
–su nombre, Lituania–
destino
entre el sol
y la desposesión.