

Presentamos tres textos claves del destacado poeta mexicano.
Jaime Augusto Shelley
Ars vitae
Para Andrea
Para que me destruyas
te hice fuerte.
Para encontrar el eje
que va del agua
de la tierra espesa
a las raíces, penetrando.
Si lo logras,
esos rayos macerados en sus fraguas
se harán de luz;
fuentes que te harán más fuerte,
para que las destruyas.
Material de desecho
Cuidado con las niñas
de sexo trágico
que en vez de orgasmo
te ensucian el poema
Cuidado con los sexos
que se orinan
en tu inteligencia
Cuidado con los cuerpos
encadenados aún al grito
que no arrastran consigo
sino la más infiel condenación
Cuidado
Cuidado con buscar la paz
donde sólo hay
no muy profundo ni abajo
un infierno más pequeño y solitario
Cuidado con el sexo cuidado
porque habrá veces
en que anides vesánico en sus trompas
de carne y hueso
esa vida sin raíces
que te aplasta los sueños
Cuidado
He allí la vida
No se ama mucho o poco.
Se entrega uno, decididamente, en un abrazo
que dura toda la vida
al ser que palpita en el encuentro:
puede cambiar la persona,
el ser sigue siendo el mismo.
No se ama a veces, o porque sí.
Se es siempre ese otro
hecho vida presente y temporal.
El amor no tiene futuros,
es eternidad de la saliva y arrobamiento de una piel
embebida en el instante:
sudor y orgasmo, renovación de la ternura.
El amor no viene ni va,
es eje aprehendido al calor de los años;
de musgo y de ceniza
brota incontenible
entre un ser y otro
como signo gozoso de igualdad,
matemática que es química;
biología de los pares y los nones,
carne del espíritu resuelta en plenitud:
precisión del tiempo que borra su paso.
No, no se ama mucho o poco.
Se ama, simplemente, en la inasible complejidad
de los espacios. Se ama. He allí la vida.