Jacques Prévert. Para reír en sociedad

 

Presentamos tres textos claves del célebre poeta francés en la versión de Aldo Pellegrini.

 

 

 

Jacques Prévert

 

 

El arroyo

 

Ha pasado mucha agua bajo los puentes

y enormes cantidades de sangre

Pero a los pies del amor

corre un gran arroyo blanco

Y en los jardines de la luna

en los que cada día se celebra tu fiesta

ese arroyo canta mientras duerme

Y esa luna es mi cabeza

donde gira un enorme sol azul

Y ese sol son tus ojos

 

 

 

 

Para reír en sociedad

 

El domador puso su cabeza

en la boca del león

yo

yo puse solamente dos dedos

en la garganta del Bello Mundo

No tuvo tiempo

de morderme

 

Muy sencillamente

vomitó rugiendo

un poco de esa bilis de oro

a la que es tan afecto

Para que esa jugarreta resulte

útil y divertida

lavarse los dedos

cuidadosamente

en una pinta de buena sangre

 

A cada uno con su circo

 

 

 

  

Todo se iba…

 

Había mujeres débiles,

y además mujeres fáciles

y mujeres fatales

que lloraban gritaban sollozaban

delante de hombres de paja

que ardían

Niños extraviados corrían por calles en ruinas

muy pálidos al saber que nunca más volverían a encontrarse

Y jefes de familia

que ya no distinguían el suelo del techo

revoloteaban de un piso al otro

en una lluvia de felpudos de lámparas de cucharillas y de plumones

Todo se iba

La ciudad se desmoronaba

bullía

se desmenuzaba

y giraba sobre sí misma

sin que pareciera moverse

Unos cerdos negros cegados

en la súbita oscuridad

de una pocilga moderna en desuso

galopaban

La ciudad se iba

sudando sangre yagua

envases de gas reventados

Los que sólo soñaron en heridas y golpes

se despertaban

decapitados

habiendo perdido peines y cepillos

y otras cositas mundanas

Una boda muy negra muerta de pie

desde el padrino hasta los novios

conservaban un equilibrio de ceniza petrificada

frente a un fotógrafo

torrado aterrado

Ruinas recientes totalmente nuevas

homenaje de guerra

juegos de rompecabezas

ganancias y pérdidas

leña y carbón

En lo que quedaba de una casa de obreros

una tortilla abandonada

colgaba como ropa vieja

sobre un ventanal roto

y en las migajas de un viejo lecho calcinado mezcladas con el

serrín gris de un armario volatilizado

la carne humana se incorporaba al asado de carne comestible

 

En las bambalinas del progreso

hombres íntegros proseguían integralmente la desintegración

progresiva de la materia viva

desamparada.