Iván Vergara García

Nadie te dirá cómo muere el tiempo

 

 

 

06:08 hrs.

a mis abuelos

Aquella mañana se abre la tumba

que compartiría lecho conmigo,

libera gusanos e hijos de gusanos

y larvas e hijas de larvas.

Un licor a vivo descompuesto

riega la tierra

y cae borracha

y se fermenta

y no se enamora

y acepta ser madre

-a fuerzas-.

Aquella mañana se abre la tumba

que recibiría mis restos

a no ser que ya no esté en ellos,

que haya abandonado

-cobarde-

los restos de mi carne

y sea otro y sea el mismo,

a no ser que huela extraño

y no extrañe lo vivo y lo resplandeciente

y aquello que despierte como si nada

cuando sea verdad

que ya todo ha ocurrido.

 

Y es cierto, se abre esa tumba que no es tumba

y no estamos ahí,

nos entierran juntos, semicompletos

en un relato firmado por mi

antes de nacido,

y es cierto, que me acerco a esa imagen

desde esta alcoba rodeada de llantos

que no se dedican a mi

sino a mi abuelo

que es enterrado por la tarde

en aquel monte de cruces que son todas

las cruces cuando ya no quedan vivos.

 

Y es cierto que camino en la comitiva

escoltando este cuerpo que me ha traído

desde un sueño de alcoba

que me tenía mejor vivo.

Aquella mañana enterré mi cuerpo

disfrazado de mi pariente más querido

y no lo notan, no se esfuerzan,

todas las coronas son Leopoldo Magaña

y ninguna Iván Vergara,

presido mi sueño y en

cada sombrero de fieltro me siento

aureola, y en cada niño me siento ángel

de fábula, y en cada beso robado al cuerpo

frío me estremezco y todos los abrazos que

me otorgan me obligan a despertar, a

mirarme al espejo para decir que no, que no

soy aquel del féretro, que no son mis manos

las que levantan la cúpula y salen volando con

campanas de fondo, que el atrio no es un

rezo a nosotros, que somos pareja y que

esta noche somos esposos, que el vientre

tuyo se convirtió en cueva de vida, que no

es cierto, que no crece Polo en ti,

que es un sueño de reflejo el que distrae

la comitiva y los hace voltear,

que lo que veo es mi barba disminuida,

una navaja en filo y un respiro cortado

que sale de tu boca, que es la

primer palabra de tu vientre, que me llama

el sueño.

 

Aquella mañana termina con una oración

y lo que descansa en paz, como nunca lo ha

hecho, son nuestros cuerpos, exhaustos, gloriosos,

inquietos por el desvelo y el rígido despertar.

Inquietos abrimos los ojos

y nos miramos

sabiendo que no lo sabremos.

 

Abrimos las puertas,

construimos futuros cementerios.

 

Del libro inédito: Evocaciones, mascotas y miedos.

 

 

 

NADIE TE DIRÁ CÓMO MUERE EL TIEMPO

nadie te dará señas de su azar

ni te dirá cómo vencer su esfuerzo.

 

El tiempo es un aire estático,

lo transcurrimos

no habrá quien te hable de la angustia de las eras,

quien decida que frente a los espejos reinará el vacío,

quien decida que la noche hablará por sí misma,

que no habrá perros suficientes para la hoguera

 

no habrá quien te diga qué pirámides son falsas,

cómo rescatar la palabra del conato clasificatorio,

cuánto andar errante conducirá a la voz

de un tiempo ebrio de sequía,

denso de almas errantes

 

no habrá quien te diga cuán estériles son estos verbos,

el reloj sabrá de sí y será en el reflejo del hombre

un océano sin islas, un océano sin tierra que conquistar

 

Del libro: Era Hombre Era Mito Era Bestia, de la Editorial Ultramarina, 2013.

 

 

 

UN SILENCIO ATLÁNTICO

 

Mi padre cruzó un continente,

se convirtió en indio posmoderno

al entrar por la aduana del nuevo mundo,

surcó presto su orientación de monte

y perdida la esperanza tomó trenes,

autobuses para otras tierras,

aviones erradicados por la peste

y no era él

 

hoy mi padre yace en cama

bajo el agobio de las horas extra,

trajo un lastre de quinientos quince años

con el cual descansar los pies y las manos

y no sean él

 

yace mi padre en un techo de casa blanca

con su cuerpo moreno asfixiado por la historia,

con su cuerpo tallado por la vista de los volcanes

y un indómito yacimiento de leyendas

donde se escribe la historia de mi viejo,

sobre una ladera marina y tintas de piedra

 

ha salido esta tarde y se ha tirado al río

con el fardo absurdo de todo lo recorrido,

ha ahogado a los peces contándoles la historia

de un hombre y una mujer que se amaban

como tierra blanca y fértil,

yelmos recios de conquista

ha devorado al unísono dos continentes

y se ha convertido en tierra submarina;

salió por la tarde un indio posmoderno

y la noche recibió todas las almas,

todos los llantos

 

por la noche un llanto de ultramar,

por la mañana la tierra engreída,

conmocionada por la espera que mueve valles,

tumba ciudades, engendra mitos,

y lo que se escucha entre las ruinas

es un llanto que pierde a sus vástagos

un padre indio que duerme en casa blanca

con su corazón rebozando tierra,

rebasando a las aves,

resplandeciendo de nada

absoluta nada

 

Del libro: Era Hombre Era Mito Era Bestia, de la Editorial Ultramarina, 2013.

 

 

 

MIENTRAS LA CIUDAD DESPIERTA, MÁS OLVIDA EL HOMBRE

 

Éramos el tiempo idóneo de las grietas,

un cauce de urbes que se olvidaban de sí,

un descuido que rompe, un descuido que pasa,

una caricia entre los muros  y tus muros

son la hebra de un rito perpetuo; continúa

con el enfado de los montes, y escupen

al temblor un lugar común, y el agua

se nombra respiradero o artificio, y la madre:

esta ciudad de errores putos como el hambre

éramos el tiempo dentro de la espuma,

un lamento largo y pesado, de un aullido

cerdo y lento que imitan las venas.

 

Calcamos al revés el origen de las especies

para que saliera la vida, torva y estúpida,

imitando al animal que nacimos siendo

éramos ríos que fueron avenidas,

abismos que fueron puentes,

muertos que fueron sueño,

llanto,

marea

 

Del libro: Era Hombre Era Mito Era Bestia, de la Editorial Ultramarina, 2013.

 

 

 

III

 

Cae un silencio

sin peso

sobre mí,

debe ser

un espanto

o un catártico

simio

con alas de verano

falsas,

superpuestas,

extremas.

 

Cae un silencio

y en sus palabras

secretas

nos escondimos,

entre lúdicas caricias

y aromas primitivos.

 

Cae un silencio

y en él

naufragamos.

 

Del libro: Montañas de Aurelia, Editorial Homoscriptum, NY.

 

 

 

I.

 

Creamos colores para darle significado a todo aquello

que invariablemente termina azotado en nuestro rostro,

les dimos la forma más alta

al saber que eso es sol,

que aquella la mar,

que esto es lo que escurre.

 

Salvajes aullidos festejan el ritmo

cuando supieron qué eran

y qué era la oscuridad,

salvajes al mirarnos en blancos

y grises

y negros.

 

Colores gritos

entonan la sorpresa:

nuestros sentimientos

nunca fueron marinos monocromos

nunca marinos de un solo mar.

Del libro inédito: Evocaciones, mascotas y miedos.

 

 

 

22:42 hrs.

 

Una ceniza

es mirada

caer.

 

Una calada

esmeralda

ahoga

un filtro

de tallo.

 

Se consume

un cigarro

estruendoso

 

Mata

un paquete

esquivo.

 

Mi corazón.

 

Del libro inédito: Evocaciones, mascotas y miedos.

 

 

 

12:00 hrs.

 

La línea de cebra

es una eucaristía

donde disimulamos

lo vacío de nuestros pasos

cuando andamos por la acera.

 

Del libro inédito: Evocaciones, mascotas y miedos.

 

 

 

Será de nosotros el tiempo de la bestia,

atada al mástil de nuestro orgullo

desde la sequía de las almas,

engullen el tacto palpitante del viento,

un orgullo altivo de banderas y cruces;

tiempo de la bestia, tiempo de la gracia,

en que todo es obsceno como los telediarios y es todo

una broma de la vida haciéndonos creer lo erróneo

 

el tiempo de la bestia nos aparta de la cercanía,

¡amemos a la bestia!

a quienes nos dan palmadas grotescas

y nos pierden en la mirada del asfalto,

nos ingiere con su tacto corrupto, y ame,

ame tu vida-bestia que se precia de serlo

 

será de nosotros el tiempo sin alimento,

cuando seamos una bestia famélica y nos apene

como nos apena el hambre transatlántica,

entrada exclusiva de ritos transgénicos

y florece como lo hace la bestia y su palabra,

la más antigua de los quehaceres humanos,

la más antigua demostración de amor;

ya lo decía el tigre y su odio amargo:

la vida es creciente mientras sea la bestia mascota,

ría y sea estúpida de ignorantes muertes,

de la continuidad del odio ibérico,

odio americano, odio santo y sin escrúpulos,

odio imberbe de asfixia, odio eólico,

odio titánico, cito: perfecto odio

 

será de nosotros el tiempo de la bestia,

ciertamente, confirmado desde la madrugada,

cuando sea testigo de la distancia con la noche,

guarida que aborrece ya repudia su estancia nocturna,

el tacto con las criaturas originadas en el sueño,

sean pesadilla, sean bendiciones, la bestia odia la noche

tanto como la odia nuestro amor por ella,

la necesidad abstracta de la culpa ajena

 

la bestia lo sabe y nos imita,

es continuidad

 

llega el tiempo de la bestia y esto comenzó hace siglos,

nos venimos preparando con grande e inmenso odio

desde entonces

 

Larga y Santa Vida a la Bestia

 

Del libro: Era Hombre Era Mito Era Bestia, de la Editorial Ultramarina, 2013.

 

 

 

Hablar de amor con el centeno

 

hablar de amor a los cisnes

al espejo

 

hablar de amor con la bestia

de cómo le seremos infiel

 

Del libro: Era Hombre Era Mito Era Bestia, de la Editorial Ultramarina, 2013.

Iván Vergara García (México, 1979). Poeta, músico, editor y gestor cultural, documentalista. Dirige la PLACA (Plataforma de Artistas Chilango Andaluces) Méx ... LEER MÁS DEL AUTOR