Isidora Vicencio

La avaricia del cuerpo que es mi nombre

 

 

 

 

 

Silencio a la sombra del manzano

 

No invoco monedas de lluvia

sendero de trenes

para repetir

el vacío se remedia en las aves

y salen del estómago de un muerto

 

Encima del cadáver crece hierba

el metal que hay en la sangre

cruje

a la sombra del manzano

 

Conozco tu silencio,

usábamos los mismos zapatos, mismos trajes

teníamos

ese sabor de los planetas en la lengua

 

Locura hambrienta

en el centro del bosque

 

 

 

 

La avaricia del cuerpo que es mi nombre

 

Confieso espera de morir

porque me estoy cansando de materias y partículas

Quiero permanecer callada

caminar un sendero sin hombres

volverme animal olvidado que habito cómoda

Me entristece la carne de la soledad

y la forma de mis palabras

La avaricia del cuerpo que es mi nombre

por un par de monedas torcidas

Mi consuelo no es sangre ni verbo

tampoco me calma una madre

Quiero dejar que mi nombre se disuelva

solo así podré habitar la casa

que es toda silencio

 

 

 

 

Nocturna

 

Con esta transparencia

solo puedo ir dando tumbos por la vida

La mácula me agacha la cabeza en el camino

conozco los terrenos de la noche

sin terror de ocultamiento

soy noche ocultamiento

el yo que pregunta

Una ternura me abraza, acaricio

mi horror, lo bello que sangra

me aterra encontrarme

no temo una muerte otra muerte,

ansío su llegada, fanatismo huérfano

No niego mi naturaleza

con la hipocresía de los números

Caminando de noche sabemos

la frecuencia en que vibra la hoja que cae

 

 

 

 

Una ventana al otro lado

 

el sol entibia la montaña

la montaña humea

al vapor del follaje

precede lluvia

y después una ventana

al otro lado

una ciudad en cámara lenta

como un pueblo

hecho de informaciones

sobre la velocidad

del envío

algo así como presencia

Luego otra ventana

la del primer pensamiento

una serie de partículas

alineadas en el punto

de una profundidad

o de un abismo

caída lenta

apenas percibida luego

una ventana

a otra ventana

a otra ventana

La postura         el pensamiento

este lado de las cosas

lo otro llama a no sé dónde

 

Lo traigo

escarbo con palabras

otra forma

 

Signos        palabras       portales

 

de una ventana

que mira dentro de sí misma

 

 

 

 

Aire

 

En el bote sin remar

se siente la intención del viento

como si fuera un dios

¿por qué no puede ser el viento un dios?

Si aceptas que su voluntad

pueda ser indiferente a tu deseo

 

El viento sopla

tambalea el bote

 

Hace días deambulamos

este bote y yo

 

Aún no puedo pronunciar conjuro

y convertirme en dios

 

Todavía sé

que la palabra que dejamos en la orilla

no sirve para nada

incluso el ritmo de la respiración

dice más que cualquier frase

 

Recuerdo vagamente

que había una razón por la cual aquí no llevo remos

 

Cubro el cuerpo con un manto

el viento nos arrastra

la respiración se sincroniza

con el ritmo de las olas

el conjuro no era hecho de palabras

sino del aire

 

 

 

 

Oleaje

 

Yo sano la herida en la noche

que el brujo clavara su diente

diciéndome sola y torcida

Si acabo la vida, no por su boca

será por la propia mano que nace

no monstruo animal, peor bestia

Por dentro se me abre un hocico que muestra los

dientes

la última fuerza que busca espantar la carroña

Entonces el aire se aplasta en el agua

una furia de sal me retuerce

dejaré que la carne palpite

 

 

 

 

Continuidad

 

¿Cómo se ama con el mundo aparecido?

porque ahora, manifiesto,

parece prolongarse más

que un par de nacimientos y de muertes

Mucho más que eso

es el gobierno de los árboles en esta isla

¿Qué cabida hay para la urgencia

y para el miedo

al interior de la serpiente

que se muerde la cola?

El amor hay que enterrarlo

en un cofre de madera

abandonarlo y esperar

a que le broten las raíces

se confunda con los otros

e n e l b o s q u e

 

Isidora Vicencio

(Puerto Cisnes, Chile, 1992). Licenciada en Bio ... LEER MÁS DEL AUTOR