República sorda
(Traducción al español de Nieves García Prados)
MIENTRAS DESFILAN LOS SOLDADOS,
ALFONSO CUBRE LA CARA DEL NIÑO
CON UN PERIÓDICO
Catorce personas, la mayoría de nosotros forasteros,
vemos a Sonya arrodillarse junto a Petya
tiroteado en medio de la calle.
Ella recoge sus gafas brillantes como dos monedas,
y las equilibra sobre su nariz.
Observemos este momento
—cómo estremece—
La nieve cae y los perros corren hacia las calles como médicos.
Catorce de nosotros miramos:
Sonya le besa la frente—su grito, un agujero
quebrado en el cielo, hace temblar los bancos del parque, los faroles.
Vemos en la boca abierta de Sonya
la desnudez
de una nación entera.
Ella se tumba
junto al muñeco de nieve descansando en medio de la calle.
Mientras recoge del suelo su barriga, el país avanza.
ALFONSO, EN LA NIEVE
Estás vivo, me susurro a mí mismo, por lo tanto algo escucha en ti.
Algo baja por la calle, cae, no logra levantarse.
Yo corro etcétera con mis piernas y mis manos detrás
mi esposa embarazada etcétera bajo corriendo la calle Vasenka
sólo toma unos pocos minutos etcétera hacer un hombre.
ALFONSO SE RESPONSABILIZA
Mi gente, fuisteis algo jodidamente bueno
durante la mañana de los primeros arrestos:
nuestros hombres, una vez temerosos, amarrados a sus camas,
ahora se levantan como mástiles humanos—
la sordera nos atraviesa como el silbato de un policía.
Por lo tanto, aquí
declaro:
cada uno de nosotros
que regrese a casa, que grite a un muro, a la cocina, al frigorífico,
a sí mismo. Perdóname,
no he sido honesto contigo,
vida—,
ante ti yo me responsabilizo.
Yo corro etcétera con mis piernas y mis manos etcétera bajo
corriendo por la calle Vasenka etcétera—
A quienquiera que escuche:
gracias por la pluma de mi lengua,
gracias por nuestra pugna que termina, gracias por la sordera,
Señor, este es el fuego
de un fósforo que nunca encendiste.
EL MAPA DE HUESO
Y VÁLVULAS ABIERTAS
Miré hacia el objetivo del Sargento, el niño sordo recibe acero y
fuego en su boca— su rostro en el asfalto,
ese mapa de hueso y válvulas abiertas.
Es el aire. Algo en el aire nos quiere demasiado.
La tierra está quieta.
Los guardias de la torre comen sándwiches de pepino.
Durante el primer día
los soldados examinan los oídos de camareros, contables, y soldados,
las cosas diabólicas que el silencio hace a los soldados.
Arrancan a la mujer de Gora de su cama como si fuera la puerta
de un autobús.
Observemos este momento
—cómo estremece—
El cuerpo del niño yace en el asfalto como un clip de papel.
El cuerpo del niño yace en el asfalto
como el cuerpo de un niño.
Toco los muros, siento el pulso de la casa, y yo
sostengo la mirada sin palabras sin saber por qué estoy vivo.
Andamos de puntillas por la ciudad,
Sonya y yo,
entre teatros y jardines y puertas de hierro forjado—
Sed valientes, decimos, pero nadie
es valiente, entonces un sonido que no oímos
levanta los pájaros del agua.
DE BODAS ANTES DE LA GUERRA
Sí, te compré un vestido de novia tan grande que cabíamos los dos
y en el taxi a casa
besamos una moneda de tu boca a la mía.
La casera tal vez notase
unas pequeñas manchas en las sábanas—
los ángeles podrían haberlo hecho con más cuidado
pero no eran ellos. Yo todavía puedo subirte
la ropa interior, ¡mi culo
es más pequeño que el tuyo!
Tú pellizcas mis mejillas,
sonríes—
¡es posible que te toque la lotería y que lo gastes todo en médicos!
Eres dos dedos más hermosa que cualquier otra mujer—
No soy un poeta, Sonya,
quiero vivir en tu pelo.
Te apoyaste en mi espalda, yo
me apresuré a la ducha,
y sí, me resbalé en el suelo húmedo—
Te vi resplandecer en la ducha
sujetándote los
pechos con una mano—
dos pequeñas explosiones.
LOS SOLDADOS NOS APUNTAN
Disparan
mientras las mujeres huyen hacia las fauces de los focos.
—tal vez Dios tome una fotografía de esto—
en el aire brillante de la piazza, los soldados arrastran el cuerpo
de Petya y su cabeza golpea las escaleras. Yo
siento a través de la camisa de mi esposa la forma
de nuestro hijo.
Los soldados arrastran a Petya escaleras arriba y los perros
vagabundos, delgados como filósofos, comprenden todo
y ladran y ladran.
Yo, ahora en el puente, sin el camuflaje de la palabra, soy un cuerpo
que envuelve el cuerpo de mi mujer embarazada—
Esta noche
no morimos y no morimos,
la tierra está quieta,
un helicóptero vigila a mi esposa—
En la tierra
un hombre no puede apuntar con un dedo hacia el cielo
porque cada hombre es ahora
un dedo que apunta hacia el cielo.
-Ilya Kaminsky
República sorda
Traducción de Nieves García Prados
Valparaíso ediciones
España, 2021
http://valparaisoediciones.es/tienda/poesia/564-221-republica-sorda.html