Suite doméstica
Ars poetica
Entre oficio y oficio
(a mi trabajo acudo,
con mi dinero pago…),
el poema debe pasearse
como si nada pasara.
Análisis de una situación doméstica
Como si no supieras que la noche
toca ya en los antiguos ventanales,
como ignorando al astro que destruye
las risas de la tarde,
suavemente
persistes en la feliz tarea
de remendar las cosas, ocultar deterioros
y presentar las almas de la casa
‘rotitas, pero limpia’, preparadas
para la prueba de los buenos días.
Tejes el entramado de este clima
donde crecen los seres. Nunca notas
que esta bella y terrible serpiente de las horas
se va enroscando al fondo del pasillo.
Me dices con razón que es más bien bella
(nuestro miedo está al fondo del segundo adjetivo).
Pasan los días, se cierran los caminos
y nuestra condición construye puentes.
Corre el río, la tarde se diluye,
el crepúsculo invade las ventanas,
los bellos adjetivos reconstruyen
los cambios de la luz, se multiplican
los signos de la paz y tú sonríes
-esa sonrisa nos levanta el alma-
cuando la tarde oculta sus miradas.
Y como nada pasa, izamos velas
para cruzar el golfo de la noche.
De nuevo llegas a mi casa
Conoces el camino
y sabes que mis cosas
se han amoldado a ti.
En el espejo
queda tu reflejo.
En la tarde de la ciudad,
bajo las máquinas;
en la tarde amarillenta,
sucia, habitada de sombras,
manchada por las prensas,
vociferante río de niebla
hacia la noche del tumulto;
en la tarde tus cabellos
serán un recuerdo presente.
Yo estaré junto
a tus dieciséis años
y junto a tu fracaso,
a tus cansados días
vividos bajo el humo de la ciudad.
Estaré junto a tu voz pasada
escuchando tu voz presente.
Leeremos nuestra historia
en el libro cerrado
de tu vientre.
Suite doméstica
“Margot está en la ventana…”
I
Te digo que quiero quedarme
a vivir en la ducha.
No comprendes de inmediato,
pero después te ríes
y tus dientes son compasivos
e irónicos.
Tienen la complicidad
de los quince años juntos.
Te digo que no quiero salir de la ducha
y tú, sentada junto a la ventana,
cepillas tus cabellos
pausadamente.
Desde la ducha te envío mi despedida,
y el torrente organiza
el trágico naufragio del jabón.
II
“Una ofrenda
de dos que aunque pecaron
han vivido.”
Mientras me dices
que ya estás cansada del café,
de los huevos fritos
y de la pedagogía activa,
haces cuentas, las siempre
equivocadas cuentas optimistas,
y te ríes de lo que pasó anoche.
Me dices que convendría copular.
(Una luna de agencia de viajes
anda sobre los edificios.)
Esta semana se cayó un cuadro
y un amigo derrotó al viejo sillón.
La casa peligra… copulemos.
III
“Todo fue brillante
menos el final.”
Porque soy un señor domesticado
que escribe versos
y gesticula en los parques,
digo que nada pido.
La vida ha derramado su cornucopia
sobre mis zapatos.
Tengo un auto, dos trajes,
diez pañuelos, y me puedo comprar
nuevas corbatas.
Me inquietan las jornadas submarinas.
Sé volar y lo hago raras veces.
Aquí paré mi tienda. Sólo espero
esa fiesta nocturna. Me moriré
cuando el placer termine.
“La vita non é sogno.”
IV DECLARACIÓN FINAL
“Irascor tibi sic meos amores?
paulum quid lubet allocutionis,
maéstius lacrimis Simonideis.”
Exploro el domicilio. Me gusta
este desorden vivo.
Cuando la casa siente
que se pega a la tierra
empieza a protestar,
decide irse,
y los libros se llenan de humedad.
Dos veces vimos ya la misma arena.
Nunca somos los mismos.
Es tiempo, amada gente, de largarnos.