Hovhannes Grigoryan

Poesía armenia contemporánea

 

Traducción al español de Alice Ter-Ghevondian
Versión poética de Ana Arzoumanian

 

 

Con una nueva línea

Nací por la mañana,
en una pobre mañana de Gyumrí.
Mi hermana, que nació conmigo, murió unas cuantas horas después,
cuando el sol de agosto hacía rato que había salido
y miraba indiferente a nuestra familia desconcertada que se reía y lloraba a rabiar;
hoy nadie la recuerda en nuestra casa,
a mi hermana, a la que habían visto ¿cuánto? Solo algunas horas
en una mañana medio hambrienta de postguerra…
…Solo yo no puedo olvidarla, y a veces
el dolor del pecho me despierta temprano en la mañana,
y tirado en la oscuridad, con los ojos húmedos
día tras día recuerdo de nuevo aquellos nueve meses
que vivimos juntos
el mejor período de nuestra vida…

 

 

Pero qué lejos estás…

El niño llora, – decía mi padre.
Y mi madre me llamaba urgente a casa,
para que mi padre comprobara,
que no le pasaba nada a su hijo. Pero,
en general, su visión se nublaba
después de la guerra, y casi no escuchaba nada – excepto mi llanto.
Y a menudo se distraía del diario,
miraba tenso desde la ventana
-El niño llora, – decía preocupado,
con mucho esfuerzo, dolorido, se ponía de pie
nervioso, medía con pasos la habitación…
Y mi madre corría a la calle,
me sacaba del juego y me traía a casa,
para que mi padre comprobara,
que no le pasaba nada a su hijo. Aunque,
me confesó mi madre mucho después bastante sorprendida,
mi padre muchas veces tenía razón
y en el noventa por ciento de los casos mi madre me encontraba
llorando desconsoladamente, con las rodillas rotas o
con la pelota perdida…
…Y cuando, años después, mi padre murió,
y lloraba yo triste al lado del ataúd,
mi madre, mirando distraída la cara aliviada de
los dolores de mi padre,
con un amargo reproche, decía perpleja
Qué lejos estás ahora,
el niño llora desconsoladamente a tu lado
y tú ni siquiera lo escuchas…

 

 

El pueblo

Acá las personas son minoría
y a veces (muy raramente) se las puede ver
caminando preocupadas entre la multitud de vacas, de ovejas y se ríen solo cuando tratas
de hablar con ellas sobre la justicia.
Se mueren de risa cuando les muestras
un árbol y dices – miren qué belleza
en el resplandor de la puesta de sol,
y prácticamente se caen al suelo muertas de risa torsiéndose, cuando les lees unas cuantas líneas
de poesía clásica de amor
y de belleza
eterna.
En general, acá oscurece temprano.
Aquí cenan con la luz apagada,
y la oscuridad universal se restriega
con crujido de cucharas que rozan platos.
En general, las personas acá viven poco,
morir aquí se considera
un asunto serio, digno de machos,
y aunque el camino al cementerio es corto,
a toda costa tratan de alargarlo
andando por el laberinto de las casas y los patios.
Se acuestan en el ataúd con las caras preocupadas, colocándose el gorro hasta las orejas.
Calladas. Calladas como una roca.
Y solo ante el pozo, cuando el cura
rascándose la espalda,
empieza, apurado, a hablar de la justicia, del amor y de la
belleza eterna
en la tierra y sobre todo en el cielo,
una sonrisa leve aparece
en las caras pálidas y peludas
y algo se dicen entre ellas
moviendo los labios imperceptiblemente… ¿Qué dicen?
Ay, si fuera posible entenderles
entre el llanto fuerte de las mujeres, el cacareo de las gallinas
el mugido de las vacas
y los insultos caóticos de los perros…

 

 

Comunicado policial

Atención,
una noticia interesante:
A fines del siglo 20, a las 16 horas y 15 minutos, el pueblo
armenio salió de su patria y no volvió nunca…
Señas personales: multisecular, atormentado, talentoso, trabajador, paciente,
nostalgia interminable en los ojos,
el corazón: hecho pedazos…
A quienes lo hayan visto, por favor,
háganlo saber al parlamento,
que necesita gente
por algunos días
para las próximas elecciones…

 

 

Historias que se repiten

Parado en lo alto contaba.
No le creían ni una palabra, pero
le prestaban atención, porque
era el único hombre que volvió.
Sabíamos,
que nadie vuelve. Nadie.
Aunque muchos rogaron, pidieron,
lloraron, rogaron, comprobaron, pero
nadie ha vuelto. Hay una suposición estrictamente
secreta. Nadie habla de esto.
Nadie lo escribe. Pero todos, secretamente
suponen, que no vuelven, quizás porque
no encuentran para esto ninguna razón esencial.
Y él era el primer hombre que
parado en lo alto contaba.
Levantaba los brazos,
luego los bajaba lentamente,
los abría a la derecha y a la izquierda,
luego los bajaba lentamente.
Contaba con los ojos cerrados
y los abrió solo cuando
la primera piedra le hirió la espalda (amargado, nos miraba con los ojos abiertos pero se veía,
se veía claramente que los otros ojos cerrados estaban aún más amargados)
y la segunda piedra, y luego todas las otras piedras
llovieron sobre él y lentamente bajó los brazos
y lentamente se derrumbó en el piso
y el dolor fluía de todos
sus abiertos y cerrados ojos…

 

 

 

-Contra la orfandad
14 poetas armenios contemporáneos
Colección Ladrones del tiempo
Uniediciones

 

Contra la orfandad - 14 poetas armenios-page-001

 

 

Hovhannes Grigoryan Nació en la ciudad de Gyumrí en el año 1945. Publicó once libros de poesía. Su obra fue traducida al ruso y francés. Desde el año 200 ... LEER MÁS DEL AUTOR