

Presentamos algunos textos del legendario autor uruguayo.
Horacio Quiroga
NOCHE DE AMOR
Noche de amor. Bajo la sombra cómplice:
La ingenua tentación. En la arboleda
El motivo de vida va pecando
Como un ensueño de precoz histeria,
Hay quemantes sudores en las pieles:
Sorda germinación en las arterias;
Protestas en las curvas no labradas
Y en tu pupila audaz, francas ofertas.
La idealidad se tiñe de rubores
Como un pálido lirio, de vergüenzas:
En los lechos abiertos y manchados
Se tiende la pasión. La noche arquea
Su gran complicidad sobre la falta;
El lirio de tu sexo se doblega,
Y señala tu carne temblorosa
El índice fatal de mis torpezas.
¡Oh la sed de mis labios, cuyos besos
Recargan la intención que nos rodea!
¡Oh el carmín de tus labios, cuyo orgullo
Palidece al fulgor de tus caderas!
Dame tu cuerpo. Mi perdón de macho
Velará la extinción de tu pureza,
Como un fauno potente y pensativo
Sobre el derrumbe de una estatua griega.
TU AGONÍA
La tarde se moría y en el viento
la seda de tu voz era un piano,
y la condescendencia de tu mano
era apenas un suave desaliento.
Y tus dedos ungían un cristiano
perdón, en un sutil afilamiento;
la brisa suspiró, como en el cuento
de una melancolía de verano.
Con tu voz, en la verja de la quinta,
calló tu palidez de fior sucinta.
La tarde, ya muriendo, defluía
en tu sien un suavísimo violeta,
y sobre el lago de tersura quieta
los cisnes preludiaron tu agonía.
LA CRIPTA DE MIS AMORES
Tengo en el fondo de mi cerebro
bajo la cripta de mis amores
una capilla donde celebro
la corta misa de mis dolores
¡pobre capilla de mis amores!
Lloro en silencio; con ese llanto
en que tus lágrimas están conmigo
como mis penas en ese encanto
vuelvo al pasado en ese llanto
¡Toda esa dicha que fue contigo!
Y todo muerto, todo pasado
como aquel cielo de amor clemente
como ese cielo que se ha velado
y sólo vive de ese pasado
¡la luz de dicha que hubo en tu frente!
En las más dulces tardes de otoño
surgen las rosas de tu sonrisa
y las violetas de tu alto moño
como esa dulce tarde de otoño
mi alma contigo se diviniza.
Graves, morían en tus pupilas
nuestras fatigas. En la callada
sombra morían las tardes lilas
y a la caricia de tus pupilas
mi amor de nuevo se desvelaba.
Y cuando en torno de ese miraje
que de ti tiene su último encanto
emprendo el diario y oscuro viaje
y mi alma vuelve de ese miraje,
pura de haberte querido tanto.
Dejo en la cripta de mis amores triste
santuario que será tu olvido
todo el recuerdo de lo que ha sido
la corta historia de mis dolores
¡pobre capilla de mis amores.
EL ATAÚD FLOTANTE
Yo tenía un poco de dolor de cabeza.
En el humo azulado de la azul tetera
flotaba como un alma o una idea severa.
Tenía también- no mucho – un poco de tristeza
Y tu alma flotaba dentro de la pieza
como un humo azulado de alma verdadera
llena de desgracia de no ser la primera
de aquel amor que creó mi eterna pereza.
Las llamas de alcohol mostraban mi vista
anchos y lutos labios color de amatista.
Y tanto allí flotaba tu alma de amazona
que sobre los vapores del verdoso zumo
las moscas acudían, y había en el humo
olor de muchos frascos y de belladona…