El punto límite
Razones
Los verdugos,
desde su líquida mirada,
asperjan
la crueldad de su veneno.
El miedo,
pan nuestro de cada día,
ha enroscado sus anillos.
Es imperativo
el salto
hacia el vacío.
La entrada en la quietud de esta muerte.
Ponerle cadenas al mar
El día del presagio
los Generales
—hacedores de la muerte—
cerraron mis caminos.
¿Qué haré
con toda esta ternura
que se deshace sin tocarte?
El punto límite
El aroma del geranio
mordía
en cada uno de tus pasos.
En tus ojos
el mar dibujaba sus abismos.
Luego,
el golpe de la noche.
El duro aprendizaje de la cama solitaria.
El vértice perdido
El viento ya no trae tu voz.
El horizonte
se ha bebido tu nombre.
Una atmósfera
de nardos que agonizan
se ha prendido a tu recuerdo.
La condición de la montaña
Pasé los nueve círculos.
Dejé el polvo de mis huesos
en la espiral hacia el abismo.
Fue necesario.
En el silencio
roza
la vibración del ángel.
Contra la intemperie
Acorazando el aire,
el metal
carcomía la espuma.
Quebradas
las aristas del frío
me instalé
en el brocal de los sueños.
Incineré vestiduras antiguas
y labré
un cielo caracol
a la medida de mi anhelo:
morada del amor,
lugar en donde habito.
Frente al espejo
El fuego
trazó su enigma
en la semilla oscura de mi sexo.
Conozco
la torturante lentitud de los espejos,
el aluvión del mar
y la explosión del minuto a medianoche.
Agua sobre agua
Descifraste mi signo
en la alta oscuridad del mar.
Y en la hora precisa
fuiste
ala y estruendo,
pez,
en busca de su centro.
Agua rotando sobre agua.
Sugestión de la llama
Sacralizando los signos del fuego,
en el mismo pábilo,
dos llamas reverberan.
Tu cuerpo,
el mío,
licor de espejos.
Lirio dormido,
iluminado por cabrilleos de luna.