Haroldo de Campos

Nada sabemos del mar

 

 

(Traducción al español de Antonio Cisneros)

 

 

 

THALASSA THALASSA

 

I

 

Nada sabemos del mar.

El mar varonil con sus testículos de oro

El mar con su corazón cardial de hojas verdes

Y sus inmensas branquias de pez aprisionado

El Mar, no el que da a nuestras costas

Pantera de espuma que las mujeres domestican

En sus redes de látex

Rey de ungüento y bizancio que entre esposas agita

Las manos maquilladas

 

Nada sabemos del Mar.

El día nos confina en la pobre materia de madera calada

Entre los pájaros huecos, los caballos de fuerza y la mucosa electrónica

Y llegada la noche adoramos el Sol de Galalite

Y el As de Espadas Poderoso

Mientras los cinocéfalos recorren nuestros tejados

A la espera de la Mujer-Desnuda que habrá de aparecer con sus pequeños senos

Bella como el almizcle que roe las pituitarias

Y las cibelinas muertas en torno a sus nalgas de plata.

 

 

II

 

Nada sabemos del Mar

¡Oh trompetas de hueso!

¡Pífanos sordos boca abajo en la arena!

Un pájaro perdido en el cielo de celofán

Olvida su grito de gaviota marina.

 

He aquí la Muerte de Siete-Palmos-de-Tierra

Y triple corona de plomo en la frente

La muerte, el Gran-Can sobre un asno negro

Adelante tañe los timbales del duelo.

 

He aquí la Tierra-Firme y los Navíos-Anclados

La Madera-de-Ley y las Construcciones-de-Piedra

-El hombre que lee la suerte en las vísceras sagradas

Cuelga a su puerta el bucráneo de los locos.

 

Y hablan de una ciudad antigua

Como esa moneda de arcilla

Y viva como el olor de esta rosa.

De sus mercados donde se bebía el vino de loto

De sus destinos confiados a los Ancianos de barbas de papiro

De sus Leyes, de sus Dioses, y de sus Vírgenes, sus Reyes:

Y el inmenso dique de piedra erguido por su pueblo

Para detener el Mar

-Son esas torres de plata que vemos en la bajamar

Y Él ahora la recubre como un verde murciélago

Recogiendo las membranas  de las alas y al revés

Suspendido

Como un verde murciélago en su siesta lunar.

 

 

III

 

Yo practico también los Ritos Fúnebres de la Rosa

Cuando los Amigos –los Templarios de un Misterio sin Templo-

Cruzan las lanzas y se alejan en un melancólico adiós

Yo nada sé del Mar, pero el Poema lo suple,

Y un escarabajo de esmeralda posado en mi frente

Me habla en su ruda algarabía marítima.

 

-El Mar, Gallo Sultán con su clarín de España

Su triunfo de trescientos potros de amatista

Cuando bello y animal roe sus propias entrañas

Y un puño de sal se abate en el horizonte.

 

-El Mar en su decúbito dorsal de verdes hojas

Sargón de una lejana dinastía de púrpura

Dom Diniz labrados de sus labras de espuma

Falconero, y en el hombro su halcón-la Luna.

 

-El Mar,

No ese león de pedrería que da a nuestras playas

Sol hidrópico, tigre

De tornasol que las mujeres amansan con el triángulo

Núbil en sus vientres de benjuí y electroimán.

 

-El Mar, mancebo hirsuto

Con peces en las ingles

 

-El Mar, corazón cardial

Cribado de espadartes

Y en el pecho de dura sustancia marina

Como inmenso tatuaje a fósforo y santelmo

El esqueleto de coral de todos sus muertos.

 

 

IV

 

Y un niño se yergue entre los hombres y entre sabios se sienta

(¡Tu signo, oh Misterio, el carbúnculo sobre la frente de los linces!)

Un niño de magnífica orfandad, como el último de una Raza,

 

Entre el Pueblo de las Cavernas, el Pueblo de la Tierra-Firme

Los Comedores-de-Tierra

Cuyos primogénitos se pudren en cántaros de barro

Y son los dioses-del-cimiento, los patrones, los lares

De las Construcciones-de-piedra y los Bienes-de-raíz.

 

¡Un niño sentado entre los sabios y erguido entre los hombres!

 

El Bastardo, el Heredero

Presunto de un Linaje en extinción

(Como los híbridos en las especies acarrean la infecunda semilla)

Y habla del mar y de ancestrales de límpida

Generación marina

A los Doctores que escriben sobre placas de adobe

A las mujeres que tiñen las uñas de sus pies con esmalte de múrice

Y a un hombre que entierra sus muertos en las mañanas de Domingo

Poniéndoles bajo la lengua una pequeña moneda

Y rellenándoles el vientre de natrón y especias.

 

 

V

 

Un niño, y su frente

Como el ala de un pájaro de marfil.

Un niño, y su voz como el temple de una espada

Y una insolación de vocales restaurando la lengua-d’oc de los vaticinios.

 

 

VI

 

-Tú, Diosa-Leona

Oh muerte de espolones de bronce

-Muerte marítima, no la de Siete-Palmos-de-Tierra-

Yergue el tridente de oro, favorece

También los alisios del Poema.

 

Virgen barroca, figura

En la proa de los navíos

Sacude la cabellera abisal perfumada de pulpos

Cuando el Mar-almirante Te arrebata y lo tatúas en el pecho

Con el esqueleto coral de todos sus muertos.

 

Sostén la cadencia del Poema, oh Favorita,

De fúnebre desnudez por eunucos sitiada

Mientras los dátiles claros como digitales

Se abren sobre Ti

Y a Tu flanco navega el cardumen guerrero de los delfines.

 

***

 

-Y tú, Árbol del Lenguaje,

Madre del Verbo

Cuyas raíces se prenden en el ombligo del Mar

Yergue Tu copa incendiada de dialectos

Donde el Ave-del Paraíso es un Iris de Alianza

Y devórase el Fénix en sus propios rubíes.

 

Recibe este idioma castizo como un oro votivo

Y las primicias del Poema, novillas no uncidas

Te sean agradables

Tú, Madre del Verbo cercada de hespérides desnudas.

Cuya habla es siniestra cual la voz del Oráculo,

Y bífida como lengua de Dragón.

 

 

VII

 

Un niño, y su canto

Como un poco de sal en los ritos de la Amistad.

 

 

VIII

 

Pero un día el Pueblo se cansará de oírlo.

El pueblo se cansará de llamarlo “El Justo”

(Ese día los teléfonos serán pájaros de gargantas huecas

Repitiendo para siempre los pérfidos nombres del Exilio

Y escorpiones domésticos habrán de devorar la lengua de los ruiseñores

Para que todos puedan oír la irrefutable

Dialéctica del Encéfalo Electrónico).

-Y como los Diez Mil que vieron el mar y dijeron “¡El mar!”

-Y como el Dux de arnés de plata en el Bucentauro de nupcias

-O esa criatura –la medusa- de pura sustancia marina

Tan límpida que la retina no filtra –azul sin tara,

Un hombre baja de las Tierras-Firmes y procura

El Mar

-El mar varonil con sus testículos de oro

-El mar paternal de tórax iracundo

Y sonoros pulmones de búfalo encerrado,

Y contra aquel inmenso corazón de nardo y hojas verdes

Junta su corazón filial rodeado de amatistas.

 

***

 

-Es ese yelmo de púrpura que vemos en el descenso de las aguas.

Haroldo de Campos (São Paulo, 1929-2003). Fue poeta, traductor, crítico y ensayista brasileño, fundador junto con Augusto de Campos y Décio Pignatari del ... LEER MÁS DEL AUTOR