Hakob Movses

No hay retorno

 

 

Poesía armenia contemporánea

Traducción al español de Alice Ter-Ghevondian
Versión poética de Ana Arzoumanian

 

 

 

A MI MADRE

…y los vientos
se volvieron caminos,
yo voy lejos
lejos.

Y se quedan vacías
las cunas calladas,
en las que los niños
ya no caben más.

¿Y qué nos queda
salvo perder?
tocan nuestra puerta el principio y el fin
y tú me dices mira
el cielo a lo lejos
y las estrellas – en el cielo interminable.

Me levanto ahora
y me voy de nuevo,
ya sé, no vendrás conmigo,
te dejo lejos,
te quedas lejos
para preservar
mi infancia
allí.

 

 

 

FLORA

De nuevo murmuró el viento de noche.
¿Será la estrella ardiente que bajó a las aguas?
¿Qué nombres exhalan por las noches
nuestros labios?
Quien no se hizo nuestro – lo llamamos.
A quien perdimos – se quedó con nosotros.

A quien perdimos… como aquella rosa –
la rosa fragante de mayo pasado,
cuyas hojas secas sin embargo
entre las hojas de un libro adorado
no sé por qué razón las guardamos para siempre.

Entre los jardines de mi memoria
cómo llamarte
cómo repetir tu nombre querido
… pero hay nombres, nombres
que no tenemos que proferir,
solo en la noche, de repente, despiertos,
debemos sollozar.

 

 

 

Se levanta el huracán de arena eterno
y juega con sus capas amarillas.
Pero dime, dime,
tú, arquitecto del desierto.

qué plumas usaste, qué lápices,
con qué cálculos proyectaste,
cómo mediste, con qué esbozo
preparaste la base del desierto

que allí no se apaga la vela jamás;
en el arco incierto de la promesa de arena
y en los jarros cocidos de la muerte
no se pierde jamás el grano de esperanza.

 

 

 

ANTE LA PUERTA DE LA CENA DE GALA

Llegas y te paras, invisible, ante la puerta de la cena de gala,
y cubres su alto umbral con tu bordado pañuelo rojo,
hasta que alguien desde adentro corra los pestillos
y te permita entrar y olvidarte y desaparecer.

Quieres decir algo, pero de tus labios abiertos vuelan las tórtolas,
que revuelan, desaparecen, en los jardines del idilio
y tú llegas y te paras cada día
y ves en lo alto de la puerta abierta las granadas de alegría
esculpidas en piedra.

Y un bajorrelieve del ángel descalzo – tan alto, en tanta altura,
que si quisieras por una vez rozarle el corazón con tu mano
tendrías que subir la escalera del espacio jadeando;
hasta que llegas al lugar,
donde él de golpe te abre sus luminosas perspectivas,
solea y baja sobre las cornisas de su olvido y de su horror,
después, el silencio flamea, como si fuera la pollera de una niña
de tres años
y suena una voz alegre que solo escuchan los que ya se acercaron
a los altares
de la eternidad.

 

 

 

NO HAY RETORNO

No hay retorno, no lo hay – ningún retorno –
sino una partida – un alejamiento – un escape – el movimiento
hacia delante –
fuera del tiempo, hacia las salas cerradas
de sardónice de la eternidad, por las aguas – abajo
por las aguas interminables, sin nombre – abajo –
no hay retorno, sino solo partida – y con las aletas firmes y los remos
de la soledad, que baten las aguas
permanentemente – el movimiento hacia delante, por las
mañanas y las noches
solo partida – por los mares infinitos – por los ríos, que
vuelan adelante – dejando en el aire los gemidos de sus aguas,
cayéndose de arrecife en arrecife fuera del tiempo
hacia las islas siempre desconocidas,
y como no hay retorno
el movimiento hacia delante – balanceándose en la niebla,
parado
en las orillas y las arenas quebradizas de la alegría, del dolor,
y balanceándose en las despedidas de las arenas mojadas
– aletean
sus brazos – hermanas, hijos y niños – y los barcos
ya se van – hacia las islas siempre desconocidas
Y aparecimos acá y bajamos y llegamos del aire –
con los brazos del amor y nosotros elegimos, y las rosas también
bajaron con nosotros – para compartir acá
nuestro destino, ¿pero quién empuja ahora para irse,
de día y de noche – solo partida – y fuera de los límites del tiempo,
donde arde la estrella luminosa de la esperanza?
no hay retorno – por las aguas – hacia las desconocidas tierras lejanas,
donde los soles iluminan suave – en lo inmóvil
moviéndose pacíficamente – y se cierran detrás nuestro las puertas –
y no penetran las palabras ardientes del adiós –
y el cielo se extiende sobre las colinas – por entre las aguas
– fuera del tiempo y solo partida – solo el alejarse – porque
no hay retorno, no hay retorno.

 

 

 

-Contra la orfandad
14 poetas armenios contemporáneos
Colección: Ladrones del tiempo
Uniediciones

 

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Hakob Movses Nació en el año 1952 en el pueblo Sizavet (Armenia). Es poeta y traductor. Entre 1991–1995 fue el Ministro de Cultura de Armenia. Traduj ... LEER MÁS DEL AUTOR