Gustavo Gac-Artigas

Hombre de América/Man of the Americas

 

 

 

 

 

 

A modo de introducción

Corría el año 1968 cuando un joven estudiante chileno abandonó la universidad más austral del mundo. La abandonó por inútil, por lo que había cumplido su cometido: acentuar su amor por la palabra, incitar el amor naciente en cada verso, despertar el amor impredecible, hacer de las barricadas la expresión del pensamiento. De ahí en adelante el aula quedaba como un incómodo traje estrecho del cual, pese a ser de fina tela, había que deshacerse.

Salió en busca de sus raíces, las verdaderas, las desconocidas, salió al encuentro de su continente y de su historia, salió a caminar por caminos para él inexplorados los ojos, los brazos, el corazón, sedientos de saber.

Recorrió los anfiteatros, los mercados, las plazas públicas, los oscuros socavones que saliendo del cielo excavaban la montaña. En cada estrado, en cada verso se empapó de historia, de sufrimiento, de amor, de dolor y de alegría, paso a paso comenzó ese largo recorrido que fue dando razón de ser a la palabra.

Hoy, en este deambular que recomienza con cada nuevo día, hizo una pausa para recorrer la historia, para recoger sus pasos esparcidos por los caminos de su continente y dar a luz un nuevo poemario: hombre de américa.

 

 

 

 

 

nací viejo

 

en vez de jugar me gustaba observar el mundo

aprendí a caminar para escapar a mi destino

las caricias despertaron mi cuerpo

los golpes blindaron mis sentimientos

en vez de poseer intenté amar

mi espalda se curvó para escribir

mi espalda se curvó para leer

mi espalda se curvó bajo el peso del dolor ajeno

 

nací viejo

intenté cambiar el llanto por la risa

al caer pensaba dos veces antes de levantarme

sabía que volvería a caer

pisaba terrenos peligrosos

 

quisieron enseñarme la seguridad

y preferí el peligro

quisieron uniformarme

y preferí la diferencia

 

quisieron enseñarme que la vida es dulce

dulce como la miel

dulce como la voz de la persona amada

dulce como el viento silbando en mis oídos

dulce como el agua corriendo vertiente abajo

que la dulzura era nuestro destino

 

y sin embargo preferí la sal

 

la sal que curtía el rostro

la sal que poblaba el rostro de mi amada

la sal que ardía en mis heridas

la sal del sudor que caía de mi cuerpo

la sal que recorría el desierto

mezclándose con el polvo de los muertos

 

nací viejo

preferí ver la realidad

a que me contaran cuentos de hadas

 

hoy

viejo

espero la muerte

intentando ser el niño que no fui

 

 

 

 

la muerte de dios

 

murió en una celda a consecuencias de la tortura

murió en el grito de una mujer violada en las calles de colombia

murió de hambre en venezuela

murió de desesperanza en los campamentos de los sin casa en san francisco

murió esperando una vacuna a orillas del ganges en la india

murió ahogado intentando escapar del infierno

murió en los brazos de millones

agonizó en los brazos

de un hombre

de una mujer

de un niño

murió esperando a dios

 

 

 

 

sueños traicionados

 

las gotas del mar del fin del mundo lavaron mis pies

vientos huracanados bajaron de la cordillera

uno de ellos

desgarrando mis vestiduras

me levantó en sus brazos

y me depositó en tierras desconocidas

 

mi pasado quedó grabado en la cordillera

mi futuro me esperaba para asesinarme

para renacer en mis versos

para morir en brazos del amor

para renacer en otro amor

 

cuántos nombres se perdieron en mi memoria

cuántos rostros se escondieron en viejas libretas

cuántas dudas me asaltaron

cuántas certezas escondí por temor a que me descubrieran

 

mi espalda se acostumbró a las llagas

mi pecho se hundió adolorido

la palabra me perteneció y me negó

se acomodó en otras lenguas

y secó la mía

 

en una fiesta de multitudes me encontré solo

en una cama solo me encontré con multitudes

en la fiesta desaparecían mis fantasmas

en la cama revivían los deseos contenidos

 

un día corté mis amarras

y me amarré a muelles en lejanos puertos

antes de naufragar en sueños traicionados

 

 

 

 

caminos circulares

 

mis pies dejaron de pisar la tierra

esa tierra que no era mía

mis pulmones de respirar

el aire de la cordillera

ese muro que me separaba

de los vientos de mi continente

 

en el tiempo se perdía mi sonrisa de niño

y la pelota de trapo

con la que jugaba en el barro

ese barro que no era mío

 

atrás quedaba

el calor del cuerpo de mi amada

atrás quedaban los golpes y las caricias

 

me tomaron de la mano

y me indicaron el camino

 

atrás quedaba mi tierra

delante mi destino

mi destino y el miedo paseando en mis ojos

 

miedo a la oscuridad

miedo a la luz

el hambre paseando en mi estómago

y la soledad paseando en mis sueños

la soledad acompañándome en este eterno deambular

mientras atrás quedaba mi tierra

mis temores de la infancia

una mirada triste

una caricia desvaneciéndose

en este caminar sin regreso

en busca de mi historia

 

yo

 

hombre de américa

 

 

 

 

el invasor

 

maldigo la hora

en que bajando de los cielos

pisaste la arena caliente

no con pies desnudos

para acariciarla

con pies cubiertos

para avasallarla

para ocultar tus intenciones

y encadenar la historia

 

maldigo la hora

en que clavaste en mi espalda

una lanza coronada por dos palos cruzados

 

símbolo de tu poder

 

 

 

 

maestros

 

me enseñaron las leyes de la guerra

la superioridad que confieren las armas

me enseñaron a emboscar al enemigo

y a matar sin piedad a los míos

 

me transmitieron el alma seca del conquistador

y aprendí el sabor de la conquista

aprendí el gozo que produce someter

pero también a ignorar que me sometieron

 

aprendí que la tierra es del más fuerte

que la riqueza justifica las guerras

que el hambre es un arma poderosa

que hay que sentirse superior al otro

 

me enseñaron que hay que dividir para reinar

y me hicieron creer que la división es fértil

 

me enseñaron la ignorancia

y me dieron la arrogancia del ignorante

 

me enseñaron a luchar contra mi semejante

para apoderarse de mi continente

y convertirme en esclavo de mis maestros

pero sin quererlo

sin darse cuenta

me enseñaron a combatirlos

 

eso aprendí

 

 

 

 

nostalgia

 

no fue la lluvia

lo juro

estoy acostumbrado a la lluvia

 

me crié jugando en los bosques del sur de Chile

me crié escuchando el canto de las ranas

aprendí a contar saltando charcos

uno, dos, tres y así hasta el infinito

 

no fueron las nubes

lo juro

me crié sin mirar al cielo

tan hermoso era el mundo que me rodeaba

 

quizás fue un caracol

un caracol que se cruzó en mi camino

en mi camino y en mis recuerdos

un caracol solitario como yo

 

el caracol que faltaba para completar la docena

bañado en mantequilla

acariciando su sexo con ramitas de perejil

embadurnando el mío con ajo

 

no sé qué fue

lo juro

pero de repente me asaltó la nostalgia

y se apoderó de mi pluma

 

y no era la lluvia

lo juro

estoy acostumbrado a la lluvia

Gustavo Gac-Artigas Poeta, novelista y dramaturgo chileno. Premio del Poetry Park, Róterdam 1989, su poesía ha sido publicada en: Multilungual Anthology: ... LEER MÁS DEL AUTOR