Hombre de América/Man of the Americas
A modo de introducción
Corría el año 1968 cuando un joven estudiante chileno abandonó la universidad más austral del mundo. La abandonó por inútil, por lo que había cumplido su cometido: acentuar su amor por la palabra, incitar el amor naciente en cada verso, despertar el amor impredecible, hacer de las barricadas la expresión del pensamiento. De ahí en adelante el aula quedaba como un incómodo traje estrecho del cual, pese a ser de fina tela, había que deshacerse.
Salió en busca de sus raíces, las verdaderas, las desconocidas, salió al encuentro de su continente y de su historia, salió a caminar por caminos para él inexplorados los ojos, los brazos, el corazón, sedientos de saber.
Recorrió los anfiteatros, los mercados, las plazas públicas, los oscuros socavones que saliendo del cielo excavaban la montaña. En cada estrado, en cada verso se empapó de historia, de sufrimiento, de amor, de dolor y de alegría, paso a paso comenzó ese largo recorrido que fue dando razón de ser a la palabra.
Hoy, en este deambular que recomienza con cada nuevo día, hizo una pausa para recorrer la historia, para recoger sus pasos esparcidos por los caminos de su continente y dar a luz un nuevo poemario: hombre de américa.
nací viejo
en vez de jugar me gustaba observar el mundo
aprendí a caminar para escapar a mi destino
las caricias despertaron mi cuerpo
los golpes blindaron mis sentimientos
en vez de poseer intenté amar
mi espalda se curvó para escribir
mi espalda se curvó para leer
mi espalda se curvó bajo el peso del dolor ajeno
nací viejo
intenté cambiar el llanto por la risa
al caer pensaba dos veces antes de levantarme
sabía que volvería a caer
pisaba terrenos peligrosos
quisieron enseñarme la seguridad
y preferí el peligro
quisieron uniformarme
y preferí la diferencia
quisieron enseñarme que la vida es dulce
dulce como la miel
dulce como la voz de la persona amada
dulce como el viento silbando en mis oídos
dulce como el agua corriendo vertiente abajo
que la dulzura era nuestro destino
y sin embargo preferí la sal
la sal que curtía el rostro
la sal que poblaba el rostro de mi amada
la sal que ardía en mis heridas
la sal del sudor que caía de mi cuerpo
la sal que recorría el desierto
mezclándose con el polvo de los muertos
nací viejo
preferí ver la realidad
a que me contaran cuentos de hadas
hoy
viejo
espero la muerte
intentando ser el niño que no fui
la muerte de dios
murió en una celda a consecuencias de la tortura
murió en el grito de una mujer violada en las calles de colombia
murió de hambre en venezuela
murió de desesperanza en los campamentos de los sin casa en san francisco
murió esperando una vacuna a orillas del ganges en la india
murió ahogado intentando escapar del infierno
murió en los brazos de millones
agonizó en los brazos
de un hombre
de una mujer
de un niño
murió esperando a dios
sueños traicionados
las gotas del mar del fin del mundo lavaron mis pies
vientos huracanados bajaron de la cordillera
uno de ellos
desgarrando mis vestiduras
me levantó en sus brazos
y me depositó en tierras desconocidas
mi pasado quedó grabado en la cordillera
mi futuro me esperaba para asesinarme
para renacer en mis versos
para morir en brazos del amor
para renacer en otro amor
cuántos nombres se perdieron en mi memoria
cuántos rostros se escondieron en viejas libretas
cuántas dudas me asaltaron
cuántas certezas escondí por temor a que me descubrieran
mi espalda se acostumbró a las llagas
mi pecho se hundió adolorido
la palabra me perteneció y me negó
se acomodó en otras lenguas
y secó la mía
en una fiesta de multitudes me encontré solo
en una cama solo me encontré con multitudes
en la fiesta desaparecían mis fantasmas
en la cama revivían los deseos contenidos
un día corté mis amarras
y me amarré a muelles en lejanos puertos
antes de naufragar en sueños traicionados
caminos circulares
mis pies dejaron de pisar la tierra
esa tierra que no era mía
mis pulmones de respirar
el aire de la cordillera
ese muro que me separaba
de los vientos de mi continente
en el tiempo se perdía mi sonrisa de niño
y la pelota de trapo
con la que jugaba en el barro
ese barro que no era mío
atrás quedaba
el calor del cuerpo de mi amada
atrás quedaban los golpes y las caricias
me tomaron de la mano
y me indicaron el camino
atrás quedaba mi tierra
delante mi destino
mi destino y el miedo paseando en mis ojos
miedo a la oscuridad
miedo a la luz
el hambre paseando en mi estómago
y la soledad paseando en mis sueños
la soledad acompañándome en este eterno deambular
mientras atrás quedaba mi tierra
mis temores de la infancia
una mirada triste
una caricia desvaneciéndose
en este caminar sin regreso
en busca de mi historia
yo
hombre de américa
el invasor
maldigo la hora
en que bajando de los cielos
pisaste la arena caliente
no con pies desnudos
para acariciarla
con pies cubiertos
para avasallarla
para ocultar tus intenciones
y encadenar la historia
maldigo la hora
en que clavaste en mi espalda
una lanza coronada por dos palos cruzados
símbolo de tu poder
maestros
me enseñaron las leyes de la guerra
la superioridad que confieren las armas
me enseñaron a emboscar al enemigo
y a matar sin piedad a los míos
me transmitieron el alma seca del conquistador
y aprendí el sabor de la conquista
aprendí el gozo que produce someter
pero también a ignorar que me sometieron
aprendí que la tierra es del más fuerte
que la riqueza justifica las guerras
que el hambre es un arma poderosa
que hay que sentirse superior al otro
me enseñaron que hay que dividir para reinar
y me hicieron creer que la división es fértil
me enseñaron la ignorancia
y me dieron la arrogancia del ignorante
me enseñaron a luchar contra mi semejante
para apoderarse de mi continente
y convertirme en esclavo de mis maestros
pero sin quererlo
sin darse cuenta
me enseñaron a combatirlos
eso aprendí
nostalgia
no fue la lluvia
lo juro
estoy acostumbrado a la lluvia
me crié jugando en los bosques del sur de Chile
me crié escuchando el canto de las ranas
aprendí a contar saltando charcos
uno, dos, tres y así hasta el infinito
no fueron las nubes
lo juro
me crié sin mirar al cielo
tan hermoso era el mundo que me rodeaba
quizás fue un caracol
un caracol que se cruzó en mi camino
en mi camino y en mis recuerdos
un caracol solitario como yo
el caracol que faltaba para completar la docena
bañado en mantequilla
acariciando su sexo con ramitas de perejil
embadurnando el mío con ajo
no sé qué fue
lo juro
pero de repente me asaltó la nostalgia
y se apoderó de mi pluma
y no era la lluvia
lo juro
estoy acostumbrado a la lluvia