Guillaume Apollinaire

Cortejo

 

 

(Traducción al español de Ulalume González de León)

 

 

 

La blanca nieve

Los ángeles los ángeles del cielo
Uno está vestido de oficial
Uno de cocinero
Y los otros se ponen a cantar

Bello oficial de azul color
Después de Navidad enmedallado por
La dulce primavera serás con algún sol
Un bello sol

Ocas despluma el cocinero
Ah! cae la nieve
Cae la nieve leve
Entre mis brazos a mi amada quiero
 

 

 

Cortejo

Tranquilo pájaro de vuelo inverso pájaro
Que anidas en el aire
En el límite donde ya brilla nuestro suelo
Cierra tu párpado segundo la tierra te deslumbra
Cuando alzas la cabeza

Y yo también de cerca soy sombrío y opaco
Una bruma que acaba de oscurecer a las linternas
Una mano que se posa de pronto ante los ojos
Una bóveda entre vosotros y todas las luces
Y me alejaré iluminándome en medio de sombras
E hileras de ojos de los astros bienamados

Pájaro tranquilo de vuelo inverso pájaro
Que anidas en el aire
En el límite donde ya brilla la memoria
Cierra tu párpado segundo
No por el sol no por la tierra
Sino por ese fuego oblongo cuya intensidad irá aumentando
Hasta que un día sea la luz única

Un día
Un día me esperaba yo a mí mismo
Me decía Guillaume ya es hora de que llegues
Para que sepa al fin quién es ese que soy
Yo que conozco a los otros
Por los cinco sentidos y otros más los conozco
Me basta con ver sus pies para poder reconstruir por
millares a esa gente
Con ver sus pies pánicos uno solo de sus cabellos
O su lengua cuando me place hacerla de médico
O sus hijos cuando me place hacerla de profeta
Los barcos de los armadores la pluma de mis cofrades
La moneda de los ciegos las manos de los mudos

O bien aunque no por la escritura sino por el vocabulario
Las cartas de los que tienen más de veinte años
Me basta con husmear el olor de sus iglesias
El olor de los ríos en sus ciudades
El perfume de las flores en los jardines públicos
Oh Cornelio Agripa el tufo de un perro pequeño me
hubiera bastado
Para describir exactamente a tus conciudadanos de Colonia
Sus reyes magos y la letanía ursulina
Que te inducía al error respecto a todas las mujeres
Me basta con probar el sabor del laurel que ellos
cultivan para que ame o escarnezca
Y tocar sus vestimentas
Para saber con certeza cuál no es y cuál es friolento
Oh gente que conozco
Me basta con oír el ruido de sus pasos
Para poder indicar el rumbo que han tomado
Con todos ésos me basta para sentirme con derecho
A resucitar a los otros
Un día me esperaba yo a mí mismo
Me decía Guillaume ya es hora de que vengas
Y con paso lírico se adelantaban los que amo
Entre los cuales yo no estaba
Los gigantes cubiertos de algas atravesaban sus ciudades
Submarinas donde sólo las torres eran islas
Y ese mar con las claridades de sus abismos
Corría sangre de mis venas y me hace latir el corazón
Luego llegaron a tierra mil tribus blancas
Cada uno de sus hombres con una rosa en la mano
El lenguaje que inventaron en el camino
Lo aprendí de sus bocas y lo hablo todavía
El cortejo pasaba y yo buscaba en él a mi cuerpo
Todos los que se aparecían y no eran yo
Traían uno a uno pedazos de mí mismo
Me construyeron poco a poco como se levanta una torre
Los pueblos se acumulaban y aparecí en persona
Formado por todos los cuerpos y las cosas humanas

Tiempos idos Difuntos Dioses que me formasteis
Sólo vivo pasando cual vosotros pasasteis
Del porvenir vacío los ojos he apartado
Y en mí mismo contemplo cómo crece el pasado
Nada ha muerto Murió sólo que no existe
Junto al ayer brillante todo mañana es triste
Incoloro e informe junto a lo que perfecto
Simultáneo al esfuerzo nos presenta el efecto

 

 

 

El Músico De Saint-Merry

Por fin tengo derecho a saludar a seres que no conozco
Pasan frente a mí y se acumulan a lo lejos
Todo lo que en ellos veo mientras tanto me es desconocido
Y su esperanza no es menos fuerte que la mía

No canto ni a este mundo ni a otros astros
Canto todas las posibilidades de mí mismo fuera de este
mundo y de los astros
Canto la alegría de vagar y el placer de morir errante

El 21 del mes de mayo de 1913
Barquero de los muertos y las mordonantes merianas
Millones de moscas soplaban esplendor
Cuando un hombre sin ojos sin nariz y sin orejas
Saliendo del Sebastopol entró en la calle Aubry-le-Boucher
Joven el hombre era moreno pero color de fresa sus mejillas
Hombre Ah! Ariadna
Tocaba la flauta y la música guiaba sus pasos
Se detuvo en la esquina de la calle Saint-Martin
Tocando el aire que yo canto que yo inventé

Las mujeres que pasaban se detenían a su lado
Llegaban de todas partes
De pronto las campanas de Saint-Merry se pusieron a sonar
El músico dejó de tocar y bebió en la fuente
Que está en la esquina de la calle Simon-le Franc
Luego calló Saint-Merry
El desconocido reanudó su aire de flauta
Y volviendo sobre sus pasos hasta la calle de la Verrerie
La tomó seguido por el tropel de las mujeres
Que salían de las casas
Que acudían por las calles transversales loca la mirada
Las manos tendidas hacia el melodioso raptor
Él se alejaba indiferente tocando su aire

Terriblemente se alejaba

Después en otra parte
A qué hora saldrá un tren hacia París

En ese momento
Los palomos de las Molucas ensuciaban nueces moscadas
Al mismo tiempo
Misión católica de Boma qué hiciste del escultor

En otro sitio
Ella cruza el puente que une Bonn a Beuel y desaparece en Pützchen

En el mismo instante
Una muchacha enamorada del alcalde
En otro barrio
Rivaliza poeta con los marbetes de los perfumistas

En suma oh reidores no habéis sacado gran cosa de los hombres
Apenas habéis extraído un poco de grasa de su miseria
Pero nosotros que morimos de vivir lejos el uno del otro
Tendemos los brazos y sobre esos rieles rueda un lento tren de carga

Tú llorabas sentada junto a mí en el fondo de un fiacre

Y ahora
Te me pareces por desdicha te me pareces
Nos parecemos como en la arquitectura del siglo pasado
Esas altas chimeneas semejantes a torres
Nos elevamos más ahora y ya no tocamos el suelo

Y mientras el mundo vivía y cambiaba

El cortejo de mujeres largo como un día sin pan
Por la calle de la Verrerie seguía al feliz músico

Cortejos oh cortejos
Cuando antaño partía el rey hacia Vincennes
O los embajadores llegaban a París
O corría hacia el Sena el enjuto Suger
O el motín se apagaba en torno a Saint-Merry

Cortejos oh cortejos
Tantas eran las mujeres que desbordaban
Sobre las calles vecinas
Y se apresuraban inflexibles como la bala
Para seguir al músico
Ah Ariadna y tú Pâquette y tú Amina

Y tú Mia y tú Simona y tú Mavisa
Y tú Colette y tú la bella Genoveva
Pasaron todas temblorosas y vanas
Sus ligeros y rápidos pasos seguían la cadencia
De la música pastoral que guiaba
Sus ávidas orejas

El desconocido se detuvo un instante frente a una casa en venta
Una casa abandonada
De vidrios rotos
Una construcción del siglo dieciséis
En el patio descargan los coches de entrega
Allí entró el músico
Su música al alejarse se volvió lánguida
Las mujeres lo siguieron a la casa abandonada
Todas entraron en bandada confusa
Todas todas entraron sin mirar hacia atrás
Sin lamentar lo que habían dejado
Lo que habían abandonado
Sin lamentar el día la vida la memoria
Pronto no quedó nadie en la calle de la Verrerie
Excepto yo y un sacerdote de Saint-Merry
Ambos entramos en la vieja casa
Pero no encontramos a nadie

Cae la noche
En Saint-Merry resuena el Ángelus
Cortejos oh cortejos
Como antaño cuando el rey volvía de Vincennes
Llegaron en tropel vendedores de gorras
Llegaron vendedores de bananas
Llegaron soldados de la guardia republicana
Oh noche
Rebaño de lánguidas miradas de mujeres
Oh noche
Tú mi dolor mi vana espera
Oigo morir el son de una flauta lejana

Guillaume Apollinaire (Roma, 1880 – París, 1918). Fue un poeta, novelista y dramaturgo. Formó parte de la vanguardia francesa junto a poetas como Max Jacob, P ... LEER MÁS DEL AUTOR