

Presentamos algunos textos del reconocido poeta chileno.
Gonzalo Millán
RELOJ
«Los relojes cesaron
y los hombres quedaron desiertos
de movimiento y de voz.»
Carlos Pellicer
El dueño de casa da unos pasos
dentro de los rígidos pantalones,
mueve sonriendo la cabeza
de izquierda a derecha
mientras la sonriente esposa
repite un ademán con el brazo
hasta que el dueño de casa
se detiene a su lado
y sonriendo se abrazan;
contemplan cómo en un prado
los niños lanzan alegremente
una pelota a un perro y el perro
corre con la pelota en el hocico
y la deja a los pies de los niños
sin dejar de menearles
alegremente el rabo.
El reloj da la hora y al mismo tiempo
que las manecillas de la maquinaria
descompuesta se detienen,
la familia queda sonriendo inmóvil.
CANCIÓN DEL QUE MIRA PASAR LA HORA
Y pasaron micros:
Avenida O’Higgins cuatro,
Catedral-Lourdes nueve,
Estación Central-Pila Cementerio,
Plaza Egaña-Avenida España.
Abajo azules, franjaroja, el resto blanco;
rojas abajo, franja verde y arriba cremas;
cremas arriba, franja naranja, rojas abajo.
Y liebres, de las altas y verdes,
Chacra Valparaíso-Población Santa Adela,
guindas y azules grisáceas,
Plaza Egaña, dos, Recoleta.
Plaza Nuñoa-Vivaceta, siete.
Y troles: el cuatro, el seis, el nueve.
Etcétera.
Y de todos descendieron mujeres:
pelirrojas, rubias, morenas,
y únicamente tú no supiste dar
con el paradero.
NADIE
Las calles están silenciosas
y desiertas. Solamente cruzan
las sombras de los árboles.
No se oyen pájaros, bocinas
ni siquiera el motor inminente
de un auto siempre aproximándose.
Los ascensores, las escaleras
y pasillos de los edificios, vacíos.
En una cocina un charco en torno
al refrigerador que se deshiela
con sus bandejas desnudas
y la puerta abierta.
Conservada en el hielo
no hay más que una arveja
muy pequeña, redonda y verde.
HOCKEY
La muerte canadiense
se desliza hacia mí,
rauda sobre el hielo
como un jugador de hockey
esgrimiendo
su guadaña de palo.
Yo no sé ni patinar,
yo juego fútbol, le digo.
FIRMA
La ge es una cabeza de grillo
aumentada con lupa, sin ojos,
una piedra ladeada, abajo
el mango del espejo de mano.
La o no es una o,
es una i sin punto.
La ene es una gaviota con tres alas.
La zeta, una espina naciente,
el vientre de una abeja picando.
La letra a, una azada sin asta,
el taco de goma de un zapato.
La ele un álamo, un balaustre.
La última o un huevito
del color de las uñas.
La eme un báculo, el chorro
de la fuente cayendo y subiendo.
La i el hijo, pulgarcito.
La doble ele, los gemelos.
Inconclusa.