Día a día
(Traducción al español de Marco Antonio Campos y Emilio Coco)
1
“Nadie, mamá, ha sufrido nunca tanto jamás…”
Y el rostro ya desaparecido
Pero vivos aún los ojos,
De la almohada volvía hacia la ventana,
Y llenábase el cuarto de gorriones
Hacia aquellas migajas esparcidas por el padre
Para distraer a su niño…
2
Ahora podré besar sólo en el sueño
Las manos confiadas…
Y discurro, laboro,
Apenas si he cambiado, temo, fumo…
¿Cómo es posible que rija tanta noche?
3
Los años traerán
No sé cuáles horrores,
Pero te sentía al lado mío,
Me habrías consolado…
4
Nunca, no sabréis nunca cómo me ilumina
La sombra que se me pone al lado, tímida,
Cuando no espero más…
5
Ahora ¿dónde está, dónde está la ingenua voz
Que al correr resonando por los cuartos
Aliviaba la aflicción de un hombre fatigado…?
La tierra la deshizo, y la protege
Un pasado de fábula…
6
Toda otra voz es eco que se apaga
Ahora que me llama una
Desde las cimas inmortales
7
Busco en el cielo tu dichoso rostro,
Y mis ojos en mí ya no vean otra cosa
Cuando querrá también cerrarlos Dios…
8
¡Y te quiero, te quiero, y es un continuo sobresalto!…
9
Enfurecida tierra, horrible mar
Me separa del sitio de la tumba
Donde ahora se dispersa
El martirizado cuerpo…
No importa… Siempre escucho más distinta
Aquella voz del alma
Que no supe aquí abajo defender…
Me aísla, siempre más festiva y amiga
De minuto en minuto,
En su secreto simple…
10
He vuelto a las colinas, a los amados pinos,
Y del ritmo del aire el patrio acento,
Que ya no oiré contigo,
Me quiebra a cada soplo…
11
La golondrina pasa y el verano con ella,
y yo también, me digo, pasaré…
Pero del amor que me desgarra quede
No sólo un signo, un breve ofuscamiento,
Si desde el infierno llego a algún sosiego…
12
Bajo el hacha la rama desilusionada
Cayendo se lamenta apenas, menos
Que la hoja al roce de la brisa…
Y fue la furia que abatió la tierna
Forma y la afectuosa
Caridad de una voz me consume…
13
Ya no me trae furores el verano,
Ni la primavera sus presentimientos;
Puedes declinar, otoño,
Con tus glorias estúpidas:
¡Por un deseo despojado, invierno,
Despliega la estación más clemente!…
14
Ya a los huesos me ha descendido
La sequedad otoñal…
Pero prolongado por las sombras,
Sobreviene infinito
Un demente fulgor:
La tortura secreta del crepúsculo
Hundido…
15
¿Sin remordimientos evocaré siempre
Una hechicera agonía de los sentidos?
Escucha, ciego: “Ha partido un alma
Del castigo habitual todavía ilesa…”
¿Menos abatimiento será no oír
De su pureza los intensos gritos
Que sentir casi extinto en mí
El temblor pavoroso de la culpa?
16
A las luces que suenan de los vidrios
Cuadra un reflejo en el mantel la sombra,
Al lustre lábil de una orza vuelven
rebosantes hortensias del arriate, un ebrio vencejo,
el rascacielos en llamas de las nubes,
Sobre el árbol los brincos de un niñito…
Inextinguible fragor de olas
Puede que llegue entonces en el cuarto
y, a la firmeza inquieta de una línea
azul, cada pared desaparece…
17
El clima es dulce y acaso al lado pasas
Diciendo: “Este sol y tanto espacio
Te calmen. En el puro viento, puedes
oír mi voz y el tiempo que camina.
Poco a poco he recogido en mí y cerrado
El mudo impulso que hay de tu esperanza.
Soy para ti aurora e intacto día”.
(1940-1946)