

Presentamos tres textos claves del imprescindible poeta mexicano.
Gilberto Owen
El infierno perdido
Por el amor de una nube
de blanda piel me perdí
duermo encadenado al cielo
sin voz sin nombre sin ser
sin ser voz suena mi nombre
mas dónde sueña no sé
que se me enredó la oreja
descifrando un caracol
tras una reja de olas
lo hará burbujas un pez
mas mi boca ya no sabe
la sílaba sal del mar
sílaba de sal que salta
del mar a mis ojos sin
lágrimas que la desposen
y el frío mal traductor
mal traidor ángel del frío
roba mi nombre de ayer
y me lo vuelve sin fiebre
sin tacto sin paladar
contacto bobo del cero
grados que era su inicial
con sus tardes de ceniza
en mi lengua de alcohol
en su verde voz de llama
de menta ahogada mi voz
con su blando amor de nube
que al orden me encadenó.
Clave
Donde el silencio ya no dice nada
porque nadie lo oye; a esta hora
que no es la noche aún sino en los vacuos
rincones en que ardieron nuestros ojos;
donde la rosa no es ya sino el nombre
sin rosa de la rosa y nuestros dedos
no saben ya el contorno de las frutas
ni los labios la pulpa de los labios,
grita Elías (arrebatado en llamas
a cualquier punto entre el cielo y la tierra)
grita Elías su ley desacordada
en el viento enemigo de las leyes:
“Cuando la luz emana de nosotros
todo dentro de todos los otros queda en sombras
y cuando nos envuelve
¡qué negra luz nos anochece adentro!”
La semilla en la ceniza
Angustia sin edad de alguien quemándose entre tus cabellos
Hay demasiado trópico en la nieve de la colina almohada de tu seno
Mañana que me den un alba de limón de perfil lívida
Ya sabré la última curva de tu geometría de espumas
Entonces creceré hasta esa rígida soledad que se afila los gritos
En un paisaje irrespirable de fábricas
Qué mensaje seremos yo y ese pájaro sin voz y sin atmósfera
Ahorcados de ceniza en el alambre sobre el árido río de la vía
Qué amarilla palabra mortal para qué gozo prohibido
De alguien de pie en el humo del pecado llamándonos para nacer
Semáforo a la boca del túnel antes de la catástrofe
Alguien sí por completo sin edad y sin soñar del mar sin sueño
Como esos camarotes sin ventanas que sólo han oído
hablar de él a las olas
Hijo nonato que sólo nos sabe por la roja marea de la madre
Así nosotros a Dios por lo que de él nos preguntamos
Apaga tu vigilia y bébeme de llama triangular de tu incendio
Alarga en chimenea tus cúpulas sin empleo y sea humo su leche
Este otoño serán cúbicas todas las frutas y en claro oscuro
Y yo no estaré presente a la cuadratura de tus ojos
Y mañana habrá otra vez escaleras con un ángel en cada estación
Y qué haré para recordar el baile de mis serpientes capicúas.