No es el miedo y otros textos
No son los días
No son los días sino las entrañas
flotando en este río de crímenes
cuando en su deriva atesoran miserias
que la hartura acumula
como discordias esquizofrénicas.
No son sino los hombres,
y su gran ojo sin alma,
todo escombros ellos,
los que imaginan un lienzo irreal
con una aspereza obvia
y un aire torvo.
No es sino su pesadumbre
la que arde sin llamas,
sin cenizas que la sofoquen,
ni esa hosquedad de un paisaje de piedras,
al dejarnos sin la luz del consuelo.
No son los días sino su historia
la que se abate como un ángel ebrio,
con aliento espeso y mala fiebre
a decirnos del pasado
como un final sin piedad.
No son sino las palabras
que funden una luz afligida
en el rostro de esa niña,
ayer virgen aterida,
más sueños que vida,
echada sobre su dolor sembrado,
ante una eternidad sorda y cobarde.
No es el miedo
No pesa el miedo,
es voz helada
y muertos que no están en su sitio.
No huele,
es luto sucio
y huérfanos que tantean su animal.
No es hechura,
sino pena sola
bajo el pájaro de la noche.
No es crónica,
sino muerte cerca de sí
entre dedos que rezan cuando.
No es perro negro,
sino hombre sin pestañas
y una mano más vieja que la otra.
No es saborcillo,
sino beso frío
y una locura sin nunca.
No es calamidad,
sino la caducidad del contorno
con hojas sucias y viejas.
No es histrión,
sino un soplo de muerte
sobre el fango
y la escarcha de sangre.
No es el mar
No es aurora el mar,
es candileja que comparece
ante el efluvio que se desploma.
No es hégira
sino luz tenaz
de unos niños en su orilla.
No es avería
sino agua peinada
y fe para más adelante.
No es luna
sino mujer en ausencia
y la maresía en sus pies.
No es árbol sin sombra,
es agonía que alza al hombre
cuando coge el color de su olvido.
No es cangrejo
sino el curso en pos de su vacío
cuando las cosas tropiezan.
No son sus olas,
es la cicatriz invisible
después de ciertas quemaduras.
No es reposo,
acaso horizonte con caballos
y cien tortugas manándose.
No es la sal,
sino un aroma dócil
y sexo azul entre ojos
que piensan.
No es rabo de nube,
es el hombre que se oxida
entre mariposas y tres silencios.
No es sol,
sino purísima luz última
para esta penumbra sordomuda.
De Cierta grey alrededor
Ellos en la plaza
/un cartel con risa al lado
A eso de las tres de la tarde
el vals de la indignación
/mar de fondo
A todos le patearon los sueños
/y ello es decir poquito
Minutos después
la furia
los cantos
los sueños
/por fin
serán felices
preguntan cuánto durará el sueño de Eliot
/más a su lado que ellos mismos
Aún así, aunque distante
cómo agradecen los gestos que no ven.
Dios es un solitario
En dos esquinas un río escabroso,
hombre y mujer
/ciegos
espejándose en la Irlanda del siglo V
escuchan The stolen child.
De Poemas irlandeses
VII
Pero ella, de tanto renunciar adelgaza
es amante nueva
tan esbelta a sus treinta y tres años,
agua que es entre brazos
para un hijo menos,
entre cuatro paredes
y sus zapatos en el borde de la cama
cuando pasa el día,
en la manera que ocurre,
aunque a veces no.
Pero ella, con su corazón cansado
se pone la falda lila
busca en el armario un recuerdo,
un eco o una perfección,
ya se sabe,
para ensayar si se escapa de su falda
y se va por ahí,
untada de lo encontrado
con su hermosura al aire,
mecida por lo que no pasa,
a husmear la huella de su animal.
De Casa de nosotros