Día de muertos
(Traducción al español de Pura López Colomé)
Una tarde otoñal
a Karl Rock
La aldea color castaño. Algo oscuro se muestra
Paso a paso en los muros que se alzan en otoño,
Figuras: lo mismo el hombre que la mujer, muertos van
Por habitaciones frescas a preparar su lecho.
Aquí juegan los niños. Sombras pesadas se ensanchan
Encima del estiércol. Las niñas van
Por un húmedo azul y a veces los miran
Con ojos llenos del repiqueteo de la noche.
Hay una taberna para los solitarios
Y un demorarse con paciencia bajo oscuros arcos,
Bajo nubes doradas de tabaco.
Y sin embargo, he aquí al ser negro y cercano.
Bajo las sombras de viejos arcos,
El ebrio medita sobre las aves salvajes a lo lejos.
La bendición de las mujeres
Caminas bajo tus mujeres
Y con frecuencia sonríes nerviosamente:
Aterradores son los días por venir.
La amapola se marchita, pálida, en el seto.
Tan hermoso como tu vientre hinchado,
El vino madura, se dora, en la colina.
El espejo de un estanque brilla a la distancia.
Y la guadaña tintinea sobre los campos.
El rocío entre los arbustos.
Siguen cayendo las hojas escarlata.
Para recibir a su amada esposa,
A ti se aproxima un moro, moreno y rudo.
Horror
Me vi andando por habitaciones desiertas.
Las estrellas bailaban, locas, sobre el fondo azul,
Los perros ladraban fuertemente por los campos,
Y un viento salvaje gritaba entre los árboles.
Y de pronto: silencio. La tenue llama de la fiebre
Hace surgir flores venenosas de mi boca,
Y cae el rocío, pálido y chispeante, desde las ramas
Como desde una llaga, gotea y gotea cual sangre.
Por el engañoso vacío de un espejo
Surge desde el horror y la oscuridad
Un rostro, lenta e indistintamente: ¡Caín!
La cortina de terciopelo roza apaciblemente.
La luna brilla sobre el vacío a través de la ventana.
Heme aquí, a solas con mi asesino.
Día de muertos
A Karl Hauer
Hombres y mujeres, tristes compañeros,
Esparcen hoy flores rojas y azules
Sobre tumbas tenuemente iluminadas.
Van como pobres marionetas antes de morir.
Y cómo se ven llenos de miedo y humildad,
Cual sombras, de pie tras negros arbustos.
Los lamentos del nonato penan en el viento otoñal,
Y las luces van a la deriva, confundidas.
Las quejas de los amantes respiran entre las ramas
Donde los cuerpos de una madre y su hijo se descomponen.
La danza de los vivos parece irreal
Y extrañamente dispersa en el viento vespertino.
Su vida es tan atribulada, llena de plagas desoladoras.
Dios tenga piedad del infierno femenino y su tormento
Y esos lamentos de muerte sin esperanza alguna.
Los solitarios vagan en silencio en el gran salón de las estrellas.
Las ratas
La blanca luna otoñal brilla en el patio.
Fantásticas sombras caen de la orilla del techo.
El silencio habita en las ventanas vacías;
De pronto, las ratas emergen suavemente
Y pasan chillando por aquí y por allá
Y un vaho grisáceo husmea tras ellas
Desde la letrina. Ahí,
Fantasmagórica, chispea la luz de luna.
Y ellas, como locas, chillan de avidez
Y cubren la casa y el granero,
Pleno de frutas y semillas.
En la oscuridad, vientos helados lloriquean.