Canto para un padre y otros textos
(Traducción al español de Emilio Coco)
OCHO DE MARZO
Seré puntual este ocho de marzo
para celebrar tu cumpleaños, padre,
los ochenta y cuatro años
que llevas desde hace tiempo en silencio.
Llegaré con un hermoso ramo de mimosas
que anuncian siempre la radiante
y cierta primavera, llegaré confiada
en compañía alegre de tus nietos.
Tranquilos comeremos todos juntos
en la mesa intercambiando ideas
y sentimientos con que parar el tiempo.
Será como sembrar una nueva semilla
darte al fin aquel beso que hasta ayer
no te di nunca y luego despedirme.
CANTO PARA UN PADRE
La imagen de tu rostro, padre mío,
tiene la huella del siglo que muere,
como de arado y viejo campo vivo
o árbol solemne de semillas al viento.
Tu raíz está en un cielo matinal
de mil novecientos diez en primavera,
como una encina poderosa vives,
las hojas y los amplios ramos podando
con la paciencia del agricultor,
el alma conformando al paso de los años.
El sacro tiempo de una vida humana
decían los antiguos es justamente un siglo
que ya se acaba junto con tu vida.
Si acaso de un gorrión o un petirrojo
escucho el grito como desde un surco
me llega la respiración tranquila
que se asemeja al soplo tan antiguo de Príamo.
En el siglo que viene te adivino
y tu rostro de niño nuevamente contemplo.
EL POETA CAMPESINO
Y ahora cava alrededor de la planta
que germina como una palabra
es un ramo de oro la manga que mueve
en el centro de un hermoso campo en Viterbo
reza y entretanto araña el primer hoyo
cuidando no cortar las raíces.
Tiene cuarenta o quizá cuatrocientos años
el campesino en la tierra negra escarba
con las manos desnudas y entre vasos rotos
y fragmentos hunde sus dedos sucios
extrae una patata y otras más
empuja una carretilla llena de cosas.
En el cielo resplandece el sol de la mañana.
No sabe que es un centinela
cuando en su azada se apoya.
Y ahora tú entras en casa te sientas a la mesa sonríes
todo es como siempre somos siempre cuatro
sentados en los cuatro lados hay una gran calma
está todo en orden en el centro el pan y el vino
en un blanco mantel con bordado de vainica
en la ventana el níspero de verdes hojas relucientes
y una hermosa luz que entra y parece acariciarnos
las paredes nos miran blancas como otras veces.
Hay personas que permanecen serenas juntas
quietas en su lugar con la alegría del descanso
y de ser reconocidas como pájaros en la nieve.
Poca cosa es el llanto de años amargos un soplo apenas
el hecho de cojear los tres sólo un recuerdo borroso.
Lo que queda es un sueño más que un instante de eternidad.
POETAS AMIGOS EN ROMA
Me he inclinado hacia los poetas amigos
que ya no están aquí
no para hacer mis cuentas pero las cuentas están abiertas
yo aquí inquieta y ellos allá serenos
voces que se escuchan claras aquí en Roma
el mundo que estuvo donde estuvo la palabra
hará falta aún llamarse y reunirse en un sitio ameno
alguien se fue ya alguien se queda aún un poco en espera.
Somos sólo los huéspedes de honor de la famosa vida
ya no queda tiempo para hacer vivir a los ausentes
es mi obligación ahora que tengo más años que ellos
ya no es el caso de buscar puntillosamente un resguardo-rima a la tormenta.
Me he inclinado hacia los poetas que están allá
estaban en riesgo como las golondrinas y los jilgueros
ahora están muertos y muertos para abrir los ojos a los vivos.
El camino lo han tomado así siendo muchachos
uno detrás de otro como en el colegio con el peso-cabás en los hombros
algunos calmos y algunos con una bofetada y un empujón
yo vengo apenas después en la fila
que es necesaria para aprender la lección.
Primero Paolo valeroso y Pietro esquivo y Dario que reía
Nadia con el flequillo en habitaciones de alabastro y Giovanna con las manos juntas
Beppe con los ojos celestes como los celestiales de Amelia
que ya contaba infinitos cadáveres y terrores y punzadas amargas.
Nosotros de la comunidad de los inermes y de los perdidos
nosotros los pródigos para siempre y por casualidad a salvo
nosotros aguantábamos presagiando la carencia de mundo
ah cuántos prados quemados que debían reverdecer
y cuántas trincheras gentiles que hacía falta habitar
se aprendía a ser humano y también ahora
ahora los poetas amigos no son apariciones de la mente o sueños
caminan por las calles de Roma ya no tienen que cumplir con la vida
pero siguen tranquilos hablando a lo largo del Tíber que corre.
No es verdad que me siento más sola y empobrecida
los poetas no mueren nunca, nunca y vuelven siempre
vienen a buscarme a casa y no ha cambiado nada.