Gabriela Rosas

Consejos prácticos para amar
y otros poemas

 

 

 

 

 

Postal

Una boca es solo eso
hasta que te abre en dos
y habita la tormenta que eres
entonces, tiemblas

en una boca cabe toda la lluvia.

 

 

* * *

 

El hombre se desnuda por toda la casa. Se mece, prepara el café, enciende la televisión, bebe un poco de agua. No me ama lo sé. La cena no siempre es en la boca, me cuenta su parte de la historia, se arrodilla, lo levanto, le miento, nos mentimos. Pasan dos años. El hombre llora, como un niño llora. Me niega, tres veces me niega, luego me acaricia. Vuelve con girasoles en una bolsa roja, me planta su ternura en la cocina. Lo miro, trae un caballo, sin montura, trae un caballo.

El hombre sabe que el abrazo pequeño me conmueve. Viene a decir que el mar, sus altas olas, sus orillas, no eran imaginaciones. El hombre se duerme sin dar la batalla, la noche se le quiebra junto al pecho, el pecho queda solo. No hay nada más triste que la soledad de alguien que pudo ser amado. La noche sobrevive, el hombre no, al hombre se le mueren las caricias.

A oscuras, todo es tan claro.

 

 

* * *

 

Lo veo dormir. Nos tocan las palabras hondo. Nos sembramos para siempre uno en el otro.
Nadie nos salvará. Nadie puede borrarnos lo mordido, el olor a coco, los labios, los domingos.

No pudo ser.

Toda la sal del mundo cayó sobre la mesa.

 

 

 

Consejos prácticos para amar

No subtitule.
No sea literal.
No se apegue.
No insista.

Si ha ido a un funeral, sabe cómo termina todo.

 

 

* * *

 

Desamparo es no tener quien te desnude.

 

 

* * *

 

La infancia
la cama de mi madre
plena
sin grietas

Las rosas de mi abuela

el patio que no tuvo mi hijo
sus pies descalzos

Agosto
adiós y muerte

Sin hijos
somos parques abandonados.

 

 

* * *

 

De noche las cayenas hacen cruces.
En el luto,
todos los días son sábados,
todos los días son de madrugada,
todas las madrugadas duran diez años.
Llueve como quien llora a una madre.

Entre nosotros
nunca más los ángeles.

 

 

* * *

 

Dime,
cuando alguien se cose una herida
con la madre adentro,
sin memoria que tome tus manos
¿cómo suena una casa mientras cae?

Ahora trata de dormir,
canta un recuerdo
que despierte la madera
para incendiar los retratos, las hélices,
el vacío.
Lo que nunca más.

Nadie me soñó,
por eso escribo.

Gabriela Rosas (Caracas, Venezuela, 1976). Es poeta, aforista, narradora y editora. Publicó los poemarios La mudanza (1999), Agosto intermina ... LEER MÁS DEL AUTOR