Franco Sepe

Evadirse de nuestra propia piel

 

 

 

(Traducción al español de Emilio Coco)

 

 

 

De Naufragios en aguas de puerto

 

 

No cierra nunca

los ojos

por la noche duerme

con los párpados

colgados

 

No hay pensamiento

que pueda calmar

la ola de pánico

 

 

*

 

Tiemblan sus patitas

de gorrión

frotan la hierba

dejando flores arrancadas

 

avanza con sus manos

extendidas

manos de santo

paradas en el aire

todo aristas…

 

eternamente solo

en su camino.

 

 

 

 

De Elegía planetaria

 

 

VI

 

A Ion Mavilo

 

Has tironeado tu caverna de agua

cuerpecito  decantado en un inmóvil

licor de bonanza.

Revolcarte en el óvalo de la cuna ahora es para ti

renacimiento desde un sueño  trastornado

ganas de vida la mordedura de la entraña

que se derrite en llanto, garganta tendida

hacia una vena escondida de la fuente

aliento corto capturando el chorro

de esa única linfa.

Con el ímpetu animal de quien ignora

estás a salvo, pero quién sabe para cuánto tiempo aún

de papillas liófilas, de comidas hibernadas

de los genes extendidos en la lámina para temperar

al gusto el suplicio del trigo.

 

 

 

XI

 

para Antonella Anedda

 

Las alturas mueven un aire de piedra

el pico ceñido por el maestral aleja

de sí lazo y arpón.

El hielo levanta las costillas en forma de dedos

abiertos, listo las une come párpado

batiente.

El cuerpo es honda y arado

dura vibración dentro de la vía

esdrújula.

Una desviación de lado al levantarse

el mercurio aplana la bajada

de próspero cristal, átomos

que se toman de la mano lanzados

en el estruendo de la vaguada,

mísero freír de vidrios debajo

de la amoladura del hielo,

la madera de los muros clavada

en la piedra sepulcral.

Devastaciones de un rollo

de nieve.

Blanco irisado y perpetuo

cubriendo de sí

hombres y cosas.

 

 

 

 

De Impermanencias

 

 

Allá volveremos todavía

con la sangre amedrentada

el cuerpo reducido a una trama

tentando umbrales y postigos

con mano de niño

para sustraernos a los años

en perenne acecho

con sus alientos corrompidos.

 

Volveremos todavía

enmudecidos hasta la apnea

en las necrópolis del corazón

cada cual arengando sus recuerdos

en busca de los años perdidos

años que parecen días

donde todo ha ocurrido ya

donde todo un tiempo

parecía aún posible.

 

 

***

 

Desde un alba a la otra

se acortan los días

que a nosotros los niños

detrás de una luz de vidriera

nos parecían eternos.

A nosotros los niños

que éramos nada

y éramos todo.

 

 

 

 

De Fragmentos del vivir sutil

 

 

Siempre abierto diario donde dejas

de anotar la vida. Injusto existir

por una petición de gracia sin un alma

a quien dirigirla.

 

Todo aquí el esfuerzo: saber estar a lo convenido

como raíces entre piedras tapiadas debajo de un vértice

de cielo que hace cosquillas.

Vencer, no detenerse en la muerte.

Crecer,

en el vigor del holocausto.

 

 

***

 

Una sola ley: resistirse a la entrada

en el nuevo cuerpo, detener la forma

tierna en gozosa progresión

reduciéndola como línea en la hoja

(para que no paste el blanco)

y desde allí nuevamente al cuerpo

trazarle pasillos de continencia

en el frío estelar.

 

Despegando la cometa

de todo amarre terrestre,

con las caderas derechas y el pecho

que implosiona,

ensayar en fin el éxtasis de los santos.

 

 

***

 

Evadirse de nuestra propia piel

desafiando a dejárnosla.

 

Carne que ya no quiere servir

ni acrecentarse,

apostasía

drama de un cuerpo

excelso

bajo la tutela de la enfermedad.

 

 

 

 

De En la casa extraviada de la mente

 

para Ildo E.

 

Ha caído la luz en aquel occidente

de la palabra…

palabra a flor de labios

que no viene,

sumergida en los más negros

bajíos,

palabra carente de resurrección.

Palabra que persigue una tinta

común –

estigmas labiales

en la bruma indistinta

de las cosas.

Franco Sepe Ha nacido en Fondi (Latina) en 1955. Después de realizar los estudios universitarios en Roma se trasladó a Berlín, donde vive. Enseña en ... LEER MÁS DEL AUTOR