Cicatrices y estrellas
Gravedad y gaviota
No es simple constatar la indiferencia de los amigos ante el paisaje.
Ellos olvidaron la costumbre y manía
de reconocer otras huellas en la arena de la playa.
Las dunas en ese lugar guardan secretos de adolescentes
que luego la noche se encargará de reunir.
Al mar se le debe mirar de frente
y visualizar sus cambios del turquesa al plata,
seguir el vuelo de las gaviotas que desafía nuestros leyes
/ de gravedad
y viven emigrando de un país a otro
como ropajes de gitanas.
Por lo menos aquí se puede andar
con el cuello de la camisa abierto y descalzo,
esperando las sílabas que pronuncia el oleaje,
ondulaciones que no se preocupan
de figurar en el mapa.
Cicatrices y estrellas
Bajo la música del Duque y las páginas de Vian me escondo
entre la sombra de personajes que bailan hasta desaparecer.
Hermoso lugar, como el país diminuto en que el gato
es monarca absoluto entre insectos y hojas secas.
Pero a veces el universo de otros es preferible a esta tarde
de junio, en que vemos desfallecer las luces
a través de la espuma de los días y un espejo engañoso.
Cascadas de big band, cicatrices y estrellas.
Sin despertar al follaje
Miramos las hojas de los árboles
donde quedan nuestros vestigios de humanidad
con más aprensión que quietud
pues el viento tratará de borrar todo,
incluso la ventisca de tu pelo
en cuyo bosque suelo desaparecer.
Si la magia no fuera pasajera, dirías:
¡Espéranos, tiempo inexorable!
Y deja que el árbol, diga árbol
cuando mueve las hojas.
Capítulo de novela
Pertenezco también a esta ciudad,
creo en la ficción que encarna,
el de alguien que no se reconoce en los espejos.
Pienso en lo que alimenta a estas calles
en el atardecer donde caminas,
única amiga de estos años reales,
al salir de un film que retrata
a dos trashumantes buscando empleo,
escribiendo absurdos sonetos
acerca de la risa que nos provoca un diálogo de sordos
o el viajar en un anacrónico Austin-Mini.
Pertenezco también a esta ciudad,
mas algo nos une y separa del abismo,
de cuartos vacíos y sombras
que se encuentran un instante
en lo que está más allá de nosotros.
Allí duerme mi padre
Visito el cementerio:
allí duerme mi padre
sobre polvo y más polvo
donde no hay más que el silencio sordo de otras voces,
lápidas casi borradas por las tempestades:
débiles huellas sobre el mármol.
El viento desordena el entorno.
camino sobre pétalos resecos
que se unen a la tierra,
sobre pedazos de labios
que se juntaban para amarse.
Pero no hay respuesta.
Un día espíritu y carne
fueron fuertes,
vagaban sin prisa,
releyendo en el aire las señales de la vida.
Estoy de pie en este mundo,
mirando como muere la tarde,
sintiendo la enarbolada sensación de contener
en un segundo otros ecos.
Hay pasos que oyen,
hay ojos disueltos que observan,
también el destello de la nada.
Allí duerme mi padre
frío y delicado como la nieve.