Nadie viene
(Traducción al español de George Nina Elian)
Ser hierba
penetrarte la hierba de la lluvia
olerte un caballo
y comerte sus dientes de caballo
y oler a tomillo y flores sanjuaneras
como una novia
cuando viene la guadaña
y te sega
con su boca de muerte –
entre todas la más bella
*
Crecen nieblas desde las montañas
brumas desde las brumas
nos rodean – nos encierran
de todas las partes
y la lluvia nos llueve
y pájaros amarillos
balitas amarillas
se dirigen a los insectos
en vuelos bajos.
El día – fruta agusanada
cae en el regazo de la hierba –
sueño crudo no cumplido
el día de hoy.
*
Los grillos de la tierra de los grillos
de la tarde de los grillos
cuando el crepúsculo se confunde
con el anochecer
cuando los ruiseñores rusos tejen redes de oro
entre la montaña y las estrellas
– ¡oh, la morbidez
afligiendo
la hora de la sobreabundancia!
Una mano gira el reloj de arena
del día hacia la tarde
del cielo hacia la tierra
un ojo nos mira
desde arriba
como nos extinguimos en éxtasis
*
Nadie viene – nadie se llama la persona que me conoce
Más tarde quizás el perro
guardará mi tedio
mucho más tarde los caballos
comerán mi escrito
crecido junto con la hierba bajo la lluvia
el enjambre amarillo – los luganos
y mucho más tarde las lilas, los murciélagos
el valle y la colina
el río con las piedras y piedrecitas
nadie con nadie.
Señor, de tanto silencio
contigo conmigo
reverdecemos florecemos…
*
La hierba me está escribiendo
una otra frente una otra cara
arrugas de hierba
florecitas
envejeciendo sobre mi boca.
Un paisaje en paisaje
el rostro procesado
por el tiempo por las estaciones.
Sólo una araña
está escrutando el lugar
tejiendo una red
en mi ausencia.
*
Verde soledad silencios verdes
desde el cielo hacia la tierra
en el infinito del susurro
de la muchedumbre valiente
el infinito de la vida/muerte que nos protege
en un círculo encantado por el verde
– el verde
a través del cual fluye el río
a través del cual pasa el verano somnoliento
migas eternas eternamente enamoradas
*
Y las noches
Yo lo sabía,
el viento se calmaba
y la luna pasaba sobre los viñedos en flor
haciendo fluir en sus copas
polen astral.
Lentamente, profunda, silenciosa,
la luna estaba pasando
sobre las flores del viñedo,
sobre mi corazón
y en el bosque de acacias
los ruiseñores comenzaban
su blanca noche de canto.
Todo era hermoso y lleno
y el gran ojo de la muerte
me miraba desde la cima
del mundo.
A su alrededor — deseos, amores,
ruiseñores y flores de viñedo,
y lluvias selenares, y ensueños
crecían concéntricamente
hasta la cima —
pero a través de todo penetraba
con tanta calma
el ojo de la muerte.