El sueño del cormorán
El sueño del cormorán
Arrullado por el leve
susurro de las olas
navegando su vuelo profundo,
no escucha la canoa
que se acerca al roquerío
en la más perfecta negrura.
De pronto una antorcha
encandila su sueño
que rebota y cae
atontado
en el oleaje.
Así es como se logra
dar caza al cormorán:
viciándolo de luz
hasta que sea
de noche para siempre.
La lengua
Me saco la lengua
y me pongo otra.
Pero me queda grande
el yagán.
Tantas nieves
para mi sola nieve,
tantas playas
para mi sola playa.
Yagán se escurre
como arroyo de montaña.
Las palabras son peces
que boquean en la orilla.
En el hueco de mi lengua
arrojo otra, que es
como decir:
abro otros ojos,
abro el asombro,
completo el mundo.
Estábamos pobres
Estábamos pobres,
dice la abuela,
que aprendió el yagán
antes que el castellano.
Estábamos pobres,
como estar perdida
o enferma.
Cosas que a cualquiera
le toca transitar
y luego pasan
como pasa el invierno.
La pobreza no es una condición,
sino un estado.
Todos experimentan
en algún momento el hambre
y en otro
la felicidad del alimento,
la dicha del estómago colmado.
Lo mismo toca a veces
a los zorros
y a toda fauna
que anda por los bosques.
Rico y pobre
son conceptos arrastrados
a esta costa
como tantas otras cosas.
Como nosotros.
Que no sabemos estar.
La buceadora
Yo soy la que desenreda
los bosques bajo el agua
la que amaina las corrientes
con mi cuerpo solo
ungido de aceites animales.
Yo soy la que bucea
entre las algas
para dar
con el erizo y la centolla.
El tajo que dibuja mi brazo
en la espesura
se detiene
en el descanso de la anémona.
Mi mano bajo el agua te saluda
desde otra época
mi mano
como un remo
perdido
en el oleaje.
Augurios
Todavía
los búhos cargan
en su pico
el mal agüero
y los chimangos
gritan
su presagio
de nevadas.
Pero ver sin mirar
y oír sin escuchar
es lo que nos fue dado
en este tiempo.
Como una verdad
que nos habla en la boca
y no entendemos
ni sabemos
tragar.
Poemas de Los bosques bajo el agua/El Lento deambular de las tormentas
(Tanta Ceniza, 2024)