Florencia Lobo

Oficio de la memoria

 

 

 

Palabras de este mundo
Nueva poesía argentina
Selección y edición: Marisa Martínez Pérsico

 

 

 

 

Cuando Ángela Loij dejó este mundo*

 

Cuando Ángela Loij dejó este mundo

en la casa sin número

de la calle Reverendo Padre Forgacs,

los policías hicieron

el inventario de sus bienes.

130 elementos dejó Ángela Loij,

la extinta Ángela Loij

cuando dejó este mundo.

Dos sacos azules en regular estado,

un jarro, un colador, algunas sillas,

un fuentón, dos camas, una almohada,

un chal y un mantel, entre otras cosas,

130 elementos, 130

fragmentos de su vida en esa casa

de madera y chapa de la calle

Reverendo Padre Forgacs.

Pero digo yo, señores jueces,

que es justo y necesario, convengamos,

mejor tarde que nunca, corregir

ese inventario.

No figuran en el acta, por ejemplo:

cuántas lunas entrevistas, cuántos soles

subiendo y bajando entre las olas

cuánta tierra caminada, cuánta tierra

cuánta estrella fugaz, nieve y ventiscas

cuánto aire raspado por su nombre.

¿Cuánto es 130? ¿Es mucho o poco?

¿Es más o es menos

que el tiempo del invierno?

¿Es más o es menos

que un fuego que anochece?

¿Es más o es menos

que tener memoria?

¿Es más que quedar sola?

¿Cuánto es 130? ¿Cuánto es nada?

¿Es más que el aguacero desatado

el mar entero, el mar, laguna grande

los peces resbalosos de las playas

las piedras con formas de ballena

las ballenas reales inasibles

los zorros, el buen junco, las gaviotas

el viento, el frío, el hambre, las heladas

la leña ardida ardiendo siempre ardiendo

una estela entre los pastos semillados

un corazón saltando entre las flores

la tarde sobre el último diente de la tierra

todo el cielo del norte, la luz, todas las horas?

Nada de esto figura entre los bienes

de Ángela Loij, ciudadana argentina

ciudadana de este mundo y de ese otro.

La que corrió de niña entre coirones

la que se llamó Karsieyan y tuvo un padre

una madre, tres hijos, compañeros

con el perdón de Dios o sin perdones.

La que nació con familia y murió sola,

la que enterró a sus hijos

y murió sola

atorada con algo en la garganta,

con algo y mucho más

en la garganta,

Ángela Loij, crepuscular y extinta.

 

* Poema inspirado en un fragmento del acta de defunción de Àngela Loij transcripta por el periodista Mingo Gutiérrez en su blog “Mensajero del río”.

 

(Inédito)

 

 

 

 

Paseo 

 

Caminamos de la mano

y la tarde enciende su otra luz para nosotros.

Estamos felices, sin motivo claro,

a pesar del cansancio de los días

y del daño instalado en todas partes

y de no saber qué será del mundo

mañana o pasado.

Mañana o pasado son países lejanos,

pero ahora caminamos de la mano

y sentimos que así el alma se sostiene

en medio de la fragilidad que nos aturde,

porque caminar de la mano es más fuerte

que la tristeza que tensa el corazón del mundo.

¿No podría ser acaso que dos manos unidas

logren simular un axis mundi?

A lo lejos las nubes viajan lentas y rojas.

Jugamos a que somos prerrafaelitas,

vos me hablás del corazón de los océanos

y de las extrañas antenas de los cerambícidos

y yo escucho asombrada y te pido que me cuentes

otra vez aquella historia increíble

sobre la compleja reproducción de los meloidos.

También damos lugar a pensamientos simples,

que a nadie exaltan, a nadie dañan, a nadie importan

más que a nosotros para reconciliarnos con la vida.

Caminamos de la mano

mientras la noche va cercándonos

y nos inunda nuestro propio silencio

ajeno al alarido de las cosas

(porque arriba y abajo de nosotros se libran

ciclópeas batallas que apenas intuímos:

¿quién ganará, el agujero negro o la estrella?,

¿quién ganará, la tarántula o la avispa?).

No nos gustan las anchas avenidas,

preferimos la sobriedad de los caminos secundarios,

sobre todo si la noche los transita.

No hay poesía en decir que caminamos

y sin embargo, qué poético es andar sin rumbo

mientras el cielo y la tierra se encargan de sus cosas

y la noche se estrella con nosotros.

 

(inédito)

 

 

 

El tiempo

 

Parece decir febrero

que el tiempo

es un animal del aire

que se aleja

 

sin embargo

su sombra queda

y ahí se vive

 

en el levísimo abrigo que da

lo que ya no existe

y permanece.

 

 

 

 

Archipiélago

 

Penetra surdamente no reino das palavras
Carlos Drummond de Andrade

 

Se entra en la palabra archipiélago

buscando islas

 

pero dice la etimología

que lo único hallable ahí

es el mar

 

no un tejido de orillas

un islario bordado

por la espuma y el tiempo

 

solo el mar, el mar inmenso,

el archimar

 

por lo demás, nada sorprende:

toda palabra es por fuera un borde

y en el fondo agua

siempre removida.

 

 

 

 

Oficio de la memoria

 

La memoria

es un arma de

doble

hilo

 

con uno cose

por el ojo del presente

pedacitos de pasado

 

con el otro va

hilvanando

jirones de hoy

tiempo raído

en esa estampa

indescifrable

del futuro.

 

 

 

 

 

Algunas palabras de este mundo

Quiere esta antología, junto con difundir las voces de treinta poetas argentinos nacidos entre 1970 y principios del siglo XXI, ser, con su eco preliminar de Árbol de Diana (1962), un homenaje a Alejandra, de cuya muerte se cumple medio siglo.

Celebrar, desde el guiño de su título, esos pequeños artefactos poéticos perfectos, esas piezas muchas veces brevísimas que dan cuenta de una subjetividad quebrada, de una orfandad metafísica, con unas dislocaciones pronominales que potencian el característico tono de tipo liminar pizarnikeano, siempre al borde, en el umbral o límite entre posibilidad e imposibilidad del decir. Poesía que es desamparo y morada. Claridad y oscuridad a la vez.

Las páginas que siguen son un intento de visibilizar y divulgar un repertorio de voces que se inscriben en distintas tradiciones líricas nacionales: hay derivas de la poesía conversacional, propuestas en clave realista, programas de carácter hermético, de indagación ontológica o continuadores de la tradición de la ruptura, estéticas herederas del neobarroco/neobarroso y de la poesía experimental, del riesgo, que se institucionalizaron en países como Argentina o México, especialmente durante la década del ’90. Poemas en prosa y otros que buscan el diálogo intergenérico o transmedial (lírica, narrativa, teatro). Poemas que no exceden una página (¿una pantalla?) y poemas largos memorables.

Esta muestra responde, además, a una vocación federal y extraterritorial. Incluye autores que nacieron y viven en distintas provincias argentinas –desde Salta hasta Tierra del Fuego– y otros radicados en el extranjero (Holanda, Francia, España), que encarnan una argentinidad poética ‘extraterritorial’ (George Steiner), ‘glocal’ (Vicente Luis Mora) y ‘posnacional’ (Bernat Castany).

 

Marisa Martínez Pérsico
Roma, octubre de 2021

Florencia Lobo Nació en Tucumán en 1984 y se crió en Ushuaia, Tierra del Fuego. Es poeta, editora y correctora. En 2018 obtuvo una beca de creación del ... LEER MÁS DEL AUTOR