Fernando Valverde

Leer a Byron es un acto de rebeldía, una revolución silenciosa

 

 

Por Víctor Manuel Mendiola

 

El 19 de abril de 1824 murió de malaria el poeta Lord Byron en Messolonghi, el pantano al que fue a luchar por la causa de la libertad de Grecia del imperio otomano. Con motivo de este acontecimiento la UNAM publica dos libros esenciales para entender la literatura del siglo XIX.

El poeta y traductor mexicano, Víctor Manuel Mendiola, acaba de publicar en la UNAM una amplia antología del siglo XIX en la que se incluyen el canto I y II de Childe Harold Lord Byron. Se da la feliz circunstancia de que Mendiola es uno de los diez lectores del libro Vida de Lord Byron, la mayor biografía sobre el poeta inglés publicada nunca en español, que aparecerá en unas semanas. Su autor, Fernando Valverde, profesor de Romanticismo y Poesía en la Universidad de Virginia, responde a las preguntas de un poeta al que considera “un maestro” al que le ha unido “el destino trágico de los poetas visionarios del Romanticismo inglés”.

-Tu libro es, en un primer plano, una biografía, pero sobre todo resulta un ensayo que muestra la enorme pérdida que significó la destrucción de las memorias de Byron. Si uno lee, por ejemplo, la biografía escrita por André Maurois, este hecho no tiene, ni de lejos, alguna importancia. ¿Cómo decidiste colocar este suceso en el centro de tu estudio?

Cuando descubrí que sus amigos habían quemado sus memorias, cuando supe los pormenores de aquella traición, me sentí obligado a intentar recuperarlas, algo que tal vez era imposible. En ese camino empecé a investigar sobre Byron y su entorno, sobre el listado de personas que pudieron leer las memorias y que custodiaron alguna copia del manuscrito. Aquel crimen fue lo que motivó mi investigación y se convirtió en el centro de mi estudio no sólo por esta circunstancia personal, sino también porque Byron dedicó su vida a construir un personaje literario: Lord Byron. Para todo lo que tenía que ver con la realidad, había escrito unas memorias que lo explicarían todo, como se encargó de repetir continuamente. Sin ellas, sólo podemos intuir la verdad partiendo de una ficción.

-¿Qué opinión te merece Thomas Moore como responsable de cuidar las memorias de Byron y de permitir su incineración? ¿Encuentras justificada su actuación?

Dante reservó a los traidores el último círculo de su infierno. Aunque Thomas Moore se opuso a la quema, la permitió. Además, leyendo su biografía sobre Byron es evidente que tenía una copia del manuscrito o una memoria demasiado buena.

-En los libros que Moore publicó sobre Byron, ¿te parece que revela la información fundamental contenida en las memorias de Byron?, ¿o dejó ocultos temas y capítulos “oscuros”?

Revela una gran parte. Creo que lo que esconde es aquello que habría podido ocasionarle problemas, es decir, aquello por lo que podría haber sido denunciado por Lady Byron o Hobhouse: la separación y la homosexualidad. Curiosamente, aunque Moore se opuso a la quema de las memorias, esta se produjo en la chimenea de John Murray, el editor de Byron, que iba a ser también el editor del libro escrito por Moore.

-Como amigo temprano de Byron y por ser un hombre singular en la historia del poeta inglés, ¿piensas que valdría la pena escribir un pequeño ensayo sobre John Cam Hobhouse? Te hago esta pregunta porque tu biografía, en distintos momentos, caracteriza, de manera importante y compleja, la personalidad de esta figura.

Es un personaje que sin duda lo merece. Fue el compañero de Byron durante sus primeros viajes, los que inspiraron Childe Harold. Tal vez nadie tuvo una relación de amistad con Byron como Hobhouse, salvo Shelley. Estoy convencido de que, de una manera u otra, Hobhouse estuvo enamorado de Byron. Además, fue el personaje clave en la quema de las memorias. Para no poner en riesgo su carrera política habría bastado con censurar algunas páginas, pero el despecho que sintió al no ser el depositario del libro alimentó el fuego del resentimiento.

-¿Vale la pena reconstruir la vida de Augusta Leigh después de la muerte de Byron?

Sólo si creemos que Byron pudo ser el padre de su hija. Augusta se convirtió en una criatura egoísta capaz de hacer mucho daño a los suyos en nombre de la corrección moral. Su historia es vulgar y terrible al mismo tiempo.

-Del mismo modo, de la lectura de tu texto el lector puede desprender con facilidad la idea de que, probablemente, el poema más importante de Byron sea Childe Harold’s Pilgrimage. ¿Para ti, este poema, sí constituye la obra más singular de Byron?

Es el poema más importante para conocer a Lord Byron, sus miedos y sus simpatías, sus feroces opiniones y su deseo de libertad. Childe Harold es el gran libro del siglo XIX pendiente de ser bien traducido al español. He podido leer tus traducciones de los dos primeros cantos y me parecen brillantes: Byron estaría satisfecho. Ojalá lo acompañes también por Italia.

-¿En los cantos III y IV de Childe Harold’s Pilgrimage advertimos la influencia literaria y amistosa de Shelley?

Hay muy poco de Shelley. El canto tercero se publica el mismo año que se conocen en Ginebra, el famoso año sin verano. El canto cuarto tiene más que ver con su vida en Venecia, donde Shelley lo visitó apenas unos días. Creo que la influencia de Shelley fue crucial a raíz de la incorporación de Lord Byron al círculo de Pisa, donde tuvieron una relación diaria desde 1821 hasta la muerte de Shelley en 1822.

-Siendo poemas muy diferentes The Prelude y Childe Harold’s Pilgrimage ¿no te parece que, por su carácter narrativo, el lector los puede asociar? Ya sé que hay diferencias grandes entre uno y otro. Por ejemplo, uno está escrito en verso regular, verso blanco, pero con un lenguaje simple que roza la prosa; y el otro, en la estanza spenseriana, quizá mucho más lírica, pero con una forma atraída por la crónica, el viaje y la memoria.

Es obvio que los lectores los asociamos, pero también estoy seguro de que no le habría gustado ni a Wordsworth ni a Byron. Wordsworth quiso hacer una autobiografía espiritual, mientras que Byron optó por todo lo contrario.

-Me parece que podemos decir que el siglo xx negó a Byron como poeta o, si no lo negó, al menos no lo consideró dentro del canon fundamental de la modernidad. Ahora, en el siglo xxi, ¿te parece que la poesía de Byron es actual?

El siglo XX condenó a Byron porque había fundado una escuela satánica, algo totalmente falso. Byron nunca sintió adoración por el diablo, sólo la imagen del ángel caído llamó su atención, porque el héroe byroniano también fracasa como consecuencia de una fuerza incontrolable, a la que llama el destino. Terminado el juicio de la moral católica, hora es el momento de otra clase de censura: la corrección política. No somos lo suficientemente libres como para devolver a Byron a su lugar en el canon. El atrevimiento que supondría reivindicar su genio nos pondría en peligro.

-En los principales poemas de Byron, entre los que destacan “Childe Harold’s Pilgrimage”, “Manfredo”, “Caín”, “Don Juan” y muchas piezas sueltas como “El prisionero de Chillon” o la “Epístola a Augusta”, ¿un poeta joven de nuestra época, puede encontrar algo con lo cual identificarse?; o, dicho de otra manera: saltando todas las dificultades que representa leer una obra de otro tiempo, ¿crees que un autor nuevo, de nuestra época, puede identificarse no sólo con la imagen estereotipada de Byron sino con su profunda inteligencia, oscura, irónica y, a la vez, muy lírica?

Leer a Byron es un acto de rebeldía, una revolución silenciosa. Obliga a reconsiderar la ideología de las palabras, a tener que aceptar que existen opiniones diversas, incluso molestas. El pensamiento único en el que se educa a nuestros jóvenes hace muy difícil que puedan entender a Byron, del mismo modo que reduce sus creaciones poéticas a la superficialidad del suspiro homologado y la propaganda oficial. Habrá poetas jóvenes que lean a Byron con admiración. No serán invitados al banquete del éxito inmediato, pero la poesía estará de su parte.

 

libro byron portada 3

 

 

 

Fernando Valverde (Granada, España, 1980). Fue elegido por críticos de más de un centenar de universidades (Harvard, Oxford, Princeton, la Sorbonne y Colum ... LEER MÁS DEL AUTOR