Un poeta d’ultramar
Por Paula Trabucchelli
La poesía está más viva que nunca. Parte de su historia ha sido dividida entre la imitación de la realidad y una mentira, desde el canto de los juglares y los versos cortesanos de los trovadores hasta el academicismo barroco pasando por la salvación de la mente después de dos guerras mundiales. Y es que la poesía, la hija observadora de la literatura, todavía cuenta con muchos fieles poetas que la llevan, incluso, al otro lado del océano, como, en esta ocasión, ha hecho Fernando Valverde, profesor de literatura y poesía en la Universidad de Virginia en Estados Unidos, doctor en Filología Hispánica y poeta escogido como el más relevante nacido después de 1970 por más de doscientos críticos de cien universidades diferentes. Su último libro, América, aparecerá el próximo 28 de septiembre publicado en edición bilingüe por Copper Canyon, una de las principales editoriales de Estados Unidos.
¿Qué es lo que te empujó a dedicarte a la poesía?
Una necesidad expresiva. Sin saberlo, pues lo aprendería mucho más tarde, quería hablar de lo desconocido para explicarme el mundo. Empezó como una búsqueda que conducía a mí mismo y terminó por convertirse en un camino de doble dirección entre el yo y el nosotros.
¿Cuál ha sido tu último título publicado? ¿De qué trata?
La insistencia del daño fue mi último libro. Habla sobre cómo el mundo comparte una herida y de la manera en que ese dolor, que es igual para todos los seres humanos: el miedo, la pérdida, el abandono… hace que podamos ponernos en el lugar del otro para mirar el mundo desde su sufrimiento.
¿Crees que tu poética ha cambiado en su forma estética o en su mensaje? ¿Por qué?
Ha cambiado mucho. Hace unos años estaba convencido de que la principal misión del poema era comunicar. Hoy creo que el papel comunicativo de la poesía está en un segundo plano. Creo que la estética de mis poemas ha cambiado de forma radical.
¿Qué crees que es importante a la hora de componer un poema?
Saber lo que quieres escribir. No creo en el poeta frente al papel en blanco. Sigo pensando que no hay peor idea posible que tratar de escribir un poema sin ideas.
¿Cómo definirías tu poesía?
Persigo la belleza pero me encuentro una y otra vez con el sufrimiento. Tal vez confundí la tristeza con la poesía.
¿Piensas que la poesía es foco de interés en los jóvenes? ¿A qué se debe?
Es cierto que hace unos años se produjo un boom de la poesía relacionado con las redes sociales, lo que ha hecho que muchos jóvenes se acerquen a los libros. En aquel momento creí que los lectores de poesía juvenil podrían convertirse en el futuro en lectores de Antonio Machado. Cada día me parece más improbable.
¿Cómo es tu experiencia como profesor en la Universidad de Virginia?
La oportunidad que me ha ofrecido la Universidad de Virginia de enseñar poesía en español es única. Me gusta mucho mi trabajo. Siempre me imaginé dando clase en una universidad española, pero ahora lo último que me plantearía sería regresar. Desgraciadamente el mundo universitario español es muy diferente. Llevo siete años enseñando en los Estados Unidos y quiero desarrollar mi carrera profesional en este país.
¿Quiénes han sido tus referentes a la hora de componer poesía?
Siendo granadino es imposible no tener como referente a Federico García Lorca. Después tuve la suerte de conocer a Luis García Montero, de admirar su obra siendo un adolescente y después tener la oportunidad única de conocerlo y convertirme en su amigo. Si ahora miro al pasado en este bosque en las montañas de Virginia pienso que siempre quise parecerme a Luis, que fue mi ejemplo a seguir. En absoluto es algo que me avergüence, creo que ha sido una de las personas más importantes en mi vida. Luego está Raúl Zurita que ha sido como un profeta. De él he aprendido cuánto de mágico hay en la gran poesía del mundo. Se trata de un ser único, diferente. Cuando estoy a su lado siento algo que posiblemente sintieran quienes un día estuvieron con García Lorca o Pablo Neruda.
¿Crees que en España la literatura corre peligro?
Desde luego que no. La literatura siempre está en crisis pero su fecha de caducidad es la misma que la de la humanidad. Desde que el poeta ciego pidió a la diosa que cantara la cólera de Aquiles el destino de la poesía está ligado al de la humanidad.
¿Cómo crees que ha conseguido sobrevivir la poesía durante el paso de los años?
Podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía. Es palabra de Gustavo Adolfo Bécquer, a quien enseño estos días en Virginia. Me divierte mucho enseñar a Bécquer, hay grandes verdades en su poesía bajo una apariencia de sencillez que incluso te hace sonreír o te sonroja.
¿Todo el mundo puede ser poeta? ¿Qué se necesita?
Pensé que todo el mundo podía ser poeta pero acabé descubriendo que hay dos tipos de personas que eligen serlo: los que quieren servirse de la poesía o los que están dispuestos a dedicar su vida a ella sin esperar nada a cambio. Sólo los segundos son verdaderos poetas.
¿Cuál fue tu primer poema? ¿De qué trataba?
No puedo recordarlo, pero quiero creer que trataría del mar y del verano, del primer amor, de la dicha que era aquel pueblo en la costa de Granada en el que fui feliz. La patria de mi memoria y de mi poesía es la infancia, así que el primer poema tuvo que nacer de ahí.
¿Cómo es recibida la poesía extranjera en Estados Unidos?
Desgraciadamente mal. Estados Unidos es un país muy autocomplaciente en el ámbito literario. Apenas se publican traducciones ni hay un gran interés por los poetas de otros países, salvo excepciones memorables.
Sin embargo, en unas semanas aparecerá publicado tu nuevo libro en Estados Unidos. ¿Qué te ha llevado a publicarlo allí sin que haya aparecido en España?
Es una sensación muy extraña. Se trata de la primera vez que estreno un libro en un país diferente a España. No fue algo que buscara, surgió la oportunidad en una de las mejores editoriales del mundo y me siento muy honrado. Antes había tratado de encontrarle acomodo en España pero cada día interesa menos la verdadera poesía en este país, que tal vez esté viviendo uno de los peores momentos de su historia en lo que a la poesía se refiere.
Ha asegurado en distintos actos que le incomoda que le etiqueten como un “poeta español”.
Así es. No me siento más cercano a Luis Cernuda que a Pablo Neruda o a Octavio Paz. Quiero ser un poeta de la lengua española. No me interesa para nada convertirme en un poeta nacional. Como dijo el propio Cernuda, de alguna forma soy “un español sin ganas”.
¿La literatura puede ser una herramienta para incentivar un cambio en la sociedad?
La poesía siempre es un arma cargada de futuro, como escribió Gabriel Celaya.
Para terminar, ¿qué le dirías a un poeta que está empezando recientemente?
Que a escribir se aprende leyendo y que el camino de la poesía es infinito. No existe un destino ni una meta, sólo el placer de hacer el mismo camino que antes recorrieron los poetas a los que uno admira.