Fernando Pessoa

Hay metafísica bastante en no pensar en nada

 

 

 

(Traducción al español de Mario Bojórquez)

 

 

 

 

V

 

Hay metafísica bastante en no pensar en nada.

 

¿Qué pienso yo del mundo?

¡Qué sé yo lo que pienso del mundo!

Si me enfermara pensaría en eso.

 

¿Qué idea tengo yo de las cosas?

¿Qué opinión tengo sobre las causas y los efectos?

¿Qué es lo que he meditado sobre Dios y el alma

Y sobre la creación del Mundo?

No sé. Para mí pensar en eso es cerrar los ojos

Y no pensar. Es correr las cortinas

De mi ventana (pero no tiene cortinas).

 

¿El misterio de las cosas? ¡Qué sé yo lo que es el misterio!

El único misterio es que haya alguien que piense en el misterio.

Quien está al sol y cierra los ojos,

Comienza a no saber lo que es el sol

Y a pensar muchas cosas llenas de calor.

Pero si abre los ojos y ve el sol,

Y ya no puede pensar en nada,

Es porque la luz del sol vale más que los pensamientos

De todos los filósofos y de todos los poetas.

La luz del sol no sabe lo que hace

Y por eso no se equivoca y es común y buena.

 

¿Metafísica? ¿Qué metafísica tienen aquellos árboles?

La de ser verdes y copudos y de tener ramas

Y la de dar fruto en su hora, lo que no nos hace pensar,

A nosotros, que no sabemos entenderlos

¿Pero qué mejor metafísica que la de ellos

Que es de no saber para qué viven

Ni saber que no lo saben?

 

“Constitución íntima de las cosas”…

“Sentido íntimo del Universo”…

Todo esto es falso, todo esto no quiere decir nada.

Es increíble que se pueda pensar en cosas de ésas.

Es como pensar en razones y fines

Cuando el comienzo de la mañana está rayando

y por los lados de los árboles

Un vago oro lustroso va perdiendo la oscuridad.

 

Pensar en el sentido íntimo de las cosas

Es, acrecentado, como pensar en la salud

O llevar un vaso al agua de las fuentes.

 

El único sentido íntimo de las cosas

Es que ellas no tienen sentido íntimo ninguno.

 

No creo en Dios porque nunca lo vi.

Si Él quisiera que yo creyera en Él,

Sin duda que vendría a hablar conmigo

Y entraría adentro por mi puerta

Diciéndome, ¡Aquí estoy!

 

(Esto es tal vez ridículo a los oídos

De quien, por no saber lo que es mirar las cosas,

No comprende a quien habla de ellas

Con el modo de hablar que reparar en ellas enseña)

 

Pero si Dios es las flores y los árboles

Y los montes y sol y el rayo de luna.

Entonces creo en Él,

Entonces creo en Él a toda hora,

Y mi vida toda es una oración y una misa,

Y una comunión con los ojos y por los oídos.

 

Pero si Dios es los árboles y las flores

Y los montes y el rayo de luna y el sol,

¿Para qué le llamo Dios?

Le llamo flores y árboles y montes y sol y rayo de luna;

Porque si Él se hizo, para que yo lo vea,

Sol y rayo de luna y flores y árboles y montes,

Si Él se me aparece como árboles y montes

Y rayo de luna y sol y flores,

Es que Él quiere que yo lo conozca

como árboles y montes y flores y rayo de luna y sol.

 

Y por eso yo lo obedezco

(¿Qué más sé yo de Dios, que Dios de sí mismo?),

Le obedezco viviendo, espontáneamente,

Como quien abre los ojos y ve,

Y le llamo rayo de luna y sol y flores y árboles y montes,

Y lo amo sin pensar en Él

Y lo pienso viendo y oyendo,

Y ando con Él a toda hora.

 

 

Alberto Caeiro / El guardador de rebaños

Fernando Pessoa (Lisboa, Portugal, 1888 - 1935). Poeta, ensayista, traductor, figura capital de las letras portuguesas del siglo XX. Dio origen a más de 70 ... LEER MÁS DEL AUTOR