Historia corregida
NUEVAS VOCES DE LA ARGENTINA
Por Luis Benítez
Fernando G. Toledo brinda claves importantes para indagar en la multitud de significados que contienen cada uno de sus poemarios, que requieren de repetidas lecturas para acceder a los registros que hace el autor. Ello, no por la oscuridad de su expresión, que no hay tal: Toledo usa muy bien un lenguaje engañosamente simple para involucrar en un solo verso una vasta polisemia; en dos versos la combinación de las relaciones establecidas entre ellos; en tres, un despliegue de sentidos que seguirá multiplicándose hasta el verso final, cuando como en una cámara de espejos, el poema todo ‑a su vez- se combine con las variaciones de sentido provenientes de los demás. Pinta así Toledo una atroz y fascinante universo, allí donde la condición humana, la de materia que se piensa a sí misma, fracasa una y otra vez, tal es su destino, en fijar sus límites y poder nombrarlos; esa es, precisamente, su grandeza.
Poemas de Fernando G. Toledo
LOS EMISARIOS
He atravesado la medialuz violeta
Por la que huyen las noches de febrero
He dejado sobre una mesa la carta desconocida
Que entró por la ventana abierta
Montada al mismo viento que endurece
Las estatuas recién nacidas
He leído el papel
Las palabras letra a letra
Me he preguntado quién
/En esta espera errónea/
Escribirá para otros
Las cosas que yo necesito.
De Diapasón (Libros de Piedra Infinita, 2002)
HISTORIA CORREGIDA
Un tren de madera por caso Un tren
Que fuera el obsequio de cumpleaños
Más antiguo encerrado en tu memoria
/Aquella mañana de invierno en casa
De tu abuela junto a la chimenea/
¿Cuántos objetos así necesarios
Que quién sabe por qué no has escogido
Acabaron en el exilio impuro
De tu historia corregida por dentro?
Trenes que pasaron sin detenerse
Astillas que no rozaron la piel
Tanto olvido junto así necesario
Juguetes perdidos y no llorados
Como unas velas extinguidas antes
De que las soplaras Este recuerdo
No es para ti Que los cumplas feliz
Tanto invierno en el espacio vacío
De lo que se escribe y lo que se borra
Aquella película de aventuras
La canción que te regalaba el agua
¿Pero los rostros que desaparecen?
¿Los nombres que faltan lo que ni sabes
Que viste y cuya ausencia te cincela?
Ahora tienes lo que no pediste
Una cicatriz de cuándo y heridas
Que esconden las pruebas de haber herido
El piso amarillo de aquel hogar
Tanto frío en lo que siempre perdiste
Y otro poema y una calavera
Para la suerte de ser o no ser.
A PARTIR DEL LÍMITE
Hemos despertado junto a la noche
Cazadores que buscan sorprender
Al mundo en las orillas de su órbita
Los rostros lo dicen todo al callarse
Porque el silencio deja cicatrices
Negadas al pudor de las palabras
Junto a la noche entrevimos el goce
De encontrar lo de siempre conocido
Y a nosotros mismos entre las cosas
Anillos que calzan y rosas que hieden
Y canciones que están por terminarse
Despiertos ya no vamos a negarnos
A sumar en la cuenta de los muertos
Que mantienen quizás la luz intacta
Con un miedo antiguo nos hemos visto
Exactos retratados en la sombra
Que el fulgor de una pantalla dibuja
Sobre la alfombra gris de la escalera
Hemos bajado por última vez
Los peldaños en el único viaje
Hasta el fin del camino Hemos cerrado
Las bocas los poemas a destiempo
Porque un grito no es algo que se elige
En cada grano de arena pusimos
Una letra para que el mar encuentre
Y le dijimos secretos al viento
Que el viento tradujo como un gemido
Hemos despertado con sed y angustia
Más cegados y más hambrientos que antes
Como si ya hubiéramos comprendido
Que no hay saciedad cuando no hay deseo
Más que el de ponerle tinta a lo blanco
Hemos desnudos enfrentado el frío
Y hemos perdido con toda la piel
Hemos dejado una tímida huella
Por la que el tiempo pasará la lengua
Sin ningún gesto especial Hemos vuelto
A pensar en la luna como un faro
Para extraviarse de una vez por todas
Junto a la noche nos hemos ahogado
Para caer sin tener una causa
O porque lo leímos en un libro
Jugamos a andar cerca del abismo
Y caminamos sobre el suelo frágil
Hasta el centro mismo de un verso oculto
No como un tesoro: como un defecto
Vimos sin pena a la noche sangrar
Pero aullaron los lobos en su nombre
Hemos despertado y hemos escrito
Hemos dejado todo en su lugar
Hemos escuchado la misma nota
Como una promesa que nadie cumple
Hemos contado las cuatro paredes
Y aceptado el límite en que la voz
Calla y empieza todo lo demás.
De Secuencia del caos (Premio Vendimia de Poesía, Ediciones Culturales de Mendoza, 2016)
CODO A CODO
El médico es ecuánime: concede
La heroica salvación de su paciente
A la pericia de los cirujanos
Y a que la bala «sólo por milagro»
(Ya que no de otro modo ha de llamarse)
Arrancó apenas parte del cerebro,
Dejando en manos de la medicina
El tramo sangriento del salvataje.
Digamos que fue un trabajo en equipo.
Los doctores removieron pedazos,
Soldaron el cráneo, hicieron suturas,
Y Dios consintió un disparo preciso,
Suficiente para una hemiplejía,
Pero no para matar, por ahora,
Al hombre del que va a encargarse luego.
De Mortal en la noche (Alción Editora, 2013)
FOTO DESCONOCIDA
En esa foto, otro instante embalsamado
que casi consigue escapar de la eternidad.
No pudo hacerlo. Dejó todo aquí, con esas herramientas
prestadas por la realidad para su propio plagio,
y convirtió la escena matutina del colegio
en un campo de batalla con cuerpos cercenados:
falta un brazo allí, aquel no tiene cabeza,
muchas piernas se perdieron en el disparo
de la cámara y toda una dimensión cayó
sin dejar siquiera un rastro de sangre.
Hurguemos en los restos: las caras
que descubren la lente llaman primero la atención
aunque no son las que importan. Sin embargo,
ubicado en un ángulo fingido
por las leyes del formato, un hombre mira hacia abajo
(siempre hay que andar con cuidado) y presta
lo opaco de su cuerpo para quedarse ahí,
a la vez en el pasado y el presente,
abriendo frente a mí un agujero negro
que absorbe la materia del olvido y me arrastra
hacia aquel punto escondido en el cráneo,
justo detrás de otro recuerdo, fijos sus rasgos,
nítidos por prepotencia de juventud; provocando
que yo estire los dedos, los pase por su silueta,
y compruebe que, sí, ese es mi padre,
y no aquel cuyo rostro
quedó cerrado hace años ya a la luz.
Incluido en Plano secuencia – Antología poética 1998-2018 (Ediciones Del Dock, 2018)
EL DERRUMBE
Esta conversación, ya lo sabemos,
no va a llegar a nada. Silenciamos,
para oírnos mejor, nuestros teléfonos,
estamos casi en paz aunque advertimos
—igual que a las sirenas o los perros—
que lo que suena aquí ya es el derrumbe.
Acordamos hablar y aunque te escuche
yo pienso en que quisiera, simplemente,
oír otras palabras, casi como
cuando después de años regresamos
a un poema perfecto que anidaba
con plena resonancia en la memoria,
y entendemos que nunca habrá otro modo
de pronunciar aquello que jamás
debimos permitir que se callara.
Inédito