Pasión y reflexión de la poesía
Por Floriano Martins
Entrevista realizada en 1991.
FM | Según Hopkins, la esencia de las cosas posee una melodía interior que solamente el poeta recoge. La experiencia poética como fuente de revelación del ser: la expresión fundamental de la poesía. ¿El poeta atiende a la realidad al descifrarle cada fragmento de su laberinto inagotable? ¿Cómo te toca la poesía?
FCL | Sí, pienso en la poesía como revelación, por momentos, del ser oculto del hombre que es el poeta. En el poema asoman a la hoja en blanco, supongo que casi siempre inconscientemente, las voces más secretas e íntimas de nuestro ser.
FM | La noche es, sin duda, una de las metáforas fundantes de tu poesía. Recuerdo un pasaje de El nacimiento de la tragedia, en el que Nietzsche afirma que “todo crecer y evolucionar en el reino del arte tiene que producirse dentro de una noche profunda”. ¿La poesía pertenece esencialmente al reino de la noche?
FCL | Es inexplicable la fascinación que en mí ejerce la noche. Será acaso porque confundo su atracción con la de la poesía: el amor, la mujer, el misterio, los sueños, el silencio, el terror, el olvido, la muerte,
FM | Al referirse a la situación de los escritores latinoamericanos de tu generación, Álvaro Mutis declaró que “por mejores modelos europeos o norteamericanos que tenga, el escritor de América Latina necesita inventar su propia tradición para sobrevivir en este lugar tan especial, tan diferente del resto del mundo, donde le cupo la suerte de nacer.” ¿Que tradición has tratado de inventar para Fernando Charry Lara?
FCL | Quisiera ser digno de pertenecer a la tradición del nocturno y desvelado José Asunción Silva, que considero una de las más altas de la lírica de lengua española.
FM | El poeta alemán Gottfried Benn observa, en su fascinante ensayo “Problemas de la lírica”, que “una forma aislada, una forma en sí, no existe para nada. Ella es el ser, la misión existencial del artista, su meta”. ¿Concuerdas en que la forma sea el contenido supremo de la poesía?
FCL | La poesía es esencialmente manera de decir las cosas: es un orden y ritmo inalterable de palabras, en ningún caso sustituibles, que intenta producir emociones, conmover sentimental o intelectualmente.
FM | Teniendo a la vista la esencial capacidad crítica del lenguaje poético para cuestionarse a sí mismo, ¿dirías que la actividad creadora del poeta resulta en una derrota frecuente, en un fracaso inconciliable?
FCL | La elocución poética es casi siempre un continuo fracaso, como lo pensó Vallejo, debido a que la intuición que quisiera transmitir no se manifiesta directamente con una sola palabra, como sería deseable, sino mediante una suma de palabras. Y éstas han sido empobrecidas, modificadas y restringidas por el uso convencional del lenguaje.
FM | ¿Debe el poeta inventarse una lengua, como lo hicieron Joyce, Girondo, Vallejo, Artaud? ¿O la lengua de la poesía debe ser la corriente, la común a todos?
FCL | Siguiendo el consejo de Hopkins, a quien usted menciona, la lengua de la poesía debería ser de preferencia la corriente, la de todos los días y todos los hombres, pero explorada en busca de su mayor expresividad y enardecida por la emoción.
FM | ¿Consideras válido afirmar que Colombia fue el país hispanoamericano en que el modernismo significó la más radical forma de ruptura con la literatura hasta entonces allí vigente?
FCL | No sólo en Colombia, sino en toda la América de habla española, el Modernismo (de finales de siglo XIX y comienzos del presente) fue la conquista de la independencia intelectual y la ruptura con las preceptivas literarias hasta entonces imperantes.
FM | Según tu reflexión, los vanguardistas colombianos (Los Nuevos) no se mantenían muy a la par de los acontecimientos poéticos de su época (años 20, principalmente) que ocurrían en el resto del continente. ¿A qué atribuir ese aislamiento? ¿En qué diferían los postulados de este grupo en relación con el creacionismo, el ultraísmo y otras vertientes estéticas que por entonces hacían eclosión en el continente americano?
FCL | Los Nuevos colombianos, en los años 20, no constituyeron un movimiento que siguiera determinadas corrientes poética, literarias o culturales. Fueron simplemente una generación o un grupo de escritores jóvenes, con tendencias, ambiciones y gustos diferentes. Su distancia de las vanguardias (con excepciones como las de León de Greiff y Luis Vidales) se debe, más que al aislamiento cultural del país de entonces, al prestigio que por mucho tiempo lograron conservar acá ciertas maneras del modernismo, predominantemente parnasianas (elocuencia, ornato, simulación cultural), y a la formación y temperamento tradicionalistas, recelosos de la aventura estética, de gran parte de sus integrantes.
FM | Como dijo Jorge Gaitán Durán, “la dificultad admirable de la poesía es que exige al mismo tiempo, el ‘amor loco’ por el lenguaje y la reflexión sobre el lenguaje”. ¿De qué modo el Surrealismo –al que te refieres como “una de las asombrosas aventuras del espíritu humano”- influyó en la formación de los poetas de Mito?
FCL | Jamás podría insinuarse que el Surrealismo fue la principal influencia en los poetas de Mito. Apenas sería una de las que gravitaron sobre ellos. Pero no la de un Surrealismo ortodoxo como el de Breton. Sino limitado a la creación poética y cercano a aquel que atrajo en algunos momentos a poetas españoles (Cernuda, Aleixandre, Lorca) e hispanoamericanos (Neruda, Molina, Moro) y que se definiría por la fusión en él de lucidez e inconsciencia, por la vigilancia del material onírico. Desconfiado, por lo tanto, de la escritura automática y creyente, sólo, del poder creador de la palabra y del libre juego del lenguaje y de la imaginación.
FM | ¿Qué divergencias estéticas entre Cántico y Mito te habrían conducido del primero al segundo grupo?
FCL | Cántico estuvo demasiado próximo al anterior grupo de Piedra y Cielo y a sus tendencias, excesivamente formalistas e ingeniosas, españolas e hispanoamericanas. Los poetas de Mito ampliaron ese horizonte interesándose en la poesía y en las corrientes poéticas universales del siglo XX.
FM | ¿Diría que tu generación es la responsable del surgimiento de una nueva dicción lírica en la literatura colombiana? ¿En qué sentido?
FCL | La generación poética colombiana surgida al promediar los años 40 quiso escribir sus poemas con una dicción más expresiva que meramente esbelta. De ahí su amor a la teoría de la poesía. Y su atención a la crítica poética y a diversos problemas de la cultura contemporánea.
FM | Desde el comienzo fuiste muy bien recibido por la crítica. ¿De qué manera ello repercutió en el desdoblamiento, en la continuidad de tu trabajo poético?
FCL | Sin duda fue estimulante para mi trabajo poético, de veras breve, encontrar algunas opiniones favorables al mismo. Pero me atrevo a decir que jamás he escrito una línea pensando en el concepto que merezca a alguien.
FM | ¿La poesía es, todavía hoy, con la misma intensidad con que lo afirmaras en 1942, “un acto de fe”?
FCL | Siempre he creído en la poesía como emoción esencialmente humana y reveladora de cuanto es el hombre, con sus sueños, esperanzas, desengaños y dolores. Poesía que quisiera alejada de cualquier ropaje literario, de la intención política y de toda otra ambición extraña a la sensibilidad puramente poética.
Poemas de Fernando Charry Lara
OLVIDO
Los días, que uno tras otro son la vida…
Aurelio Arturo
La trémula sombra ya te cubre.
Sólo existe el olvido,
Desnudo,
Frío corazón deshabitado.
Y ya nada son en tí las horas,
Las taciturnas horas que son tu vida.
Ni siquiera como ceniza
Oculta que trajeran
Los transparentes
Silencios de un recuerdo.
Nada. Ni el crepúsculo te envuelve,
Ni la tarde te llena de viajes,
Ni la noche conmueve tu obstinada
Nostalgia del amor, cuando
Una tácita doncella surge de la sombra.
Oh corazón, cielo deshabitado de los sueños.
AL AUSENTE
Recuerdo de Jorge Gaitán Durán
Si tu desnudo gesto inmóvil
si tu rostro que estalló de pronto ante un espejo
Si tu voz mutilada por el árbol por la nube
Si tu paso callado por un sótano
Una obstinada selva carnicera
Piedras y hojas de inútil rocío
y sigo sigo despierto pensando
Silencio ahora duermes
Ahora eres
Un puñado de estrellas y de madrugadas
La lenta noche del mar vaga por la memoria
La alucinación de cuerpos y fiestas lejanas
El herido cansancio del oleaje a la espalda
La víspera de Colombia en el entresueño
El amor y el hastío el deseo indolente
La respiración el perfume de un pecho a oscuras
El labio adolescente que miras entre lunas
La palidez de los objetos a tu alrededor
El golpe del trueno en olas en espumas en rocas
No escuchas callas es más sordo el silencio
Está más cerca el silencio
Ya adviertes la tormenta los relámpagos
Entresacas otro huracán de tus recuerdos
Ronco de sombras y vientos yagonías
Si nunca aquella errante ráfaga huyendo
Salida del cielo morado a borbotones
Con un ruido de corazón destartalado
Riega el espacio de lágrimas y desperdicios
Es el inasible aullido del insomnio
Es un largo funeral por una calle a solas
Es un sollozo que silba perdido en las esquinas
Como el eco de un grito en una
Imprevista ciudad que sonámbulo:
Vislumbras ves desierta entre pesadillas
Porque inhumano el mundo se niega a ser eterno
Vuelas irrescatable de cenizas
En la medianoche de un bar te despides
Te rodean mutilaciones y senos y maderas
y ya no quieres escuchar
Mas es verdad que ya no me oyes
Y el traje con que andabas por la tarde
Y mujeres encinta llenas de besos
Caen también con precipitación
Desplomándose en estrechos invisibles corredores
Quedan la lluvia la conversación los recuerdos
Si no hubiese sido montaña sino mar sino llanura
Aquel que en mitad del camino de la noche
Buscando palabras el infinito tiempo medía
Sin olvidar la muerte al lado
Repentinamente entrado a su muerte
En el vértigo el asombro instantáneo del vacío
Palpando en el espacio tanta inmovilidad
Ahora te sé de aire y noche y nada
Eres tú el mismo que vivía
El mismo que regresaba
O era yo o era otro
O éramos me repito nuestros amigos
Estuvimos uno a uno al amanecer en Pointe a Pitre
O pudo no haber sido nadie sino
El sueño de algún huésped de mi memoria
Apenas los cabellos apenas el alba caída
En el vestido
Entre escombros inerte sin luz deshabitado
¿Qué raíces qué miradas lentamente
Despiertan junto a un cuerpo
Silenciosas y frías para reconocerlo?
EL EXILIO
El hombre entristecido mira
caer vehemente la luz a su ventana:
distraído contempla la distancia
de espumas como olas, lejanías.
Leves despiertan a su nostalgia
los reflejos de otros días,
y es ocio y congoja de una tarde
por gracia de este cielo,
que a su imagen
es mar azul, playas doradas, islas,
regresar desde la claridad de unas nubes
en el desmayo ávido del instante
hacia la antigua soledad remota.
Mas no puede la frente melancólica
soñar con esperanza sus recuerdos.
Volver a la tierra perdida
sería también deslumbramiento amargo:
un sol ajeno se levanta
como espada en mano enemiga.
Y su deseo es apenas
la pasión lánguida de la adolescencia en olvido,
un indolente jardín o una calle,
su deseo es apenas un aire,
si nocturno, de borrosas estrellas,
si de fulgor o nieve,
si de sol sangriento en el ocaso.
Sin testigo,
la obscuridad del rostro en los cristales,
bajo la luz que anochece punzante a la ventana
sus miradas entonces se obstinan,
frías, tenaces de silencio,
más allá,
entre vagas nubes o mares.
Puñal siempre en el pecho es la memoria.
Callar consuelo ha sido.
Mejor será
morir secretamente a solas.
COMO LA OLA
Con llegada de espuma hasta la playa triste,
oscura ola de esplendor lunar extendido,
tú cruzas, tú cruzas
con remoto ardor despertando mi beso
en el mar delirante de la noche.
En fuga siempre, llena de reflejos,
reconstruyendo a solas lo amargo y lo distante,
o recostada un poco a la luz de los crepúsculos,
así mejor dibujo la melancolía de su retrato:
junto al piano, a la ventana
de irrespirables sueños, a la música de súbito callada,
esperando una voz que llega como el eco a las zonas
desiertas.
Nocturna entonces,
como la piel,
como lo profundo de los besos,
como la noche de los árboles,
como el amor sería junto a su cabellera.
Luego, sin sonido,
espuma silenciosa tras la sombra,
entre el rumor apagado de los pasos,
desnuda huyes, pálida ola,
no se te reconoce.
FANTASMA
Esbelta sombra dulce, sombra con ademán de entrega,
cuerpo en forma de cielo y sueño, reposas en el aire,
rompes el silencio con el corazón a borbotones,
pero me dejas en suspenso, extraña.
sólo palpitación, sólo deseo,
hallazgo imprevisto de mi destino ignorado.
Como distancia enlunada y desierta,
así de soledad y palidez te imagino, así
te construye mi pensamiento, me llegas, te amo.
Lo impenetrable de mi ser creas a tu imagen misma,
más sólo existes
en el temblor y fascinación ante tu llamarada oscura,
en esta nube en desvelo o cárcel solitaria de mi frente,
y en el recuerdo también
de aquel salón con alas en que duerme el hermano muerto
y un vuelo repentino esas alas, esa ráfaga fría.
Yo no sé descender sino a ti misma, viva,
sin hallar jamás la huella bajo tus pies de otra música
sino solamente el trote,
la desesperación de desencadenados caballos nocturnos.
¿Es sólo un lamento que huye
ese cuerpo tuyo por el que sueño y muero?
¿La luz que te ciñe y persigue
en esa sombra por la que vaga desierta mi caricia?
Sin embargo tu desnuda sombra es dulce,
fantasma, como yo, ¡de polvo y nostalgia!
y si aparte de esta avidez en llamas
fueras leve criatura al lado,
junto a ti el aire a tu paso como ángeles serían blancas,
blandas espadas,
un diluvio, a lo lejos, un caer de invisibles, inmóviles
relámpagos.
Yo no sé, yo no sé por qué mi mano anhelante,
por qué la obstinación de mi mano como un mar de noche
y sin reposo,
no te encuentra finalmente, o mi beso, al rozar esta sombra,
al contemplarte a solas, oh tú creada de pensamiento mío,
si no en el atardecer de un desdeñoso juego de espejos,
rodeada por la música del día y soles y avenidas,
pero de pronto la evidencia
de no ser ni haber sido,
de no ser silencio,
solamente vacío.
LLEGAR EN SILENCIO
Despierto en la noche lleno de palabras
como envuelta entre las llamas de la música
se levanta una casa en la distancia.
Un perfume hay, un valle de silencio,
un lento roce o beso se aproximan, callando,
si llega el delirio, el fulgor solitario del insomnio.
Quiero entonces una silenciosa figura humana,
quiero un rostro hasta mí llegar, quedarse lento,
quiero unas manos, un pecho, unos devoradores labios,
todo lo que un nocturno cuerpo nos entrega.
Hasta mi habitación podría llegar
con un paso de ola o lenta nave,
prolongado el deseo, espina de las noches.
Extendería entre los terciopelos húmedos de los besos
sus cálidos brazos,
hasta no ser sino un cuerpo
abandonado calladamente sobre otro.
Hasta morir así, hasta juntar los labios, los pasos
que con los pasos míos
recorren, como también el viento de la noche,
desiertos corredores donde se oye
llorar el escondido amor entre las sombras.