Tonalidad de infancia
FRONTERIZOS (16)
Néstor Mendoza
Tonalidad de infancia
La realidad que muestra la poeta colombiana Fátima Vélez Giraldo se acerca al hábito de las flores, al polen que producen. Es una realidad floral. Esta realidad está allí, afuera, y corresponde tomarla. Pongamos un ejemplo: la poeta (la abeja) y la realidad (la flor). La poeta no puede quedarse quieta en su distancia, debe acercarse, inclinarse, descender a la altura de la flor, posarse sobre ella, sobre la realidad de la flor. Allí empieza el hecho creativo. Esto implica para Fátima una imposición y una reformulación teórica: se escribe y se enuncia una poética. Sus poemas, internamente, y apelando a esta metáfora del polen o de la polinización, construyen un cuerpo vegetal basado en la experiencia de la poeta y las cosas naturales observadas. Sin embargo, no hay que ser recalcitrantes ni pensar que tiene un solo tema de escritura. En ella veo su niñez y la de otros, su casa y otras casas, personas que se vuelven personajes narrados y que importan más allá de su verosimilitud. El poema de Fátima es de verso rápido, que avanza sin importarle los escombros que se encuentran a su paso. Su verso cabalga al trote del gerundio, y repudia la puntuación. En ella hay algo hablado y espontáneo. Sus afirmaciones conmueven por bellas, tiernas y maduras. Son afirmaciones que parecen provenir de una niña precoz («Esa no es una pregunta feliz, papá», dijo la hija de un gran amigo, una niña de seis años). Insisto en este elemento que es capaz de «regenerar» el lenguaje, y de conmover, adoptando otras edades en los textos. Mención especial tiene la presencia de la casa, lo que hace Fátima con esa imagen: la casa que aparece con el grito, nombrándola fuertemente, con tonalidad de infancia. Invocación.
OJOS ABIERTOS
sin poder distinguir si soy yo
o es la distancia apresurando el cuerpo
enmudeciendo los pasos que se acercan
vigilando los rincones que no están
pero que a ti se dirigen
con esa voz de donde huyen las cosas
en el fondo algo amanece
sin poder asegurar que sea el sol
o el deseo de verter mi corazón sobre todo lo que veo
FLOR DE LOTO
la realidad roza los pétalos de mi realidad
esparce mi rocío
nadie sabrá lo que quiero decir
cuando digo esto
habrá una imagen
pero no esta sensación de flor
viéndose cercada por una tonalidad de luces
intentan impedir que deslice sus raíces
–no son cimientos ya
digo esto y el punto máximo
de la fuerza con que la forma va a estallar
pero nadie lo nota
la orilla está vacía
no hay salto en esta orilla
EL INSOMNE
escondiéndose por partes
en amistad con el comején
hasta tomar posición
que no hubo hueso
ni carnada
para tentar su hambre
sudor en las fundas
el delirio desciende de la coronilla
hasta los callos
vigilia en corredor
el niño y el ciego
hablan en niebla
la culpa en veneno
los demonios
en rocas de derrumbe
hasta la indiferencia entre sábana y cuerpo
tripa y escalofrío
verruga y cabeza
el mundo ha perdido su sentido del humor
va dando un coma de insipidez
cómo se agria
cómo empareda cuatro muros
un estruendo hecho para ser visible
deambula hasta el gotear
del primer y último trago de whisky
que le suelta la lengua
la pone a rodar sobre humores menos porosos
en picada
a lo hondo
soporta el peso
con piel de estatua
el mundo ha perdido su sentido del humor
nadie entiende los chistes
con los que le levanta
la falda a la señora
y ese que hace un siglo
decía ser su amigo
toma la forma pálida de un sujeto no identificado
si no ha matado a alguien
por qué en la mano el tufo de los muertos
malparidez como no la ha sentido ningún ancla
un más allá del pecho
lo siente rasguñar
o es quiquiriquí arrebatado al gallo
cuando tenía cinco años
y son apenas las doce de la noche
el mundo ha asesinado su sentido del humor
a ese cosquilleo
de ser salto y caída
lo conoce de sobra
es la promesa de la luz
con su carita de yo no fui
rociando la mañana
esperanza de que la vida empieza y continúa
y otra vez
que esta noche será distinto
habrá una cortina
un párpado
que cace al sueño
que lo someta hasta la piedra
que arranque de memoria
su adherencia a los pecados
tal vez
unos brazos que mezan
un canto
un arrullo
invocación al reposo
con la ternura
que amarra al niño a su niñez
LA CASA
digan casa
más duro
hasta la punta
de la nariz al cordón de los zapatos
entonen rujan bramen truenen ladren
con ganas
pico monto un dos tres por mí en el verde limón
salten hasta la existencia de algo
trompo y el primer ladrillo
golosa y un escalón
caucho americano y la baranda del segundo piso
parqués y la alfombra verde amamanta polvo
eso, así, más duro
que se escuche
digan casa
con sótano y pellejo de miedo a las cositas que pueden
despertarse en presencia de extraños
amarillenta oscuridad
trazos de hormigas piso piedra
piso moho
donde desenrollar este yoyo
donde montar el triciclo que encontramos en la calle
digan casa
y es de notar que la casa entra
por la puerta y la espera
y desfila su cola
y la enrosca por piernas y bordes
en menos de un descuido
entre la suela de unas botas de caucho
la casa cruje brama aúlla truena maúlla ladra
ojos azabache
pupilas dilatadas
dije suéltenla de una vez
no es bueno ser temido
por el lugar donde soñamos
AQUÍ
reacción de erizo
ante la palabra mamá
pronunciada
con claridad
de mañana sin nubes
esperar un saqueo
que entren y se lleven
los objetos tirados
lo que ensucia
estorba
suelta polvo
en la espesura
de esta sopa
en la nata
sobre el plato
mi lengua
usa con frecuencia el como
decir hablar usar palabras
lo importante
es que esta nueva casa
quede limpia
que brille
lo que hay de nuestro aquí
AIRE PLATH
imaginar el parto de Sylvia Plath
ese rostro
–sorpresa de que exista la luz
en la puerta del horno
meter la cabeza sin hacernos los tímidos
con la lentitud de algo posible