Fabio Morábito

A cada cual su cielo

 

 

 

 

 

¿Qué importa más: un diente o un poema?

¿Es peor perder un buen poema o perder un diente?

¿Aceptarías perder un diente

por cada buen poema que escribes?

¿Llevarías tan lejos tu amor por los poemas?

Imagina el estado de tu boca,

engullendo sin sabor, casi sin masticar,

la comida,

y no poder besar ni reír.

Pero es más deprimente que escribas

como un desdentado,

con versos que no muerden.

Como los dientes, que trabajan en común

pero duelen solos,

que no haya una palabra de tus versos

que no sepa a lo que escribas,

ni un verso que, escogido a ciegas,

no venga apalabrado.

 

*

 

Hay árboles que nacen para bosque

y otros que son un bosque sin saberlo.

El árbol ignora el bosque

y el bosque tal vez ignora el árbol,

lo único que sabemos es la raíz que escarba

y la rama que también escarba,

una en su cielo de barro,

la otra en su cielo de nube.

La vida es escarbar y a cada cual su cielo.

 

*

 

No ayudamos a mi madre a mudarse.

La veo sentada,

rodeada de los bultos que juntó,

esperando a sus dos hijos,

mientras los hombres de la mudanza

se llevan sus cajas.

Así se ha vaciado,

como cajas de una mudanza, su cabeza,

y ahora no se acuerda

que tuvo que mudarse sola,

al lado del chófer y apretada

entre los hombres

que olían a sudor.

Mi hermano y yo no iremos al cielo,

nos mudaremos rodeados de cajas

con mi madre,

nos mudaremos con todas las madres

rodeadas de bultos,

hasta el final de todas las cajas del mundo.

 

*

 

Te cambias el anillo de dedo

como recordatorio de algún pendiente,

un truco de tu abuela

que rara vez funciona en ti,

que al tocarte el anillo ya no sabes

lo que te propusiste recordar.

La vida se te escapa por los dedos

y el viaje de tu anillo no lo impide.

Yo que no llevo anillos

y debo recordarlo todo,

sin darme el lujo de un olvido,

odio mis manos huérfanas de ancestros,

manos de advenedizo o de ladrón,

y se me va la vida

en busca del anillo que no tuve,

la argolla inseparable de mis dedos.

¡Ser como tú,

que llegas tarde a tus recuerdos,

cuando el pendiente se deshizo,

y vuelves a ceñir tu mano como estaba,

reacomodando el universo!

 

*

 

Soy la última persona,

el último hablante de un idioma, el mío,

que pende enteramente de mi lengua,

todo un acervo de palabras

que va a caer en el olvido

el día que me despida de mi aliento,

mi lengua que hablo a solas y que olvido

porque dejó de ser idioma y es solo acervo.

Muchas de sus palabras ya están muertas

porque no volveré a decirlas,

y aunque las diga, todo lo que diga,

por no tener a nadie que me entienda,

es un invento mío, pese a que se parezca

en todo a las palabras que aprendí de niño,

y a veces me pregunto si no somos todos

los últimos hablantes de lo que decimos.

 

 

 

 

-Fabio Morábito
A cada cual su cielo
Colección Visor de Poesía
España, 2022

 

CUB. LA CANCIO?N DEL AOUTSIDER

Fabio Morábito   (1955). Vive en la Ciudad de México y ha escrito, con este, seis libros de poesía, género que ha alternado meticulosamente con ... LEER MÁS DEL AUTOR