

Presentamos tres textos claves del legendario poeta argentino.
Evaristo Carriego
Invitación
Amada, estoy alegre: ya no siento
la angustiosa opresión de la tristeza:
el pájaro fatal del desaliento
graznando se alejó de mi cabeza.
Amada, amada: ya, de nuevo, el canto
vuelve a vibrar en mí, como otras veces;
¡y el canto es hombre, porque puede tanto,
que hasta sabe domar las altiveces!
Ven a oír: abandona la ventana…
Deja al mendigo en paz. ¡Son tus ternuras
para el dolor, como las de una hermana,
y sólo para mí suelen ser duras!
¡Manos de siempre compasiva y buena,
yo tengo todo un sol para que alumbres
ese olímpico rostro de azucena
hecho de palidez y pesadumbres!
Hoy soy así. Soy un poeta loco
que ve su dicha de tus tedios presa …
¡Ven y siéntate al piano: bebe un poco
de champaña en la música francesa!
No quiero verte triste. De tu cara
borra ese esguince de pesar cansino…
¡Hoy yo quiero vivir!… ¡Qué cosa rara,
hoy tengo el corazón lleno de vino!
Después del olvido
Porque hoy has venido, lo mismo que antes,
con tus adorables gracias exquisitas,
alguien ha llenado de rosas mi cuarto
como en los instantes de pasadas citas.
¿Te acuerdas?… Recuerdo de noches lejanas,
aun guardo, entre otras, aquella novela
con la que soñabas imitar, a ratos,
no sé si a Lucía no sé si a Graziela.
Y aquel abanico, que sentir parece
la inquieta, la tibia presión de tu mano;
aquel abanico ¿te acuerdas? trasunto
de aquel apacible, distante verano…
Y aquellas memorias que escribiste un día!
-un libro risueño de celos y quejas-.
¡Rincón asoleado! Rincón pensativo
de cosas tan vagas, de cosas tan viejas!…
Pero no hay los versos: ¡Qué quieres!… ¡Te fuiste!
-¡Visión de saudades, ya buenas, ya malas!-
La nieve incesante del bárbaro hastío
¿no ves? ha quemado mis líricas alas.
… ¿Para qué añoranzas? Son filtros amargos
como las ausencias sus hoscos asedios…
Prefiero las rosas, prefiero tu risa
que pone un rayito de sol en mis tedios.
Y porque al fin vuelves, después del olvido,
en hora de angustias, en hora oportuna,
alegre como antes, es hoy mi cabeza
una pobre loca borracha de luna!
En el patio
Me gusta verte así, bajo la parra,
resguardada del sol del mediodía,
risueñamente audaz, gentil, bizarra,
como una evocación de Andalucía.
Con olor a salud en tu belleza,
que envuelves en exóticos vestidos,
roja de clavelones la cabeza
y leyendo novelas de bandidos.
-¡Un carmen andaluz, donde florecen,
en los viejos rincones solitarios,
los rosales que ocultan y ensombrecen
la jaula y el calor de tus canarios!-
¡Cuántas veces no creo al acercarme,
todo como en un patio de Sevilla,
que tus más frescas flores vas a darme,
y a ofrecerme después miel con vainilla!
O me doy a pensar que he saboreado,
mientras se oye una alegre castañuela,
un rico arroz con leche, polvoreado
de una cálida gloria de canela.
¡Cómo me gusta verte así, graciosa,
llena de inquietos, caprichosos mimos,
rodeada de macetas, y, golosa,
desgranando pletóricos racimos!
Y mojarse tus manos delincuentes,
al reventar las uvas arrancadas,
como en sangre de vidas inocentes
a tu voracidad sacrificadas!…
Y ver vagar, cruelmente seductora,
en esos labios finos y burlones,
tu sonrisa de Esfinge, turbadora
de mis calladas interrogaciones.
Y desear para mí, las exquisitas
torturas de tus dedos sonrosados,
que oprimen las doradas cabecitas
de los dulces racimos degollados!