Eugénio de Andrade

Última canción

 

 

(Traducción al español de José Ángel Cilleruelo)

 

 

 

EN LA BOCA DEL CÁNTARO

 

Camina sílaba a sílaba

como la fuente

que sólo se detiene en la boca del cántaro.

Ahí consiente repartir el agua.

A la audacia de los jóvenes, a la timidez

de quienes ya no lo son, mata la sed.

A los que tropiezan en la falta

de amor, a los que muerden las lágrimas

en secreto, da de beber.

Acerca a los labios febriles

la frescura de la piedra.  No dejes

que el miedo multiplique las garras.

Sílaba a sílaba

camina hasta el cántaro

vacío –¡Tan lleno ahora!

 

 

 

 

A LAS JACARANDAS DE LISBOA

 

Ellos son los que anuncian el verano.

No conozco otra gloria, otro

paraíso; a su entrada los jaracandás

están en flor, uno a cada lado.

Y una sonrisa, tranquila morada,

a mi espera.

A su alrededor el espacio

multiplica sus espejos, abre

balcones hacia el mar.

Como en los sueños más pueriles:

puedo volar casi al lado

de las nubes altas—hermano de los pájaros–,

perderme en el aire.

 

 

 

 

LA CABRA

 

Una cabra llegada de muy lejos;

el hocico con rocío, en los cuernos

suspendida la primavera.

Una cabra ha llegado despacio

desde el crepúsculo matinal de los días

tejidos de amor:

amor de mujeres encerradas en el calor

de su respiración,

amor de hombres que se tuercen

y retuercen al sol a plomo del deseo.

Una cabra.  Pisando la hierba

o la nieve.

Como quien no quiere separarse

de la tan amarga sustancia del tiempo.

 

 

 

 

SOBRE LOS CISNES SALVAJES DE YEATS

 

Ahora anochece tan temprano—tengo

miedo de perderme en la oscuridad.

Me acuerdo de los cisnes salvajes

que del lago se erguían soberanos

iluminando las aguas y el cielo

del otoño al final de la tarde.

También ellos se pierden

ahora en la inclinación de la sombra.

¿Qué país será el mío?  ¿Éste,

donde vivo y soy extranjero?

¿El de la luz atravesada

por los cisnes?  Sin ti, ¿cómo saberlo?

 

 

 

 

ÚLTIMA CANCIÓN

 

Si aún puedes

óyeme, río de cristal, ave

matutina.  Óyeme

luminoso hilo tejido por la nieve,

esquivo y al fin aplazada

señal del paraíso.

Óyeme, si aún puedes,

devastador deseo,

cobrizo animal de la alegría.

Si no eres alucinación

o espejismo o quimera, óyeme

aún: ven ahora

y no en la hora de nuestra muerte

-dame de beber la propia sed.

 

 

 

__________

 

-Eugénio de Andrade
Los surcos de la sed
Traducción de José Ángel Cilleruelo
Editorial Calambur

 

EUGENIO DE ANDRADE LIBRO

Eugénio de Andrade Seudónimo del poeta portugués José Fontinhas, nacido  en Póvoa de Atalaya, Beira Baixa, el 19 de enero de 1923. Se educó en Lisboa y ... LEER MÁS DEL AUTOR