

Presentamos dos textos de la destacada poeta y ensayista chilena pertenecientes a su poemario A contrapelo.
Eugenia Brito
A contrapelo
V
Un cubo de hielo estalla y sus fragmentos
Interpelan las formas desde su condición de glaciar.
Ellas derivan de la luz, pero su reflejo cae, irradiando el agua
En sucesivos brillos que emanan luces destempladas
Es una malla imperfecta la que ensambla
La geometría y su figuración suprarreal.
Los colores bajan dotando el tiempo
Con la ilusión de la profundidad
Consagramos las horas, desatamos el fin
Embadurnados con la presión de la tierra
Que instala su ojo, su medallón sacro, en lo hondo
No como un fin, sino como comienzo.
Son varios los cuerpos superpuestos
Cuadros rectangulares, ásperos sones
Y sombras varias
Que cada cuadro desata junto con
Las semillas
al tallo fino de un canelo en flor.
Árbol del agua, mantra volátil
Acalla el ethos adherido a
Tierras volcánicas
En qué manantiales sacude su esplendor,
Bajo qué ramas se hunden y cuál su surco hiende
Árbol del agua,
Los canales se esmeran furiosamente tenaces para llegar al Sur
Hoy son albos jirones del terror.
Y sólo furias atenazan sus aguas
Corrientes veloces bajan
Con sus leyendas a solas
En la que laten gotas sobre las hojas embebidas y sordas.
¿Dónde estará su hijo, el pequeño gigante?
¿dónde lo arrastran sus sutiles aguas?
Sus escombros veraces.
Gritan en la trastienda de las casas burguesas.
VII
Hay dos cicatrices en esta habla dormida,
Una, la de la voz cegada
Por melancolía y posición adversa
Otra, por amplia
No cupo en el cuerpo, no tuvo territorio alguno.
vadeaba en el absoluto, un poco ebria,
Por los centros
Pero los comisarios la expiraron y la lanzaron fuera.
Como a una máquina averiada y rota
Sin embargo, la cicatriz vuelve a los cuerpos hostiles,
Y su regreso es triunfal así ella sabe
Que ha dominado los muros
Mientras tanto el asedio de los helechos dormidos
palpan
La intimidad secreta de los sueños.
¿Se reconocerán los rostros en esta deformidad enorme y blanca?
Como el aullido violento del deseo en el vientre
Perezoso y brutal
Definitivo
La cicatriz avanza como la tierra seca por el cuerpo
Y lo toma
En un acto de suma irreverencia
Permanece horas en él, y siembra su nocturno llamado
Hacia la calle
En ella se refugia la mensajera de la historia
Como una trasplantada.