La vida es creación
Por Floriano Martins
En 2022 estaba en Santa Cruz de la Sierra, la encantadora ciudad boliviana, invitado a participar en una Feria del Libro, y cuando le escribí a mi querida cómplice de crímenes literarios, la colombiana Berta Lucía Estrada, ella entonces me dijo que allí estaría una buena amiga suya e inmensa poeta, la argentina Ernestina Elorriaga. Rápidamente nos miramos a los ojos. Una de esas amistades-relámpago que a veces ni la poesía explica. Su poema refleja este gesto profundamente humano que articula en su vida. Nacida en Darregueira (1954), la poeta argentina Ernestina Elorriaga es una de las voces más conmovedoras de la poesía hispanoamericana. Viajero incansable, ha participado en encuentros como Poetas con la Gente, Cosquín; Feria Internacional del Libro de Córdoba; Festival Internacional de Poesía de La Habana, Cuba; Palabras de Poeta, Escuela de Lenguas de la UNC, Córdoba; Festival Internacional La Palabra, Ríosucio, Colombia; Festival Internacional de Medellín 2017; y Feria del Libro de Santa Cruz, Bolivia, 2022. Libros publicados: La lengua de la noche y El miedo de una casa inexistente, ambos en 2019, y Mi corazón es una perra huérfana (2023). Mientras nos reuníamos, varios poetas, en torno al encuentro en la ciudad boliviana, siempre compartiendo las maravillas de la cerveza Huari, algo nos decía que el siguiente paso sería realizar esta entrevista, que nació con la misma intensidad con la que Ernestina Elorriaga (conocida cariñosamente por todos como Tina) brinda por su propia existencia. En nombre de la Poesía.
FM | Tina, ¿qué pasa con la vida mientras estás creando?
EE | La vida es creación. Estar vivo, respirar, sentir, emocionarse, permitirnos andar el día con ojos de asombro es andar en estado de creación.
Pensar en lo que estoy escribiendo, oír música, salir a saludar las plantas, elegir qué libro he de leer en el transporte público, eso pasa con mi vida (la vida) porque mientras todo eso pasa me alimento de lo que nutre lo que escribo.
¡La vida está ahí, besándome la boca!
FM | Hay un poema tuyo en que leemos que ser otro es una ardua tarea. Por supuesto que hablas más allá de la alteridad que implica la creación. Es como aceptar el imperativo de la presencia múltiple de personajes que nos llegan como la prueba de que la vida es un sendero sin fin. Con eso, tu poética se acerca más del drama que del mundo lírico. Pero, ¿desde cuándo? ¿Y cómo la realidad te enseña sus mecanismos necesarios para convertir ese doble trueco de videncias & evidencias que encontramos en tus poemas
EE | Mi madre repetía esa frase, en una cantinela que me molestaba cuando era adolescente, pero que implicaba estar atento a no hacer al otro aquello que no nos agrada nos hagan a nosotros, un ejercicio de tolerancia y paciencia, no es fácil ser otro.
De las relaciones humanas más complejas, es la relación madre/hija.
El poemario es un intento de reconstrucción de esa casa inexistente, porque una casa habitada por el miedo no es una casa, en el sentido de hogar, de lar.
Hay en esa casa batallas no resueltas, la madre peleando con el tizón de la noche, la madre peleando con un río embravecido. Hay el deseo de reconstrucción con el otro/la otra, no hay idea de demolición. La vida es con el otro/la otra la vida, siempre.
FM | La morada de un creador es el lenguaje, pero me parece que desde el punto en que este lenguaje sea fruto de su respiro, de su percepción de los peligros y el voltaje de su presencia en el mundo. Me gustaría recordar una observación de Berta Lucía Estrada en un comentario sobre tu libro El miedo de una casa inexistente (2019): En el mundo e la infamia, donde los exilados no vuelven, o donde los inmigrantes mueren en las costas de Occidente, no hay libre albedrío. La tragedia no da respiro, repite una y otra vez los pasos del delirio. Por eso es una casa inexistente, una casa de humo, una casa de niebla, una casa de tinieblas, de frío y de desamparo. El pasado es un eterno presente y el futuro ya se ha vivido desde los tiempos más antiguos. ¿Podrías hablar un poco del nacimiento del tema de este poemario?
EE | La Casa inexistente es la experiencia de la orfandad, pero orfandad no de abandono, sino de entrega sin fin. Una orfandad no enclavada, sino transcurrida. El haberse abierto paso por la ausencia, hasta el encuentro de todo lo ausente, de haber sido todos los nombres hasta no tener nombre.
O a la inversa de no tener nombre a tenerlo.
Es huérfana una madre cuando se extravía a los ojos del hijo si no estoy a tu lado y me salvo contigo.
Nombres extraviados, nombres en los días por venir. Un camino de regreso, de principio a fin, siempre iluminado, eternamente temido, conjurado.
FM | Por supuesto que en tu libro la grandeza poética no se deja dominar por los lugares comunes del nacionalismo y lo que Octavio Paz llamaba de su desmesura retórica. De todos modos, me gustaría saber lo que piensas de las relaciones entre la estética y las recetas morales. ¿Cuál sería, después de todo, la moral del poeta?
EE | No hay moral del poeta. No debe existir un corsé que apretuje la libertad de la palabra en el universo del lenguaje, estaríamos en riesgo. La poesía, con más razón lo estaría si la palabra es amordazada.
Creo que en la poesía debe prevalecer la ética de la subversión, debe ser inconforme, disidente, lo que significa que no debe haber en ella sombra alguna de propaganda política, no se debe confundir la estética con la denuncia social. La ética de la poesía y del poeta es la de no ser fieles a la moda, debe creer y crecer en sus posibilidades estéticas etc. etc.
FM | ¿Hay un tiempo que crees que es el destino del poeta, en el sentido de que su vida es la dinámica obsesiva de ir o regresar a ese tiempo imaginario y deseante?
EE | No lo he pensado, pero creo que la poesía me acecha, me desafía, intento llegar a una escritura que siempre me es inalcanzable o al menos no me deja conforme y eso implica el regreso y otra vez la búsqueda.
FM | Según Martin Litchfield West, en muchos pasajes de Homero y de la poesía griega tardía, se indica el nombre de los dioses de una persona, un lugar o una cosa, generalmente en contraste con el nombre humano. Es una manera en la que los poetas pueden presentar nombres y palabras alternativos, elevados o marcados y reconocer su estatus especial. ¿Podría Tina revelarnos algunos de sus trucos imprescindibles a la hora de nombrar sus expresiones poéticas?
EE | En tercera persona. Tina no tiene trucos imprescindibles a la hora de nombrar su experiencia poética. Su yo lírico es un sujeto desnudo ora es una niña que busca el sitio donde el cielo copula con la tierra o es un niño que brota de un corazón llevando una piedra caliente o es quien arroja preguntas como dardos a la lengua de su padre. Su yo lírico no se agazapa detrás de grandes nombres más bien es un sujeto frágil frente a la inmensidad, atiborrado de preguntas.
FM | Si cambiamos el concepto de símbolo, y jugamos con las nuevas perspectivas que sugiere este cambio, podemos encontrar auténticas perlas. Pienso, por ejemplo, en confundir intencionadamente polvo y poesía. Esta última se convertiría en una fuerza creativa respecto al semen. Ahora bien, esto es lo que también significa poesía. Pensemos entonces en pasar a la pobreza, que se conoce como símbolo del desprendimiento del espíritu en la búsqueda ascética. Pero esto es también lo que representa la poesía. ¿Podemos entonces concebir la poesía como la suma de todos los símbolos?
EE | La poesía es suma y es eternidad. Ella está en todas partes, lo que no hay o no alcanza son sus traductores, sujetos que logren concatenar gran parte de su universo simbólico y condensarlo en una obra, tarea que ha sido realizada por aquellos a los que consideramos los grandes maestros como Lorca, Vallejo, Hernández, tarea que nos quita el sueño a todos quienes andamos por sus aguas. La poesía seguirá su camino más allá de la finitud humana.
FM | En medio de tantos viajes, tu equipaje siempre lleno de cosas nuevas y sensaciones de mundos tocados por primera vez, ¿bajo qué circunstancias creas? Pregunto por ese momento en que nos sentamos a escribir un poema, un libro.
EE | Las circunstancias son diversas. La escritura viene o no viene por un viaje. Pero hay un viaje, un viaje interior, una piedra lanzada, demorada en el aire y mi cuerpo lenguaje traduciendo, haciéndome saber que todo es posible entre el nacer y el morir, que todo es desconocimiento y que la escritura de poesía es el intento por develar aquello que no se habla, pero necesita decirse, volverse palabra, en fin, traducirse.
FM | La pregunta fatal: ¿qué ha estado haciendo Tina últimamente?: planes de vida, cartas del tiempo, el juego de ir y venir a través de las líneas trenzadas del horizonte…
EE | No sé si estoy haciendo, o estoy siendo hecha. Los mandatos laborales consumen gran parte de mis días pero allí peleando con la adversidad, escribo, corrijo, leo mucho, leo mis textos en vos alta, me escucho y me digo que soy feliz, que la poesía es lo mejor que me pasó. Cuidó de mi adolescencia, fue mi refugio y ahora en esta edad madura me sigue cuidando, me ofrenda su misterio y a ella me entrego.
FM | ¿Olvidamos algo?
EE | Floriano, mucho agradezco este espacio de pensar y pensarme, con y desde la poesía. También quiero celebrar todo lo que haces en torno a ella, la poesía ha de estar muy agradecida… ¿O no?
Poemas de Ernestina Elorriaga
[EN LA ESTACIÓN]
En la estación
el rostro de mi padre
con el tiempo acumulado en sus párpados
la maleta raída
daban cuenta de nuestra condición social
El trabajo escaseaba
alguien habló de la cosecha de papas en Balcarce
Al pie del vagón de segunda clase
lo despedimos
mi madre apretó fuerte mi mano
con la otra intenté un saludo
pesaba tanto
no pude sostenerla
¿Habrá alcanzado a ver mi padre
mi desesperado intento?
EL RÍO RUGIÓ SIN CESAR
El río rugió sin cesar
con el correr de las horas el caudal aumentaba
La pesadumbre enlutó tu respiración
Yo trataba de imaginarte con alas
golpeando sin cesar
la cerrazón tramada de la oscuridad
Pero la tormenta abrazó tu sueño
y no hubo arcángel que acudiese a dar auxilio
Somos un soplo de la creación
un grano de mostaza
un átomo
pero arrasamos todo a nuestro paso
semidioses sin brújula
ovejas descarriadas
pisando hormigas y tréboles
Ni habías empezado a vadear el río de la vida
cuando ilusorio polvo te lanzó contra el muro de la noche
Cuesta entenderlo en el infinito
hiciste arder tu propia casa.
INFANCIA EN EL MONTE
Mi hermano ha muerto
Un ruido torpe a piedras
anda por mis venas
la espalda se me quiebra
el dolor
hace agujeros en mis huesos de mica
Un día estuvimos sobre la tierra
sin madre y sin casa
Era en él en mi hermano
en él me repetía
Dos veces el sauce ahogado en el estanque
el sol el pulso los latidos
dos veces la infancia allá en el monte
un caballo el trabajo a destajo en las estancias
Es mío su rostro y sus brazos que no abrazan
Mi hermano escapa al paraíso
Soy mi hermano.
LA NIÑA
-I-
Al caballito
que gozaba con la risa de la niña
lo estremeció
el silbido triste del pampero
El miedo
sacudió su cuerpo
las orejas tensas fueron hacia atrás
el chicotazo
dibujó en sus ancas una línea de fuego
Intentó apurar el paso
hacia la rampa del camión-jaula
pero su cuerpo
lentísimo
astillaba el día
El atardecer se fue extraviando
El corazón de la niña
fue un puño apretado en su garganta.
-II-
La niña
vestidita de niebla
preguntó
¿Adónde va mi caballito?
Padre…
¿A dónde lo llevan?
¿A dónde lo llevan?
Él no quisiera responder
carraspea
sus respuestas
avutardas aleteando en el barro
le acaricia la frente y dice
el sur es frío
duro
una mole de jaspe no tiene piedad
tu caballo tenía el tiempo acurrucado en sus huesos
y apenitas llegaba al bebedero
En la mirada de la niña
el paisaje
es agua nube
cae
Y cae.
EL HIPOSULFITO IMPREGNABA TUS SUEÑOS
Qué luces
qué sombras andaban en la niña de tus ojos?
Qué veías más allá del tres-cuarto de frente y de perfil?
Tal vez las imágenes de un pueblo que sigue ardiendo en mi memoria
Quién guardará tu nombre del olvido?
Quién lo abrigará del frio?
Alguien lo cuida?
Sola y escasa de palabras intento tu nombre
Recuerdo tu breve talle
en madrugadas eternas
los ojos fijos
congelados ante los negativos
escudriñando en ellos las imágenes
Tu cuarto oscuro era la misma noche
leías como un ave lee el cielo
e indaga sus condiciones para el vuelo
Una sinfonía de aromas brotaba de ese cuarto
se montaban a tu vestido
el hiposulfito impregnaba hasta tus sueños
que más tarde ahogabas junto a la película
en las bandejas del lavado
Tu vida fue allí
en tu trabajo de fotógrafa
preparar reveladores en el tiempo justo
remover fijadores lavar secar
historias de bodas, cumpleaños, bautismos
Quién dijo que solo en color
debíamos mirar el mundo?
Vos que supiste parar en seco el revelado
medir exactos tiempo y temperatura
no pudiste con la penumbra que se arrumbó en tu cuarto
la ampliadora cruje a la sombra de las telarañas
un aroma a fijador quedó en las bandejas de lavado
botellas con ácido acético
un termómetro con tus huellas digitales
un reloj
restos de fotos quemadas por exceso de luz o pasadas de revelado
Madre mis ojos
en blanco y negro te regresan