Enriqueta Belevan

Porque ahora sé que el mundo es compañía

 

 

 

 

 

Para encontrarte en una plaza de Lima

 

Porque es urgente y necesario ponernos a escribir y es

urgente nuevamente decir que hoy estoy aquí sobre

la manta azul y amarilla y afuera en la ciudad que apenas

conozco dentro de otra habitación que no imagino tú estás

ahora como yo tal vez escribiendo con urgencia con desesperada

urgencia los poemas que más luego nos enseñaremos o te

dejarán triste y callado o simplemente tan terriblemente

serio como yo aún no sé qué eres tú y no sabré qué hacerme

con el deseo de hacer mil cosas que no hago y de nuevo la

ventana y el árbol que te gusta y no sé cómo se llama y no

pregunto de nuevo volveremos con la suavidad de los gatos

enlazados y me pondré a cantar todas las canciones que

están persistentemente con nosotros en ese tocadiscos que

ahora sigue prendido sin que tú comprendas por qué no puede

permanecer nuestra alegría como un eco de consistencia

semejante a correr para encontrarte en alguna plaza de Lima.

 

 

*

 

 

Puedes construir una historia con tan sólo asomarte a la calle a

caminar abrigándote las manos en los brazos las rodillas en

tus manos cuando ves que las tres y las cuatro de la tarde

sentada sobre la vereda van volviéndose suave y suavemente

oscuras y vas volviendo y miras a esa chica dentro del carrito

peinándose peinándose linda y luego los dos, ella y él,

saliendo cerrando bien la puerta besando sus cabezas y

él palmeándole el potito y tu sonrisa es seguro como la

de las máscaras que iste hace diez años en la sala y vas

caminando porque las cinco y las seis y las siete y tus

pies son pequeños y sin embargo caminan largo y duro duro

duro y aquí estás empinándote en esa calle para darte cuenta

que los muchachos rubios siguen trabajando también hoy

y eres solo una chica dentro de las horas que ya no cuentas

de los pisos de las escaleras que te llevan demasiado

temprano a un lugar seguro.

 

 

*

 

 

Porque como hoy o como anoche

puedo salir a buscar algo que sea un poco el rastro

de buscar y buscar incansablemente

porque como ayer puedo caer y caer sobre un pasto

húmedo en este verano húmedo también

porque sé que la violencia es desterrada para siempre

cuando no es necesario más que alargar los dedos

sobre los labios o las rodillas

porque es dulce sentirse como una pequeña ardilla

contemplando tus ojos de ardilla.

 

 

*

 

 

Porque tú y yo sabemos más que sobradamente

amor que ni tú ni yo detendremos nuestra carrera

bajo todas las pistas atestadas de árboles

sobre todas las calles atestadas de gentes

sobre todo lo que aún nos hace impulsarnos a dar a grandes saltos

ese gran salto que quizá lo estemos dando ya ahora

sin tocarnos

sin caer el uno en el otro

y no me pongo a llorar horrorosamente como en nuestra primera despedida

porque ahora recorro casi volando todo tu cuerpo

y lo encuentro en mis brazos solitarios y solos

más que nunca esperando

o esperándote sin esperar ni esperarte porque también ésta es una carrera

y la hago ahora que intento decir algo que sobrepasa

un amor pleno de contradicciones

y de tristezas y risas quebradas casi injustas

a nuestro parecer

cuando se sabe claro más que sobradamente que el tiempo

esta aceleradamente medido

por el mayor de nuestros impulsos.

 

 

 

 

Tú lo dices T.S. Eliot

 

“No estamos aquí para la certidumbre”

tú lo dices T.S. y no me tendría que ser

tan difícil extender mi cuerpo y aligerarme

sobre las pequeñas cosas que me impiden

caer en tu inmovilidad y moverme

y es un intento vano y no es vano

y nuevamente

este cansancio puede ser restituido

puede darse un vuelco y

nuevamente parecerme que es sólo posible

el amor hoy aquí sin soledad y sola

en una Universidad en la que nunca encuentro

lo que vengo a buscar en la que encuentro

lo que sé que existe detrás de las pequeñas

torres de marfil sobre el piso de mi cuarto

o sobre mi cuerpo.

 

 

 

 

Porque ahora sé que el mundo es compañía

 

Para Javier Sologuren

 

Cuando uno es esta forma de silencio

que se asoma de perfil en la ventana

y que cierra los ojos en el último piso

del más alto edificio de la tierra

descifrando los extraños movimientos

de lo amado

los inmensos bosques de hojarasca dorada

son muy tristes de andar sin escucharte.

Y es que no importan los sueños apagados

con el botón abierto de la luz lacerante

si puedes aún llevar tu corazón contigo

abrigando a un pequeño petirrojo extraviado.

 

 

 

 

Pier Paolo

 

Rostro destrozado entre los cristales.

Trazas un signo y es nada frente al viento

que puede ser cruel en una ciudad desguarnecida.

Muerto de tristeza el día te descubre

con el cráneo deshecho por un adolescente.

Pero entonces un signo es más

que un conjunto de signos dibujando

las cosas innombrables

y la tarde o la noche son el color

del mar sobre tus manos celestes.

 

 

 

 

Derzu Uzala

 

Entre escupitajos y gritos Kurosawa en Lima

un niño no escucha tu hermosa voz

transparente en nuestros ojos

repitiendo tu nombre sin nombrarte

sin otra estrella tu noche en estas calles.

Dónde las flores para cubrir tu ternura

ascendiendo como el silencio celeste de una tumba

abierta como la piel de los duraznos

o como la piel de un hombre

de manos titubeantes

que retiene el paso débil de las hojas

en sus pasos de nieve.

Dónde las flores de nácar que entregarte

en una ciudad de ceniza y de miseria.

Sólo tu voz en los rincones más duros repetida

como una espada hiriendo entre los ojos.

 

 

 

 

-Material extraído de Poemas del ave bella del cernidor y del horno
Editorial Polisemia, Lima, Perú 2021.

 

Enriqueta Belevan (Lima, Perú, 1944). Realizó estudios de música en el conservatorio de Bruselas a fines de los sesenta y Literatura en la Universidad Naci ... LEER MÁS DEL AUTOR