Testimonios de un poeta explosivo
Enrique Gómez-Correa [Chile, 1915-1995]. Entrevista realizada en 1991.
Por Floriano Martins
FM | Como solía decir René Daumal, aquel que escribe en total libertad crea un mundo. ¿Qué significado tiene para ti el acto de creación?
EGC | La aspiración de Daumal es idealmente exacta. Pero en la práctica las dificultades surgen al querer determinar el momento en que el escritor o el poeta ha logrado la “total libertad”, sea en el interior de su espíritu o fuera de él. A contrario sensu se pensaría que, cuando no existe esta libertad, nunca podría crearse un mundo, lo cual lo desmiente la historia de la literatura y de la poesía. Bajo tiranías (¡y vaya que lo sé!) se pueden crear obras, textos, mundos nuevos, claro está que ocultamente y, en general, impublicables, incomunicables, los cuales, sin embargo, a la larga salen a la luz y si se trata de una verdadera creación ésta sobrevive a la sombra, sobrevive a los estragos de la opresión y de la muerte. En último término, para mí, “creación” es un acto en que la diversidad espiritual se solidifica.
FM | Algunos críticos señalan el esoterismo y la filosofía hindú como aspectos igualmente esenciales de tu poesía. Hay un verso tuyo que alude al poeta como el “hombre que pisa sobre la escritura de su muerte”. ¿Dirías que, en esto que René Char llama “un entendimiento de lo inesperado”, se encuentra la raíz de toda tu poesía?
EGC | Durante años, a través de diferentes lugares que he visitado en mis viajes por el mundo, ha sido preocupación fundamental para mí conocer cómo afrontaban los distintos pueblos el problema de la muerte. Lo experimentado, por ejemplo, en las selvas ecuatorianas y colombianas; en la India y en China; en los países europeos y americanos; en pueblos civilizados y pueblos primitivos, bárbaros, más propiamente autóctonos en general. He conocido sus ritos. Yo mismo he estado varias veces al borde de la muerte. He escrito poemas agonizando. Mi poema “El peso de los años” (inédito) es una relación de mi lucha con el cáncer (desahuciado, en los primeros días de marzo de 1985, por junta de médicos) y he logrado sobreponerme. Por algo en 1937, en un texto de escritura automática (“La violencia”) me había formulado la terrible interrogante: ¿De qué sirve la cuarta dimensión del ojo sin el cigarro de la muerte? – Aquí lo inesperado fue la vida, el re-nacer, el re-vivir, todo, todo un acto poético. Hoy –ante el derrumbe de las gastadas ideologías y de las viejas utopías- es tarea primordial para el poeta (con una poderosa voluntad e imaginación) crear nuevas utopías (tal vez nuevos mitos) para abordar el Tercer Milenio, que nos aguarda con sus vacíos, ilusiones, esperanzas y zozobras.
FM | Según Borges, “la poesía no empieza con la metáfora y hasta sospecho que entre la gente primitiva no se ve la diferencia entre el sentido recto y el sentido figurado”. ¿Consideras la metáfora como elemento esencial de la poesía?
EGC | La metáfora y la comparación se construyen con el puente que implica el “como” tal cual la imagen con el otro puente que es el “de”. Metáfora, comparación e imagen son los puntales de la poesía. Agréguele a éstos: conocimiento, razón, locura, emoción, sentimiento, sorpresa, silencios, consciente, inconsciente, azar, imaginación, humor, entusiasmo, éxtasis y después póngalo todo al fuego, lento o acelerado según te lo indique el árbol del cerebro, el de tu corazón y, asimismo, el ritmo de tu sangre. Dejarás tu sangre en la escritura del poema sobre la hoja en blanco.
FM | De acuerdo con Nicolás Espiro, “el arte nace con una estirpe de supra-personalidad para que la vida cotidiana pueda nutrirse de ella y alcanzar, a su tiempo, por su intermedio, esa conciencia más alta, esa región donde se anulan opuestos e incompatibles, donde todo existe en comprensión y armonía”. ¿Estás de acuerdo? En este sentido, ¿podríamos afirmar que esto constituye un obstáculo para la comunicación del artista con el mundo?
EGC | Por cierto. Se marcha siguiendo las huellas de Heráclito, de Hegel, la dialéctica endemoniada que lleva a los absolutos, al punto supremo, al punto sublime, donde las antinomias se resuelven. Es el retorno al Uno.
FM | Recordando las palabras de Aldo Pellegrini: “Todo lo que el Surrealismo piensa del arte se resume en su concepción de la omnipotencia de la poesía. La poesía constituye el núcleo vivo de toda manifestación de arte y ella le da su verdadero sentido”; y recordando a Artaud, cuando se refería al Surrealismo como “una nueva especie de magia”, ¿qué significado tiene en tu vida el Surrealismo?
EGC | Yo he nacido en una tierra surrealista y, por eso, lo fui antes de conocer la letra, la doctrina, los textos que forman el mundo surrealista. Nací en una tierra donde son frecuentes los temblores, los terremotos (he escapado a sus graves consecuencias a tres grandes), las erupciones volcánicas, las nevaziones en pleno desierto cálido, las petrificaciones de reptiles, de aves, de animales. Recuerdo que en mi infancia me maravillaba poniendo zapatos, frutas, objetos en aguas calcáreas de un estero, para verlos como se petrificaban, como se metamorfoseaban, como mi ciudad natal (Talca) era cubierta por las cenizas de un volcán cordillerano. ¡Si acá, en Chile, hemos tenido hasta un Ubu Roi!
FM | ¿En qué circunstancias surge en Santiago el grupo Mandrágora?
EGC | El grupo Mandrágora y la revista del mismo nombre nacieron oficialmente el 12 de Julio de 1938, con una lectura de poemas y declaraciones en el Auditórium de la Universidad de Chile, hechas por Braulio Arenas, Teófilo Cid y yo, no obstante que ya, en 1932, el azar nos había reunido en el Liceo de Hombres de Talca. Luego se incorporaron al grupo Jorge Cáceres y otros. El gran pintor Roberto Matta había partido a Francia, pero él conoció nuestros textos y, según me informaron, manifestó su aprecio. Eran los tiempos de la Guerra de España, de los Frentes Populares (triunfantes en Francia, España y Chile) y de la Segunda Guerra Mundial. Nos opusimos al capitalismo, al fascismo, al nazismo, al franquismo y al estalinismo (Octavio Paz lo ha destacado en un artículo suyo). Fuimos, además, fervientes partidarios de la ruptura de relaciones diplomáticas con los gobiernos de los países que formaban el Eje. Sostuvimos nuestros puntos de vista en diarios, revistas, conferencias, foros y aún a bofetadas. ¡Tiempos heroicos de la Mandrágora!
FM | ¿Qué importancia tiene la poesía de Pablo de Rokha, la de Rosamel de Valle y la de Humberto Díaz-Casanueva para la generación de Mandrágora?
EGC | Los poetas que usted me señala, a cuya lista hay que agregar a Vicente Huidobro, desempeñaron un gran papel en la historia de la poesía de Chile. A pesar de la diferencia de edad nos unió una gran amistad, nos frecuentábamos muy seguido, nos apoyaron y nos estimularon, agregado a ello que, en cierto modo, nos habían despejado el camino para hacer estallar la gran explosión poética en el idioma español. Eso sí, vale la pena aclararlo, no fuimos ni discípulos ni seguidores de ninguno de ellos, a pesar de lo valiosos de sus obras. Pero nos separaban diferencias profundas. Repudiamos tanto la conducta como la obra de Neruda.
FM | ¿Qué relaciones mantenían los integrantes del grupo con los demás focos del Surrealismo en América latina?
EGC | El grupo Mandrágora tuvo desde sus inicios muy buenas relaciones con los surrealistas franceses, belgas, españoles, holandeses, ingleses, suecos, alemanes, yugoslavos y de los países sudamericanos como Argentina (Aldo Pellegrini, Enrique Molina, Julio Llinás, Raúl Gustavo Aguirre); Perú (César Moro, Méndez Dorich, Westphalen); Venezuela (Juan Sánchez Peláez); países centroamericanos (el grupo dominicana de “La poesía sorprendida” que fue, en cierto modo una proyección de la Mandrágora gracias al escritor y poeta chileno Alberto Baeza Flores). Igualmente en Cuba (Lam), Haití y La Martinica. Hasta hoy mantengo correspondencia con los poetas colombianos Oscar González y Raúl Henao (Medellín). También estos lazos se han mantenido con los surrealistas estadunidenses (en Chicago Franklin Rosemont como antes con Man Ray) y de Canadá a través de nuestro amigo el poeta y artista Ludwig Zeller. Otro tanto con respecto de México.
FM | Hay una grave acusación de Gonzalo Rojas a los componentes de Mandrágora, según la cual traicionaron lo postulados poéticos que dieron origen al grupo y se entregaron a la publicidad y al triunfalismo vulgar. ¿Qué piensas al respecto?
EGC | En su tiempo me informaron de esa gratuita e injusta crítica. Braulio Arenas y Stefan Baciu, quienes también habían sido aludidos, contestaron en términos muy enérgicos. A mí me ofrecieron espacios en diarios y revistas para que contestase. Y no obstante que jamás había rehuido la polémica, esta vez me negué a hacerlo y preferí mantenerme impasible. Meses después el autor de las referidas críticas me escribió una carta personal señalando su error y dándome excusas por su desaguisado o traspiés, con términos elogiosos para mi persona y mi obra. Después de esto di por cerrado el episodio y me parece irrelevante seguir insistiendo en él.
FM | El último número de la revista Mandrágora llevaba por título “Testimonios de un poeta negro”, y fue enteramente organizado por ti. Esta denominación de “poeta negro”, ¿acaso te identifica con los postulados de Le grand jeu?
EGC | He admirado a estos integrantes del grupo denominado Le grand jeu (título de una obra de Benjamín Péret), especialmente a René Daumal (que hacía experiencias con la muerte absorbiendo peróxido de carbono y que habló de “poesía blanca” y “poesía negra”); de Roger Gilbert-Lecomte (devorado por las drogas y el alcohol, muerto víctima del tétano) y de Maurice Henry, a quien conocí personalmente en París. Pero la “poesía negra” nuestra era más amplia en sus contenidos, ya que no sólo se limitaba con señalar su equivalencia con la “magia negra” en contraposición a la “magia blanca”, sino que se refería a todo lo negado por la moral imperante, al mal, en estado de gracia y pureza, al color negro de la bandera de los anarquistas, a la rebelión absoluta. Era el “negro” de Rimbaud y de Lautréamont.
FM | ¿Cuáles las razones de la decisión de no publicar más la revista?
EGC | Mi prolongada residencia en Europa y al tratar de publicar el nº 8 de la revista Mandrágora en Paris contar sólo con las colaboraciones de surrealistas europeos y, entre los chilenos, únicamente con la de Jorge Cáceres, lo que me hacía aparecer en una orfandad en lo que respecta a mis connacionales y lo que me determinó viajar a países del Medio Oriente y de África, principalmente a Egipto en donde tomé contacto personal con el poeta surrealista Georges Hénein y con los de su grupo La parte del desierto.
FM | En un posible balance de tu producción poética, a lo largo de más de cincuenta años de intensa actividad, y contando con algunos títulos inéditos, ¿sería posible determinar qué te trajo a la poesía?, §cuáles son los frutos sagrados de tu incesante diálogo con ella?
EGC | A estas alturas, después de haber vivido tan intensamente y tan intensamente también haberme defendido de la muerte, de haber escrito bastante –si se une no publicado con lo inédito- puedo decir que la poesía en mí lo ha invadido todo, todo lo ha iluminado, aún las cosas triviales, los lugares comunes, los hechos de la vida cotidiana, las ciudades, las calles, las casas, las plazas, la cordillera, el mar, los cielos claros o tormentosos, el día, la noche, el sueño. Hace ya tiempo que la Mandrágora está en la calle, los jóvenes la escuchan, la leen, la estudian en las Universidades por más que yo me empeñe en mantenerla secreta. Tanto es así que un restaurante en el barrio oriente de esta capital –Santiago de Chile- lleva el nombre La Mandrágora. Los turistas que van a la cordillera a esquiar en la nieve lo leen y repiten: “¡La Mandrágora!” ¡Pobre Maldoror!
Poemas de Enrique Gómez-Correa
EL ESPECTRO DE RENÉ MAGRITTE
Cuando él descubrió la huella inefable de la luciérnaga
Había a su alrededor seres extraños identificables con la furia
Seres a cuyo paso el sonido guardaba silencio
Que os invitaban al fondo del mar al fondo del cielo
A la tormenta de los objetos.
Y tú René Magritte paseabas con tu espectro a cuestas
Con tu mundo desconocido forjado en la fragua del deseo
En el anillo de la imaginación
Que en tu dado era el dedo del fantasma.
Te reconocías en el ángel
A cuyo golpe de rayo era el árbol despiadado
Te reconocías en el árbol
A cuya mirada era la más perfecta estatua de carne y hueso
Eras entonces la tortura de la ventana frente al infinito.
Fuego del vendaval que parte de la cabeza a los pies
Fuego para llorar fuego para reír
Fuego próximo a lo que eres tú con tu ojo de fuego
Fuego nostálgico.
Tanta vida inútil
Tanto espejo sacrificado a instancias del círculo mágico
Tanto corazón al borde del abismo
¿Por qué la vida –la tantas veces recordada vida– ha de ser inútil?
Y tú lo sabes René Magritte
Lo sabes en el relámpago lo sabes en tu amor
Lo sabes en la más pervertida de las nubes.
Andas y desandas el camino que ya no es él mismo
A tu habitación llegan objetos conocidos y desconocidos
Y tú los invitas a cenar
Tú conversas tú les das la palabra
Tú les das el alcohol tú eres enigmático como ellos.
Pero yo vuelto hacia mí
Temblando en la página en que te escribo
Con mi vestón que he olvidado con displicencia te digo
Pasad espectro de carne y hueso
Pasad.
YO ENTRO EN GAVILÁN Y SALGO EN FÉNIX
En la noche destapo la botella y soy un pájaro
Que interroga a su alma
Entonces la ola sube
Y por un instante el aire no es más que dos ascuas.
Sentada a mi lado fascinante
Siguiendo la luz
De lo que es a lo posible
Ella corta la nebulosa en mitades
Que a la vez son dos enormes plumas.
Ella ama el misterio y le canta a la dureza
Sabe que el terror le zumba en el oído
Y hacer de dos días una noche
Es tan fácil como transformarse
En ornitorrinco.
Tú eres el fantasma que ama la pureza y cantas
A las bailarinas
Un muro os responde con un “sí”
Más bello que un cuerpo sembrado de dientes
Tú te llenas los bolsillos
Y te dispones al goce.
Ahora eres el ojo que crece
Y que el mar arroja después del naufragio
Imaginad que ese ojo
Esté amenazado por la dentadura de un bull-dog
Entonces yo no sería más que esa llama
Que mis antepasados portugueses
Buscaban en el agua
O en el aire y aún en el fuego
Y después se perdieron
En las ciudades heladas del sueño
Para despertarse a doce pulgadas de mi alma.
Ahí te buscas y te golpeas la frente
Miras el cielo
Y las nubes son el musgo
Propicio a una bandada de estorninos.
Has atravesado las bóvedas del tiempo
Te has mezclado al relámpago
Has jurado venderle tu alma a la noche
Ya que eres el ala llameante de los malditos
Ya que conocéis los encantos y delicias de la noche
Ya que habéis llorado antes que el origen de las lágrimas
Disparad todos vuestros revólveres sobra el cielo y el hastío
Porque aún así
Alma eres un poco menos que yo.
LAS MISERIAS DEL AMOR
Bajar amparado por el hambre
Hasta la zona donde se es múltiple
Donde el sí y el no
Arrastran sangre a la lengua
Con más luz que el sueño de un ciego
Que abre las puertas a un amor
Que trastorna el oído
Con luz y hambre se es puro
Igual que el blanco sale de la noche de los perdidos
Con miedo a lo furibundo a lo funesto
Pues entonces se está en el amor
Con toda la cabeza.