La construcción minuciosa de una micrología
por Rafael Courtoisie
La obra del montevideano Enrique Fierro (1941-2016), profesor de Literatura, ensayista, crítico, traductor, fallecido en Austin, Estados Unidos, donde vivía junto a su mujer, la poeta y premio Cervantes Ida Vitale, desde hace años, se centra fundamentalmente en su poesía.
En un universo sesentista donde el compromiso y la poesía de realidad, exteriorista, como la llamara Ernesto Cardenal en su conocido ensayo, en un Uruguay en ebullición social, política, estética, la voz de Fierro surge desde el inicio como la construcción de una diferencia nítida en forma y fondo.
Forma breve o brevísima que vehiculiza un fondo de cuestionamiento, de duda, de incerteza. La poesía de Enrique Fierro aparece, en un universo de verdades explícitas y consignas epocales de clara filiación, como una pregunta o como una sucesión de preguntas. Una propuesta para que el lector “coopere”, “entre en el juego”, “dialogue” con micro textos muchas veces difíciles de descifrar en una primera lectura.
O bien textos trabajados con arte de orfebrería que brillan pero eluden la reducción “simple” a un sentido, a una dirección sémica preponderante.
La comunicación directa, en la poesía de Fierro, es una variable que ocupa un segundo o tercer lugar. Se construye un artefacto poético donde se busca un impacto estético primero, un estado de asombro en el receptor, y sólo luego y en forma subsidiaria, la comunicación escurridiza de un “objeto” referido poéticamente. O mejor dicho: connotado.
Si en toda construcción poética la connotación juega un rol fundamental antes que la denotación, en Fierro el sintagma es connotativo y se relaciona con el nivel semántico de modo siempre múltiple y en ocasiones ambiguo, francamente ambiguo, como si lo que se estuviera construyendo en esta micrología fueran “serios” juegos de palabras, tal vez emparentados con la tradición anglo sajona del Limerick, lejos del contemplativo haiku japonés o del aforismo filosófico de Wittgenstein.
LO MÍNIMO ERIGIDO ANTE LO TOTALITARIO
No es una poesía totalizadora ni de largo aliento, es una poesía que parece tender al aforismo, al díptico, a la esencialización, pero que elude la formulación filosófica y opta, muchas veces, y cada vez más a medida que se desarrolla su exilio, su vida fuera del país, por la vía de un humor sutil, irónico, que muchas veces disimula el sarcasmo solamente para sembrar más interrogantes en la página, para referir y al mismo tiempo hacer borroso el “tema” , el “objeto” referido.
Fierro, frente a Estrázulas, Peri Rossi, Salvador Puig, por citar solamente algunos de sus contemporáneos uruguayos (algunos estrictamente co-generacionales), hace una poesía que parece “fuera de lugar” como precisamente titulará mucho más tarde una de sus colecciones de texto.
LA CONTUNDENTE VACA COLORADA EN LA PRADERA DE LA POESÍA
La apelación al absurdo, al humor absurdo, a la anáfora casi obsesiva, al juego tipográfico de repetición y agregación progresiva, se dan en el conocido título “Quiero ver una vaca”, libro que emplea la reiteración para crear un vacío significante, libro que, como introduce el adjetivo “colorada” para calificar esa inasible y poética vaca, fue fuente de especulaciones de tipo político partidario menor: “Quiero ver una vaca colorada” fue interpretado en su momento como una suerte de velada declaración o consigna de radicación geográfica y epocal concreta: el Uruguay de los primeros gobiernos posteriores a la dictadura.
La perspectiva temporal y la lectura de “Quiero ver una vaca” en el necesario contexto de su corpus poético, aleja de esa demasiado fácil línea interpretativa.
POESÍA AL ALCANCE DE LA MANO, POESÍA DE ORFEBRE BIZARRO
Lo minimalista en Fierro es un universo que se despliega a la medida de una mano humana. No se trata solamente de una cuestión de extensión: es una cuestión de intención e intensidad. La minimización es su modo de enfrentar la procura totalitaria de la novela, por ejemplo, o de la poesía bulímica y omnívora de los epígonos nerudianos que proliferaron en Iberoamérica durante la época en que la poesía de Fierro sale al ruedo, a veces minúscula, pero siempre desafiante, como un torero pigmeo frente a un espécimen miura gigantesco y de afilada cornamenta.
La opción por lo pequeño es en Fierro una opción de estilo pero es más: es una consciente opción por la diferenciación, por escribir desde la diferencia y construir la diferencia.
En realidad, revisado muchos años después, desde la perspectiva del siglo XXI, “Quiero ver una vaca” es un juego poético de inspiración para nada bucólica pero sí pastoril: hay una prosecución de lo esencial en la humorada que reduce el deseo a una visualización bizarra (en el sentido inglés de la palabra) o fantástica, no realista, elusiva, cómica.
Entre los estilemas de Fierro está el hipérbaton, la alteración del orden sintáctico al servicio del non sense, de la humorada que encripta la construcción textual y parece intentar alejar toda posibilidad interpretativa simple, de primer orden referencial.
Sin embargo, no es del todo claro la reducción del corpus poético de Fierro a una neo concreción de gongorismos, ni a un barroco ni, como se ha dicho, equivocadamente, a un “neo barroco” de filiación caribeña.
Fierro se aleja de Lezama Lima y de todo discurso torrencial. La poesía de Fierro no exhibe un horror al vacío sino que, por el contrario, parece querer hacer evidente el vacío detrás del discurso, convertir ese vacío o hueco semántico en el motor etéreo de su proposición estética.
La muerte del poeta disuelve en el flujo del tiempo lo que cierta teoría literaria llama “autor real”, aunque de ese autor real queden cientos de anécdotas jugosas, y enfrenta al lector de hoy a un campo poético en donde profundizar y analizar, en donde ahondar en un autor que por diversas razones fue más conocido y atendido fuera de su país de origen.
Poemas de Enrique Fierro
Pájaros que se entienden con la noche
DEL MÁS SECRETO SUR
Las muchachas fueron y venían
cubiertas de flores y de preguntas.
Acababan de ser enterrados
entre risas los carnavales.
Al sur estábamos, estaban.
Y para colmo se perdía
en la memoria el barco de los sueños
habidos y por haber
y que en tu nombre y en mi nombre
callan: al sur estábamos, estaban.
EL SUEÑO DE ARRIBA Y EL SUEÑO DE ABAJO
Al fin tocamos otro muro
donde pintado fue el retrato
del sueño afín a la belleza
de movimientos de color,
de colores de la forma,
de formas del camino,
de caminos que fueran
lentas fallas en la corteza
del tiempo propio del espacio
de los números que giran,
giran.
AL MENOS
En fin: que no sé cómo
esa mancha gramática
envuelta por las nubes
amenaza las fieles cofradías.
Le abrimos el camino
y así nos desviamos
rumbo a qué fuente
y de ella bebemos.
En fin: que no sé cómo.
Pero al menos, colmenas.
Al menos estas letras
al oído de alguien.
FUERA DE SÍ
El maestro que sonríe
fuera de sí afirma
que toda crónica tiene
su fin en su principio.
Balbucea, balbucea
y sólo tiene ojos
para la bella que,
alegre, ligera,
no premia ni castiga.
El maestro que penas
y ventila rencores.
BREGA
Astuta la orquesta se
burla del mensaje y vuelve
la trémula página suelta,
atraviesa el modo galante,
se baña de sonido largo.
La víctima no es visible:
el pésimo tambor que,
privado de luz y de sombras,
en el campo enemigo
y entre los desmanes de la historia,
se hace a un lado
y nos hace a un lado.
LOS HERMANOS PERDIMOS
A veces una súplica
que tiene su trasfondo
trabaja rauda contra
la realidad de las falanges
de frases elegantes, adecuadas.
Pero de pronto los atroces,
otrosí los buitres: tiempo
de luto la revuelta.
Los hermanos perdemos
y perdimos.
MÁS OTOÑO
Arrogante la vista indica
que el sombrío vive
en rincón de casa de orates,
junto a versos oscuros, tenebrosos,
con y sin corona de mirtos.
Pero ni bien llega el otoño
abandona la quinta somnolienta
y se enfrenta a legiones de traidores,
a flagelos, fisuras
y a la madre de todas las preguntas.
ALIMENTA LA TIERRA
Engañosa la pérfida
niega la gama grito
de una dama que pasa
por un ligero toque mágico
de la venturosa escena
donde la carne gime
al teatro de la fosa donde
el polvo de los cuerpos
alimenta la tierra.
DIANA DE LOS BOSQUES
Al oeste del sol
y al este de la luna
toro y árbol
toro de Creta
árbol del olvido
del olvido de Diana
de palabras calladas
de música y calladas
al oeste del sol
y al este de la luna