Tráeme el atardecer en una copa
(Versión al español de Isaías Garde)
Tráeme el atardecer en una copa (128)
Tráeme el atardecer en una copa,
examina los frascos de la mañana
y dime cuánto rocío hay;
y dime hasta dónde se movió la mañana,
dime a qué hora duerme el tejedor-
que urdió la amplitud del azul.
Consígname cuántas notas componen
el nuevo éxtasis del petirrojo
entre las ramas asombradas-
cuántos viajes emprende la tortuga-
cuántas copas comparten las abejas,
libertinas del rocío.
Y también, quién alzó los pilares del arco iris,
y quién conduce las dóciles esferas
con cuerdas de azul flexible.
Qué dedos sujetan las estalactitas-
quién lleva las cuentas de la noche,
para saber si alguno queda en deuda.
Quién construyó esta cabaña
y cerró sus ventanas de tal modo
que mi espíritu no es capaz de ver.
Quién me permitirá salir, algún día de fiesta,
breve pompa,
con aparejos de vuelo.
Di toda la verdad pero dila sesgada (1129)
Di toda la verdad pero dila sesgada —
El éxito descansa en el rodeo
Demasiado brillante para nuestro débil deleite
La extraordinaria sorpresa de la verdad
Como un relámpago ha de explicarse a los niños
Con amabilidad para que se apacigüen
La verdad debe deslumbrar gradualmente
O todos quedarán ciegos —
Durante tantos años tuve hambre… (579)
Durante tantos años tuve hambre-
Hasta que llegó mi mediodía -mi hora de comer-
Temblando me acerqué a la mesa-
y probé el vino extraño-
Era lo que había visto sobre otras mesas-
Cuando volvía, hambrienta, a casa
y veía por las ventanas la opulencia
que no podía pretender para mí-
No reconocí la abundancia del pan-
Tan diferente de las migajas
que los pájaros y yo compartíamos
en el comedor de la naturaleza-
La plenitud me lastimó -era algo tan nuevo-
Que me sentí enferma -y rara-
como un fruto del árbol montañés-
trasplantado al camino.
Tampoco estaba hambrienta ya -descubrí
Que el hambre -es algo que sienten
aquellos que miran por las ventanas desde afuera-
y que, entrando, lo pierden.
Muchacho de Atenas… (J1768)
Muchacho de Atenas, sé fiel
A ti mismo,
Y al Misterio-
Lo demás es perjurio-
El lujo de comprender (J815)
El lujo de comprender,
Ese lujo sería
Verte una sola vez
Y volverme un Epicuro.
Cualquier Presencia Tuya
Traerá la novedad del alimento.
Poco recuerdo del hambre
Después de haberme surtido tan bien.
El lujo de meditar;
El lujo fue el banquete de Tu Rostro,
Don de suntuosidad
Para esos días normales, cuya mesa lejana
-única certeza que veo-
Está provista de sólo una migaja,
La conciencia de Ti.
Dijiste que yo era grande… (J738)
Dijiste que yo “era grande” -un día-
Entonces soy “grande” -si a Ti te gusta-
O pequeña -o de cualquier tamaño-
Es más -soy del tamaño que quieras-
Alta -como el ciervo- ¿te parece?
O más pequeña -como el reyezuelo-
O de otras medidas
Que tengo vistas-
Dime de qué medida -es difícil adivinar-
Si tengo que ser rinoceronte
O ratón
Al mismo tiempo -para Ti-
Dilo -si tengo que ser la reina-
O el paje -para complacerte-
Lo soy -o nada-
U otra cosa -si es que se trata de otra cosa-
Con esta sola condición-
Adecuarme a Ti-
Estafé a los bosques… (41)
Estafé a los bosques,
A los confiados bosques.
Los árboles ingenuos
Ofrecieron sus fresas y su musgo
para halagar mi fantasía.
Revisé, curiosa, esas baratijas
Y las junté, hasta que me cansé y me fui.
¿Qué hará ahora la solemne cicuta?
¿Y qué opinará el roble?
Las únicas noticias que conozco… (827)
Las únicas noticias que conozco
Son las del Boletín Diario
De la Inmortalidad.
Los únicos espectáculos que veo-
Son Mañana y Hoy-
Acaso, la Eternidad-
El único con el que me encuentro
Es Dios -La única calle-
Atravesada – La Existencia
Si hubiera otra novedad-
O admirable suceso-
Se los contaré-