Emilio Coco recibe la Medalla Vicente Huidobro 2025 en lengua extranjera

 

Anunciamos con gran alegría que la medalla Vicente Huidobro en lengua extranjera será entregada este año al reconocido poeta y traductor italiano Emilio Coco. Este importante reconocimiento tendrá lugar en el marco del duodécimo Festival Internacional “Primavera Poética” de Lima durante el mes de septiembre. Como Fundación Vicente Huidobro y Fundación Iberoamericana para las Artes nos sentimos muy honrados de entregar este premio a uno de los más grandes traductores y difusores de la poesía Latinoamericana en Italia.

 

 

Medalla VICENTE HUIDOBRO Italia

 

 

Presentamos dos poemas de Emilio Coco en la traducción al español de Marco Antonio Campos.

 

 

 

 

 

Vuelva pronto el verano

con la fiesta en los ojos si te unto

crema sobre la espalda

y te bajo tu traje

hasta la seña blanca de las nalgas

vigilando que el cursor del cierre

no se enganche en los bordes de la tela.

 

Vuelva pronto porque haciendo correr

apenas la cortina de la ducha

aparezcas goteando

y con salto de danza te levantes

desde la punta de los pies y tomes

la bata colgada demasiado alto

y yo pueda un solo instante mirarte

en la tranquilidad de tu sonrisa

mientras la restriegas contra el cuerpo.

 

Que no termine nunca y no me canse

de verte en el espejo

cuando con las pinzas luchas por sacar

aquel pelo en la aréola que afea el seno

renuncias y me encargo

del delicado deber a la espera

de haber ganado un ¡oh¡ de aprobación

y te abrazo y tu boca me renueva

sensaciones y sabores de otros tiempos.

 

Pase pronto el invierno con su carga

de cobijas y pijamas con botones

de bodis y de pantis donde topa

mi mano impaciente de caricias

y si en el lecho explora tu barriga

envuelta en la faja abdominal

me la alejas con un tierno reproche

está muy fría amor ahora durmamos.

 

Haz oh Señor que sea siempre verano.

 

 

 

 

 

Abuela Graziuccia

que dormía sola

con el orinal bajo los trípodes

y con la carbonilla

amontonada entre los trastes

removía en el bracero

donde brillaba un poco de tizón

antes de irse a la cama.

El sueño se escandía

por el golpeteo del péndulo

que a veces en la noche

se olvidaba de llamar las horas.

Me llamaba a las siete de la mañana

para repasar un canto de la Ilíada

o el último capítulo de historia

antes de prepararme para la escuela.

 

Abuela Graziuccia

con el plato de pasta al jitomate

en la servilleta a cuadros

se bañaba de salsa al oscilar

entre mis dedos sujetando las puntas.

Se lo llevaba reteniendo el hálito

y sus ojos gozaban

cuando en la mesa lo abría humeante.

Por cada viaje me daba cinco liras

que gastaba en comprar

el habitual helado

con nata chorreando sobre la crema

y lo lamía lento

para alargar la llegada con las tías.

 

Abuela Graziuccia

con el cernidor colgado

en el muro de la casa de enfrente

lo alquilaba a diez liras la hora

a las mujeres de calle Cappellini

hasta la avenida arriba donde sacudían

las hojas de maíz

para engrosar los colchones famélicos.

Jamás supe su edad

–tal vez setenta y cinco–,

el día que la vi en el ataúd

envuelto el rosario entre las manos

y ni una sola cana en los cabellos.

 

Abuela Graziuccia,

con diez mil liras liadas

que escondía en la olla que colgaba

junto a los otros cobres sobre la masera

donde amasaba con manos cadenciosas

hogazas de seis kilos

y agradecíale a Dios a cada golpe

por el regalo del pan diario.

Las tías me compraron con las liras

en el primer cumpleaños ya sin luto

un Tissot con agujas relucientes

que presumí por años en la manga

de una chaqueta verde militar.

 

Abuela Graziuccia,

duermes el eterno sueño

en el nicho apoyado contra el piso

de la iglesia Madonna delle Grazie

ya sin tu nombre y ya sin el florero.

Allí te quedó una oxidada argolla

en que ensartar al recitar un réquiem

un ramito de falsas margaritas

para el día de los muertos.

Tan sólo faltas tú

en la que es nuestra cripta de familia.

 

 

 

 

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Emilio Coco, nacido en San Marco in Lamis (Foggia, 1940), es hispanista, traductor y editor. Entre sus obras destacan: Antologia della poesia basca (Crocetti, Milán, 1994), tres volúmenes de Teatro spagnolo contemporaneo (Edizioni dell’Orso, Alessandria, 1998-2004), El fuego y las brasas. Poesía italiana contemporánea (Sial, Madrid, 2001), Los poetas vengan a los niños (Sial, Madrid, 2002), Poeti spagnoli contemporanei (Edizioni dell’Orso, Alessandria, 2008), Jardines secretos (Sial, Madrid, 2008), Antologia della poesia messicana contemporanea (Sentieri Meridiani, Foggia, 2009), La parola antica (Nove poeti indigeni messicani) (Edizioni dell’Orso, 2010) Como poeta ha publicado: Profanazioni (Levante, Bari, 1990), Le parole di sempre (Amadeus, Cittadella, 1994), La memoria del vuelo (Sial, Madrid, 2002), Fingere la vita (Caramanica editore, Marina di Minturno, 2004), Contra desilusiones y tormentas (Ediciones Fósforo, Ciudad de México, 2007), Il tardo amore (LietoColle, Falloppio, 2008, traducido al español, al gallego y al portugués, Premio Caput Gauri, 2008), Il dono della notte (Passigli, Florencia, 2009, Finalista Premio Pontedilegno Poesia, Premio Alessandro Ricci-Città di Garessio, Premio Città di Adelfia, Premio Metauro, Premio della Giuria “Alda Merini”), El don de la noche y otros poemas (“Temblor de Cielo”, La Otra, Ciudad de México, 2011) y algunas plaquettes. Entre las muchas distinciones y premios que ha recibido sobresalen el Premio de ensayo y traducción Annibal Caro y el Premio Proa a la trayectoria poética.  En 2003 el rey de España Juan Carlos I le otorgó la encomienda con placa de la orden civil de Alfonso X el Sabio. En 2010 recibió la condecoración “Alejo Zuloaga” de la Universidad de Carabobo en Venezuela. En 2011 el Colegio de México le concede una medalla de plata por su trabajo de traductor de autores mexicanos. Ha participado en muchos festivales de poesía en España, Francia, Turquía, Argentina, Venezuela Nicaragua, Colombia y México. Ha sido traducido al español, portugués, gallego, francés, húngaro, lituano, turco y corso.