Emilio Coco

La edad tardía

 

 

 

 

QUÉ HAGO YO AQUÍ

 

Qué hago yo aquí esperando a que la salsa

termine ya de hervir no tengo pluma

ni un trozo de papel al que entregar

mi tristeza en un verso endecasílabo

ese agudo deseo de la muerte

que se levanta cuando más intenso

se vuelve nuestro apego por la vida

 

Qué hago yo aquí sentado en el garaje

cuidando de que el fuego no se apague

y revuelvo en la caja más cercana

en busca de una tiza o un lapicero

para fijar en un folio arrugado

que hacía de tapón a una botella

mis oscuros afanes de plagiario

 

Qué hago yo aquí ya con cincuenta años

sin querer levantarme para ir

a cerrar la bombona de butano

porque desde que dio el primer aviso

han pasado ya treinta y tres minutos

quién tuviera un punzón para grabar

en la pared un verso inigualable

 

Qué hago yo mientras voy bajando el cierre

y pulso el interfono en el portal

para decir la salsa ya está hervida

y échame el manojo de las llaves

porque quiero guardar el coche ahora

y subir muy deprisa y anotar

mis graves pensamientos trascendentes

 

Qué hago yo aquí sentado a la olivetti

en el rodillo puesto el folio en blanco

en posición exacta a doble espacio

las letras estampadas en las teclas

que arden bajo el peso de los dedos

y menos mal que está lista la cena

y la menestra fría no está buena

 

 

 

 

LAS SÍLABAS SONORAS

 

A veces me pregunto si mi muerte

llamará la atención en este mundo

o acaso correré la misma suerte

de tantos otros que ya están durmiendo

 

en cajas que el olvido ha sepultado.

O si alguien en mi casa va a acordarse

del sitio que en la mesa yo ocupaba

y en el estudio sentirán los libros

 

que sus lomos mi mano no acaricia.

Condenados al fuego, pensaré

que no moví ni un dedo en su defensa.

 

Pero saldré de las moradas gélidas

templando el aterido corazón

con la llama de sílabas sonoras.

 

 

  

 

POETA MENOR

 

Resuenan los estantes de mis libros

y oigo a grandes poetas en voz baja

leyendo versos mágicos. Aquel

murmullo tan suave me sosiega

 

y predispone el ánimo ferviente

a la escucha. La vida es un hervor

de pasiones titánicas, la nada

se sublima en sus altos sentimientos.

 

Al pensar en mi historia de poeta

vivida sin excesos ni desastres,

entre afanes vulgares, entre amores

 

ruines, todo me irrita. Me fastidia

que al futuro mi nombre sólo pase

en una larga lista de menores.

 

 

 

 

NUESTRA CASA

 

Tú y yo vivimos en un piso inmenso,

ya sin hijos y libres del tormento

de que llegue el dinero a fin de mes,

sin sustos ni sorpresas enojosas.

 

Tú en tus quehaceres sola en la salita,

yo con mis españoles en mi estudio.

Ya no tienen espinas nuestras rosas,

sólo los dos y cada vez más solos.

 

Hace años que sólo nos reunimos

a la hora del almuerzo y de la cena,

y esperamos ansiosos el momento

 

 

de acostarnos, cada uno en su rincón.

Para casos urgentes de importancia

siempre podemos recurrir al móvil.

 

 

 

 

LA EDAD TARDÍA

 

La edad a la que ahora tanto temes

se acerca con su carga y sus achaques.

Pero aprietas los dientes y le pones

coraje inexorable a sus ataques.

 

Vas a un curso de baile y al gimnasio,

devoras el Cómo vivir felices,

derrocas el estrés, haces amigos,

quieres en ese campo ser maestra.

 

Mientras mueves al ritmo de la samba

más nalgas y caderas, yo te miro

recostado girar sobre una pierna.

 

Con los ojos cerrados me figuro

donde reinan la artrosis y la acidia,

pero por dentro me muero de envidia.

 

Emilio Coco Nacido en San Marco in Lamis (Foggia, Italia, 1940), es hispanista, traductor y editor. Dirige la colección de poesía “Iberoamericana” ... LEER MÁS DEL AUTOR