El significado y la importancia del libro

Por Vicente García-Huidobro Santa Cruz
Presidente
FUNDACIÓN VICENTE HUIDOBRO

 

Para comenzar debemos recordar que a partir de la imprenta de Gutenberg, y de la posibilidad de leer libros, la humanidad experimentó una gran expansión de las posibilidades de saber y una formidable ampliación y democratización en el acceso al conocimiento, que muchos definen como una mutación en las humanidades.

Hoy, o mejor dicho en los últimos 100 años, nos encontramos sumergidos en otra mutación de las humanidades. Al comienzo, más soterrada y luego más ostentosa, ya que en nuestras sociedades contemporáneas movidas fundamentalmente por el lucro y el mercado, se cuestiona la utilidad de la cultura, la literatura y las artes, ya que según sus representantes, no generan valor ni ganancias de ningún tipo. Esto, en un contexto de profundos cambios tecnológicos que han trastocado todo, el saber y las formas de aproximarnos al conocimiento.

Un saber, un pensamiento visual, de las imágenes y con las imágenes, sin duda refleja un cambio sustantivo, distante de los hábitos académicos tradicionales y de sus exigencias, y paradojalmente favorece una comprensión más cercana a la de las artes y de la poesía. Una cuña irreverente: convengamos que la actual hegemonía de la imagen, de las comunicaciones, de las artes visuales, favorece la obra de Huidobro, en particular, aquella poesía que no solo es para ser recitada, sino también para ser vista. Su poesía visual.

¿Qué hacer? ¿Qué hacer como Centro de Humanidades y Ciencias? ¿Qué hacer como Fundación Vicente Huidobro?

Lo primero es fomentar la lectura y la difusión del libro. Las obras literarias y artísticas nos alimentan la imaginación, nos enseñan a ponernos en el lugar del otro a través de los distintos personajes y situaciones, nos enseñan que todos somos ángeles y demonios, y permiten al lector y a las nuevas generaciones revivir los hechos del pasado desde el presente, ampliando nuestro espacio de reflexión y de posibles nuevos caminos, de nuevas acciones. Nunca olvidaré una conversación con un hombre que había sido miembro de la resistencia en tiempos de la dictadura. “Yo pertenecía a una dirigencia derrotada” –me dijo-, “y sin embargo muchos todavía creían en nosotros como jefes y nos reclamaban una explicación y un camino a seguir. Entonces, yo  me desvelaba buscando una explicación para nuestra derrota y una estrategia para adelante. Al comienzo, sin romper huevos, siempre tratando de rescatar la bondad y la inspiración de nuestras acciones pasadas; y, sin embargo, una voz interior me decía que eso no era suficiente. Un día, en la clandestinidad, me acogió una pareja mayor, que tenía muchos libros en su casa, y una tarde yo tomé “Veinte poemas de amor…” de Pablo Neruda, que mágicamente se abrió en el poema 20. Un verso me conmovió: “La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”.

Y luego, tomé Altazor de Vicente Huidobro que mágicamente se abrió en el canto I. El canto me conmocionó mucho pero un verso me señaló el camino: “Todo es nuevo cuando se mira con ojos nuevos”.

Ese dirigente, en la soledad y silencio de la noche y de la derrota, leyó, leyó dos libros y en ellos encontró calor humano, compañía, comprensión, inteligencia, sensibilidad y sobre todo un sentimiento de libertad para tumbar las represas que veía frente a sus ojos y en su corazón.

Pienso que ambas instituciones deben saber fomentar, luchar y resistir. Y decir con Calvino, “debemos multiplicar (…) todos los refugios donde se medita, donde se instruye, donde uno se recoge, donde uno aprende alguna cosa, donde uno se hace mejor…».

Un fuerte abrazo…

VGHS