Eduardo Casar obtiene la Medalla Fray Luis de León

El reconocido poeta y ensayista mexicano Eduardo Casar acaba de obtener la Medalla Fray Luis de León en el marco del Primer Encuentro de Poetas Iberoamericanos a realizarse en México durante el próximo mes de septiembre.

 

Fotografía del autor © Pascual Borzelli

 

 

 

 

EDUARDO CASAR
Antología

 

 

 

SOLUCIÓN A DÚO

 

Si te gusta la montaña

y a mí vivir en el mar

inventaremos la tierra

donde se pueda remar.

 

 

 

 

DIOSES QUE NO

 

Los dioses descontinuados andan entre los hombres.

 

Y van lentos, felices, desempleados. Paseando

de la manera más soberana y más irresponsable,

sin rayos en las manos. Sin tener que inventar

ni venganzas ni tramas.

 

Se toman su cerveza en el café de la esquina.

Y escriben versos, a veces, donde cuentan

los verdes de los árboles.

 

A veces una uña

les recorre la espalda:

es el miedo, transparente y helado,

de que los hombres vuelvan

a creer que sí existen.

 

 

 

 

ZOOM

 

Sumidos en la sombra del zoom con los ojos cerrados,

con la boca cerrada, recruzada por una raya roja,

nos encontramos juntos pero cuadriculados

en el tapiz de una habitación vertical, deshabitada.

 

Sin una perspectiva que nos diga quién está más cercano

y quién ya se ha alejado tanto que no existe,

y cuál es el color verdadero y la profundidad de aquellos ojos

y cuál es el tamaño de tantas estaturas similares y quién no es

una pintura sin temperatura.

 

Aquí donde nadie dice esta boca es la mía

pues los labios se mueven pero la voz se tarda

en coincidir con su manera de tocarse entre ellos

y de tocar con la punta de la lengua los alvéolos

o los dientes por dentro.

 

El tiempo pasa como veinte animales deslumbrados

a los que ha paralizado la invisible velocidad de la luz.

 

No se escuchan disparos y la sangre no corre,

ninguna una prisa apresura al contacto que nunca comenzó

y sin embargo la imagen se coagula y todos nos quedamos

atrapados.

 

 

 

 

QUISIERA ESTAR

 

Quisiera estar a dos pasos de ti.

Y que uno fuera mío y el otro fuera tuyo.

 

 

 

 

SOL SOLO

 

Cuando camino contra el sol

mi sombra me persigue

pero no me da miedo:

me siento respaldado por mí mismo.

 

Cuando el sol me persiga

me abrazaré a mi sombra

y el pobre sol

se va a quedar helado.

 

 

 

 

POESÍA NO ERES YO  

 

Durante muchos años

he intentado explicar

para qué sirve la poesía.

 

Es una pregunta

que me heredó Óscar Oliva,

mi maestro.

 

Ya de sexagenaria

la pregunta se cansa,

se detiene y me encara

preguntando:

¿para qué le sirves tú a la poesía?,

¿le sirves bien?, ¿le añades algo?

 

Posiblemente sí.

Posiblemente la pregunta

que este mismo poema

me pregunta.

 

Se le puede servir a la poesía

detallando un poema tras otro,

hasta encontrarse con la pequeña pieza

que nos dé la impresión de que faltaba.

 

 

 

 

OTRA COSA

a Fernando Fernández

 

De pronto supe (no me pregunten cómo)

que en realidad estamos muertos.

 

La vida era otra cosa, era algo

mucho más poderoso.

La plenitud que sentimos

cuando sentimos plenitudes

es apenas un borde, un fragmentito,

una silueta que se quedó colgando

por razones extrañas.

 

La verdadera música, en la vida,

era más parecida al mar que a los sonidos,

tenía un sabor al que no acceden

ni la ebriedad alegre,

ni la velocidad en carretera.

Y hablo de música solamente

por dejar testimonio

de una vertiente pobre de la vida.

Deberían recordar

cómo era la comida. Y cómo era enredarse

entre la piel ajena con hambre de mercurio,

el incendio

que nacía desde arriba.

Habría que dedicarse a recordar,

todos muy concentrados.

Y dejar de tenerle miedo a eso

que llaman muerte.

 

Si esto no es vida,

la muerte es otra cosa.

 

 

 

 

SOÑEUS

 

Los sueños son curvos,

hoz como el útero y como la montaña,

las circunvoluciones del cerebro y los caminos

que suben la montaña y que ya no la bajan.

Por eso en sueños podemos empaparnos

y por fuera estar secos

o podemos ahogarnos debajo de una ola y afuera

continuar respirando,

ojos que se nos mueven

debajo de los párpados cerrados.

Si la pantalla fuera plana

no serían angustiosos ni los sueños despiertos:

todo sería como llegar al borde, simplemente,

pasar al otro lado, correr una cortina, levantar un telón.

Como una bahía, como el borde de un lago,

como la sobrepulida articulación del fémur,

como un arco tensado son los sueños:

dormidos somos

como el arco y la flecha al mismo tiempo,

como el padre y el hijo y la manzana

que le sirve de blanco.

 

 

 

 

HIEROFANÍAS

 

Si Dios viviera

no sería un hombre justo.

O lo sería solamente

en el sentido

más negro del humor:

porque Él apunta y da

siempre en el blanco:

escoge a una niña que es capaz

de deslumbrar con su sonrisa

de solamente dos dientes diminutos

y le derrumba un techo encima.

Escoge a una mujer inteligente y bella

y la encierra en un taxi con tres

bestias que la cortan y la tiran.

Dios tiene mucho instinto,

es un bardo con tino

como para dejar a Borges ciego

y concederle una vista perfecta

al francotirador asalariado.

Aunque Dios es el autor intelectual

parece que alguien le estuviera pagando.

 

 

 

 

ESA OLA

 

Si tomamos una ola, la escogemos con pinzas entre todas

y nos fijamos atentamente en su personalidad de ola,

en su perfil preciso y su manera

de hacer la curva que la vuelca hacia dentro de sí misma,

y le medimos los decibles que va desenvolviendo

y la cauda de espuma y el diámetro de cada

burbuja que la forma, cada línea de su hidrógeno doble

que se revuelca y juega con pulseras de sal,

con esa gracia exacta y con esos colores, dios, esos colores,

con esa forma suya de rendirse,

 

esa ola es una vida singular.

 

Mira cómo se rompe y se va declinando

como la rosa rosa en el latín, cuánto dura,

es como un enunciado que ya

no puede desliarse en los labios,

otra ola la está sustituyendo

y se va levantando de sus cenizas líquidas.

No es la misma, pero es otra ola.

 

Claro, el mar sigue, impresionante, gastando sus orillas

con ese gesto azul de capital eterno. Pero

esa ola, la nuestra, jamás

volverá a repetirse.

 

 

 

 

EL AMOR

 

El muy famoso amor es

una

escalera.

Piensa

qué pasa en las escaleras.

Piensa

qué bien sirven para subir

pero

cómo se cansan los que suben

pero

cómo se sienten cuando llegan.

Piensa

en la jerarquía entre cada peldaño.

Piensa

cuántas personas caben en un solo peldaño.

Piensa

en los distintos tipos de escalera.

Piensa

en las que no tienen barandales.

 

Piensa

en los escalones donde tu pie no cabe.

Piensa

en el pánico lento de ir bajando de frente.

Piensa

en cómo que se fracturan los que se van cayendo.

 

Piensa en lo que es vivir en la escalera.

 

 

 

 

DAR EL AVIÓN

 

Cuando el avión se caiga

yo besaré la palma de tu mano,

sin que el vértigo cimbre

la exactitud del toque de mis labios

sobre la línea doble de tu vida.

 

Y tú estarás muy lejos del desastre.

No te asustes,

porque no irás conmigo,

pero de pronto sentirás necesario

cerrar tu mano y apretar el puño.

 

 

 

 

EPITAFIO

 

Y allí, bajo la tierra,

el árbol ramifica otro follaje,

dúctil y penetrante,

como dotado de una

voluntad de silencio.

 

No es el viento el que mueve

ese ramaje interno.

Es la humedad y es otra lentitud,

serpiente multiplicada y armoniosa

bajo la oscuridad compacta de otro cielo.

 

También ese bosque

caminaremos juntos.

 

 

 

 

CONJURO Y CONTIGO

 

Hoy me toca ser viento. Ten cuidado.

Refuerza tus ventanas con maderas y con golpes firmes.

Con las maderas dibuja la inicial de mi nombre.

Dicen que si lo haces arrojarás hacia la paz,

lejos del estremecimiento,

al portador del nombre que dibujas

con maderas apuntalando tus ventanas.

Dicen que no hay más eficaz conjuro

que enfrentar consigo mismo a quien ataca.

 

Dicen que es eficaz, pero no sirve.

 

Sabré encontrar resquicios

para llegar hasta tu pecho.

 

Y mañana me tocará ser agua.

Ten cuidado.

Porque mañana es muy probable

que nazca dentro de ti

una sed peligrosa y es verano.

 

 

 

 

SOPORTE MATERIAL

 

…y ya escrito el poema,

ya bien pasado en limpio,

cuando ya eliminamos

borraduras y atajos,

detenerse.

Tomar entre los dedos

una de las esquinas de la hoja

y retirarla suavemente,

al contrario de como se retira

el mantel repentino

sin que las copas caigan.

Hasta que el poema quede

flotando sin papel sobre la mesa.

 

Entonces hay que abrir la ventana

y que el aire deshaga lo que quiera.

 

 

 

 

ÉTICA A NICÓMACO

 

Cómo me gustaría ser como yo.

Tener el tiempo que yo tengo

para salir a caminar cuando yo quiera,

para leer lo que le venga en gana

a mi gana más íntima y soltera;

interrumpir sin que nadie se asfixie

cualquier obligación etiquetada;

para estar en pleno uso de la soberanía

de ir a pie por las calles,

descubriendo raíces que aparecen

quebrantando las reglas del asfalto.

 

Cómo me gustaría, deveras,

dedicarme una noche a platicar conmigo,

cada quien con su trago,

discutir, discrepar, desentonarse,

hasta que el pobre espejo

se quedara dormido

con el rostro apoyado sobre el azogue opaco.

 

Cómo me gustaría que a los dos

nos gustara la misma

y que uno tuviera

que ceder y cediera

por desatarle al otro las dos manos.

 

Cómo me gustaría

que yo y que yo

fuéramos tan amigos.

 

 

 

 

LOS DE ARRIBA

 

En la fotografía

mi amigo Nelson Oxman aparece pensando; trae

dos o tres imágenes adentro del cerebro; aparece

con su reloj en donde no se alcanza

a ver la hora (ni tampoco las dos

o tres imágenes).

Y trae puestos sus lentes.

 

Hoy el reloj tendrá, seguramente, pila nueva,

y andará por ahí marcando los minutos,

atado a un pulso cuya presión desconocemos.

 

Los lentes han de permanecer

en el cajón de alguna cómoda,

entre postales y cartas y más

fotografías. Aparentemente reposando.

 

Sus lentes, adaptados para complementar

la claridad de lo que Oxman miraba, fueron

una parte de su mirada.

La otra parte (sus ojos) ya son ceniza ciega.

Insoportablemente igual ceniza

que el hueso duro de su frente

y de sus parietales.

 

Una parte de la mirada de Nelson

se quedó engastada

en aros de metal que se articulan

sobre el puente de una

nariz que ya no existe.

Sin sus orejas finas,

las varillas de sus lentes

están ahora cerradas sin sentido y son

como brazos cruzados que no abrazan a nadie.

 

Fue exacta la refracción, el foco, lo convexo,

y fue el tejido exacto de ángulos cristalinos

para que la mirada de Nelson apreciara

detalles, quisiera

pelos y señales, amara

sobre todo ese lunar que amó

o aquella cicatriz imperceptible para otros.

 

Nadie podrá usar jamás

los lentes de mi amigo Nelson Oxman.

 

Y la tragedia

es que son irrompibles.

 

 

 

 

SIMA TEOLÓGICA

 

¿De qué tamaño tendrá Dios

el corazón?

 

¿Le late a Dios, o

lo tiene detenido?

 

Debe ser más impresionante

que la mezquita de

Casablanca por adentro:

ya me figuro el ventrículo izquierdo,

su bóveda celeste tiñéndose de rosa,

 

las amplias avenidas de aquellas venas cavas

 

y el abismo de su aorta descendente,

o el sonido de la válvula mitral

abriéndose y cerrando su portazo

de cuatrocientos chelos enfrenando al concierto.

 

Y la sangre ¿ha de ser transparente?

Si nosotros, pedestres, desplazamos

cinco litros de sangre por minuto,

¿cuántos desplaza Dios, si es que le late?

 

Si nuestro corazón se mueve

y toca sus tambores al margen de nuestra voluntad,

¿el de Él ha conseguido toda su autonomía?

 

¿O depende del capricho y del menor descuido?

 

¿Y si no tiene Dios ni corazón ni páncreas,

ni tejido esponjoso ni cerebro?

 

¿Y

si Dios está vacío?

 

 

 

 

Eduardo Casar (Ciudad de México, 1952) es doctor en letras y profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Ha publicado varios libros de poesía, entre ellos: Noción de travesía, Son cerca de cien años, Habitado por dioses personales, etc.; uno de cuentos para niños y una novela. Además del libro de teoría literaria: Para qué sirve Paul Ricoeur en crítica y creación literarias.
Ha conducido varios programas radiofónicos y es co-conductor del programa de televisión La dichosa palabra, del canal 22.
Premio de Poesía Letras del Bicentenario Sor Juana Inés de la Cruz, en 2009.
Premio Universidad Nacional 2015 en el área de Creación Artística y Difusión de la Cultura.

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