

Presentamos un texto clave del gran poeta chileno nacido en Piedra Blanca.
EL POEMA EN EL POEMA
Si amé la poesía fue porque creí en ustedes
porque quise hacer de lo disperso una sola unidad.
Cuántas veces fui de la puerta al pozo con los ojos cerrados
y jamás me equivoqué porque tenía sed.
Y yo creí en los hombres cuando el animal abrevan
cuando duermen sentados la última parte de su vida.
Creí en la mujer con su eterno niño en brazos
cuya leche perdona a la madre, al padre y a su hijo.
Creí en el cavador de pozos cuya vida transcurrió sin dejar huellas
andando por debajo de la tierra, buscando el cauce originario de un río
y cuya mirada orienta aún a los caballos
porque conoce la máscara de polvo y de sudor de la sed.
Creí en el eterno captador de venas ocultas
en el nudo apretado de tinieblas que es el árbol.
*
Los verdaderos poemas son los póstumos
que se escriben a oscuras con la luz del relámpago.
Busquemos la llave que el mismo poeta escondió
en lo más visible del árbol
su desnudez de invierno
o en lo más oculto de la raíz
su sombra cuando florece.
Es bella una página como una mano abierta bajo la lámpara
con que se alumbran las tinieblas del origen
la tierra que un niño al nacer
hace nacer
que un hombre al morir
hace morir
Oigamos su acento más puro
el de su propio silencio
parecido al silencio del animal mirando el mundo
y sabremos por qué se vive y se muere.
El poeta no alcanzó a decirlo y ése es su mérito mayor.
Abolir el tiempo es escribir un poema verdadero.
*
Si un niño entra sin ruido en mi cuarto es porque me vio
cortar una rama florida
como si fuera un ladrón en mi propio jardín.
Y es porque he pensado en él al encender la lámpara.
Siempre pienso en alguien al sentarme a la mesa vacía
y más ahora que han florecido los árboles.
Si un niño entra sin ruido es porque es igual a todos los poetas
quienes recuerdan un solo momento
y hacen de todos los lugares uno solo.
Cuánto se alegra de ver la rama florida en mi mesa
porque toda flor se convierte en su mente en una fruta madura.
Y el niño la olorosa como huele también mi mano.
Así lo he visto hacer con el pan, con el paño que lo cubre, con las cartas.
Y cuánto se alegra de ver todo el jardín en esta sola flor abierta.