Hazme una máscara
(Versión al español de Isaías Garde)
Hazme una máscara
Hazme una máscara y una pared que me aparten de tus espías,
De esos ojos filosos y esmaltados, de esas garras patéticas
De ultraje y rebelión en los orfanatos de mi cara,
Hazme una mordaza de árbol mudo que ataje a mis jurados enemigos,
Una lengua de bayoneta que diga esta plegaria a la intemperie,
Una boca expresiva, una trompeta en que soplar dulces mentiras
Y el rostro de un idiota tallado en roble y una antigua armadura
Que acorace el cerebro brillante y aturda a los inquisidores
Y hazme un pesar de viudo que, al bajar de las pestañas saturado de lágrimas,
cubra la belladona, para que así estos ojos secos sepan ver
Cómo delatan los demás el engaño gimiente de sus pérdidas
En la curva de la boca desnuda o en la risa tramposa.
En mi oficio o arte sombrío
En mi oficio o arte sombrío
Ejercido en la noche apacible
Cuando la luna brama en soledad
Y yacen los amantes en su lecho
Abrazando todos sus pesares,
Yo me afano bajo la luz que canta
No por la ambición ni por el pan
Ni por jactancia ni por trueque de halagos
En los estrados de marfil
Sino por el salario común
De sus corazones más ocultos.
No escribo estas páginas de espuma
Para el soberbio
Que se aparta de la luna rabiosa
Ni para muertos encumbrados
Entre ruiseñores y salmos
Sino para los amantes, que abrazan
las penas de los tiempos,
Que no pagan en elogio o salario
Ni atienden a mi arte u oficio.
No entres suavemente en esa amable noche
No entres suavemente en esa amable noche,
La vejez debería arder y desvariar al acabarse día;
Rabia, rabia contra la luz que agoniza.
Aún cuando los sabios en su final reconozcan que la oscuridad es justa,
Porque sus palabras no atraparon relámpagos, ellos
No entran suavemente en esa amable noche.
Los buenos, que a último momento lloran por el brillo
Con que sus frágiles obras pudieron haber bailado en una verde bahía,
Rabian, rabian contra la luz que agoniza.
Los rebeldes, que atraparon y cantaron al sol en su vuelo,
Y aprenden muy tarde que llenaron de tristeza su camino,
No entran suavemente en esa amable noche.
Los severos, cercanos a la muerte, que ven con visión cegadora
Que los ojos ciegos podrían arder como meteoros y estar contentos,
Rabian, rabian contra la luz que agoniza.
Y tú, mi padre, allá en la altura triste,
Maldíceme ahora, bendíceme con lágrimas feroces, te suplico.
No entres suavemente en esa amable noche.
Rabia, rabia contra la luz que agoniza.