Criatura de isla
Criatura de isla
Rodeada de mar por todas partes,
soy isla asida al tallo de los vientos…
Nadie escucha mi voz, si rezo o grito:
Puedo volar o hundirme… Puedo, a veces,
morder mi cola en signo de Infinito.
Soy tierra desgajándome… Hay momentos
en que él me ciega y me acobarda,
en que el agua es la muerte donde floto…
Pero abierta a mareas y a ciclones,
hinco en el mar raíz roto.
Crezco del mar y muero de él… Me alzo
¡para volverme en nudos desatados…!
¡Me come un mar batido por las alas
de arcángeles sin cielo, naufragados!
Creación
Y primero era el agua:
un agua ronca,
sin respirar de peces, sin orillas
que la apretaran…
Era el agua primero,
sobre un mundo naciendo de la mano de Dios…
Era el agua…
Todavía
la tierra no asomaba entre las olas,
todavía la tierra
sólo era un fango blando y tembloroso…
No había flor de lunas ni racimos
de islas… En el vientre
del agua joven se gestaban continentes…
¡Amanecer del mundo, despertar
del mundo!
¡Qué apagar de fuegos últimos¡
¡Qué mar en llamas bajo el cielo negro¡
Era primero el agua.
Amor es
Amar la gracia delicada
del cisne azul y de la rosa rosa;
amar la luz del alba
y la de las estrellas que se abren
y la de las sonrisas que se alargan…
Amar la plenitud del árbol,
amar la música del agua
y la dulzura de la fruta
y la dulzura de las almas dulces….
Amar lo amable, no es amor:
Amor es ponerse de almohada
para el cansancio de cada día;
es ponerse de sol vivo
en el ansia de la semilla ciega
que perdió el rumbo de la luz,
aprisionada por su tierra,
vencida por su misma tierra…
Amor es desenredar marañas
de caminos en la tiniebla:
¡Amor es ser camino y ser escala!
Amor es este amar lo que nos duele,
lo que nos sangra bien adentro…
Es entrarse en la entraña de la noche
y adivinarle la estrella en germen…
¡La esperanza de la estrella!…
Amor es amar desde la raíz negra.
Amor es perdonar;
y lo que es más que perdonar,
es comprender…
Amor es apretarse a la cruz,
y clavarse a la cruz,
y morir y resucitar …
El madrigal de la muchacha coja
Era coja la niña.
Y aquella
su cojera
era
como un ondulamiento
de viento
en un trigal…
Era coja la doncella,
trazaba eses de plata sobre el viento,
hecha a no sé qué curva sideral…
Cristal quebrado era la niña… Mella
de rosas, por el pie quebrada
(¡y sin cristal que la tuviera alzada!…):
Una rosa cortada
que cae al suelo y que el que pasa huella.
La niña cojeaba
y su cojera en una sonrisa recataba
sin acritud de llanto ni querella:
Como la Noche sella
su honda herida de luz-alba o centella-,
así sellaba
ella
la herida que en su pie se adivinaba…
Nadie la hallara bella;
pero había en ella
como una huella
celeste… Era coja la niña:
Se hincó el pie con la punta de una estrella.
La canción del amor olvidado
Para el amor más olvidado
cantaré esta canción:
No para el que humedece los ojos todavía…
Ni para el que hace ya
sonreír con un poco de emoción…
Canto para el amor sin llanto
y sin risa;
el que no tiene una rosa seca
ni unas cartas atadas con una cinta.
Sería algún amor de niño acaso…
Una plaza gris… Una nube… No sé…
Para el amor más olvidado cantaré.
Cantaré una canción
sin llamar, sin llorar, sin saber…
El nombre que no se recuerda
pudo tener dulzura:
Canción sin nombres
quiero cantarte
mientras la noche dura…
Cantar para el amor que ya no evocan
las flores con su olor
ni algún vals familiar…
Para el que no se esconde entre cada crepúsculo,
ni atisba ni persigue ni vuelve nunca más…
Para el amor más olvidado
-el más dulce…-,
el que no estoy segura de haber amado.
Yo te fui desnudando…
Yo te fui desnudando de ti mismo,
de los “tús” superpuestos que la vida
te había ceñido…
Te arranqué la corteza-entera y dura-
que se creía fruta, que tenía
la forma de la fruta.
Y ante el asombro vago de tus ojos
surgiste con tus ojos aun velados
de tinieblas y asombros…
Surgiste de ti mismo; de tu misma
sombra fecunda-intacto y desgarrado
en alma viva…-
Al Almendares
Este río de nombre musical
llega a mi corazón por un camino
de arterias tibias y temblor de diástoles…
Él no tiene horizontes de Amazonas
ni misterio de Nilos, pero acaso
ninguno lo mejore el cielo limpio
ni la finura de su pie y su talle.
Suelto en la tierra azul … Con las estrellas
Pastando en los potreros de la Noche…
¡Qué verde luz de los cocuyos hiende
y qué ondular de los cañaverales!
O bajo el sol pulposo de las siestas,
amodorrado entre los juncos gráciles,
se lame los jacintos de la orilla
y se cuaja en el almíbares de oro…
¡Un vuelo de sinsontes encendidos
le traza el dulce nombre de Almendares!
Su color, entre pálido y moreno:
—Color de mujeres tropicales… —
Su rumbo entre ligero y entre lánguido…
Rumbo de libre pájaro en el aire.
Le bebe al campo el sol de la madrugada,
le ciñe a la ciudad brazo de amante.
¡Cómo se yergue en la espiral de vientos
del cubano ciclón…! ¡Cómo se dobla
bajo la curva de los Puentes Grandes…!
Yo no diré qué mano me lo arranca,
ni de qué piedra de mi pecho nace:
Yo no diré que él sea más hermoso…
¡Pero es mi río, mi país, mi sangre!