Alejarse de todo
Una melodía quedó en mí
No voy a volver,
soy un cuerpo
creado de una lágrima,
La máscara
que hila los abismos,
Lo irreconocible, lo inaudible…
Algo nos queda,
solamente ese gran vacío
que es el espejo,
que se ve y se arrepiente
que se ve y huye.
Ya no hay camino,
Una melodía quedó en mí,
un violín que nunca se pudo tocar.
Es necesaria una noche
donde no se desee volver…
Libaricia
No sé el nombre del viaje.
Y nos deslizamos en la arena roja
Los caballos nos esperaban
Y los granos de café
hacían un sonido cálido entre las manos.
Mi abuela caminaba con el alimento
entre el campo, y mi abuelo hilaba la hamaca.
Jamás he podido
deslizarme de nuevo en la arena
con mis hermanos.
Los caballos desaparecieron
en las zanjas abismales de la tierra.
El aroma del café molido
es solo un sonido en las manos temblorosas.
La abuela camina
No abandona la casa
para abrazarse junto al abuelo.
No sé el nombre del viaje
Y sin embargo,
Todo se mueve, todo es una danza
Todo esto es lo que siempre
he llevado conmigo.
La Mirada
Todo tuvo un origen,
una revelación,
un gran salto,
una explosión,
Menos la caricia del agua,
Tus ojos evitando
que el agua fluya
y se derrame…
La piedad,
el canto suave,
el rezo que anochece…
Esa mañana miraste
sin saber del tiempo,
Ni siquiera el palpitar en los ríos,
sólo un segundo,
Mi caída,
Mi templo,
cuando la vida se queda detenida para siempre.
Chichén Itzá
Cuando viajas,
A veces el silencio
nos despoja de lo más sagrado
que da sentido a nuestras vidas…
Y el ave negra no te quiere dejar solo en el camino,
Y es ahí cuando sabes que tu nombre es otro,
que tu voz es un herido viento,
que apenas estas aprendiendo a mirar.
Quizás nuestro latido
es necesario solamente
cuando es escuchado,
Somos realmente en la respiración de los Otros.
Todo el fuego,
Todo el humo,
La armonía de danzar en la pirámide,
El único hogar donde descansan las estrellas.
Alejarse de todo
Una mirada sigue siendo piel
Es agua que tiene memoria
que atrae a los pájaros.
Radiantes arañas que tejen
las raíces de los arboles
que hemos cantado.
Un poco más de música
mientras el violín se derrite
en sus párpados.
¡Que necesario es alejarse de todo!
Nadie más escucharía
las gotas caer.
Quizás es algo que deseo
pero que no existe,
O es el número de una puerta,
O son huellas en un botón de nácar,
O fue solo el impulso
de nunca olvidar en sus ojos
la noche que seguía latiendo…
A dónde cantan…
A dónde cantan las ramas
que quedan solas.
Breves días, quizás milagros,
Esa última vista,
ese tren que no quiere avanzar…
Yo di toda la vida
para seguir mojando el barro,
El carácter de permitir
que el silencio lo diga todo…
No todo velo guarda un rostro,
A dónde cantan las manos
que quedan solas.