Diego Román Konrad

Alejarse de todo

 

 

 

 

 

Una melodía quedó en mí

 

No voy a volver,

soy un cuerpo

creado de una lágrima,

La máscara

que hila los abismos,

Lo irreconocible, lo inaudible…

 

Algo nos queda,

solamente ese gran vacío

que es el espejo,

que se ve y se arrepiente

que se ve y huye.

 

Ya no hay camino,

Una melodía quedó en mí,

un violín que nunca se pudo tocar.

 

Es necesaria una noche

donde no se desee volver…

 

 

 

 

Libaricia

 

No sé el nombre del viaje.

Y nos deslizamos en la arena roja

Los caballos nos esperaban

Y los granos de café

hacían un sonido cálido entre las manos.

Mi abuela caminaba con el alimento

entre el campo, y mi abuelo hilaba la hamaca.

 

Jamás he podido

deslizarme de nuevo en la arena

con mis hermanos.

Los caballos desaparecieron

en las zanjas abismales de la tierra.

El aroma del café molido

es solo un sonido en las manos temblorosas.

 

La abuela camina

No abandona la casa

para abrazarse junto al abuelo.

No sé el nombre del viaje

Y sin embargo,

Todo se mueve, todo es una danza

Todo esto es lo que siempre

he llevado conmigo.

 

 

 

 

La Mirada

 

Todo tuvo un origen,

una revelación,

un gran salto,

una explosión,

Menos la caricia del agua,

Tus ojos evitando

que el agua fluya

y se derrame…

 

La piedad,

el canto suave,

el rezo que anochece…

Esa mañana miraste

sin saber del tiempo,

Ni siquiera el palpitar en los ríos,

sólo un segundo,

Mi caída,

Mi templo,

cuando la vida se queda detenida para siempre.

 

 

 

 

Chichén Itzá

 

Cuando viajas,

A veces el silencio

nos despoja de lo más sagrado

que da sentido a nuestras vidas…

Y el ave negra no te quiere dejar solo en el camino,

Y es ahí cuando sabes que tu nombre es otro,

que tu voz es un herido viento,

que apenas estas aprendiendo a mirar.

 

Quizás nuestro latido

es necesario solamente

cuando es escuchado,

Somos realmente en la respiración de los Otros.

Todo el fuego,

Todo el humo,

La armonía de danzar en la pirámide,

El único hogar donde descansan las estrellas.

 

 

 

 

Alejarse de todo

 

Una mirada sigue siendo piel

Es agua que tiene memoria

que atrae a los pájaros.

Radiantes arañas que tejen

las raíces de los arboles

que hemos cantado.

 

Un poco más de música

mientras el violín se derrite

en sus párpados.

¡Que necesario es alejarse de todo!

Nadie más escucharía

las gotas caer.

 

Quizás es algo que deseo

pero que no existe,

O es el número de una puerta,

O son huellas en un botón de nácar,

O fue solo el impulso

de nunca olvidar en sus ojos

la noche que seguía latiendo…

 

 

 

 

A dónde cantan…

 

A dónde cantan las ramas

que quedan solas.

 

Breves días, quizás milagros,

Esa última vista,

ese tren que no quiere avanzar…

 

Yo di toda la vida

para seguir mojando el barro,

El carácter de permitir

que el silencio lo diga todo…

 

No todo velo guarda un rostro,

A dónde cantan las manos

que quedan solas.

 

Diego Román Konrad Escritor, docente, gestor cultural y poeta colombiano. Ha publicado “Del Triángulo a la Noche” (2010), “Poemas Uránicos” (2015- ... LEER MÁS DEL AUTOR